Una pequeña Sorpresa- Parte 2

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-En ese caso, tal vez deberiamos parar aqui- Sara decidio jugar un poco con su marido-

-Sara, no me dejes asi

-No se si te lo mereces todavia- dudo Sarita jugando con los botones de la camisa de Franco- 

-¿Que tengo que hacer para merecerla, señora Reyes?- Franco decidió seguirle el juego-

-Mmm, no lo sé, esperar a que renovemos votos, por ejemplo

-Renovaremos nuestros votos todas las veces que quieras, mi amor, pero no me dejes asi, ¿Una probadita?

-Solo una miradita, tomalo o dejalo

-De ti, tomo todo, mi amor

Sarita no pudo ocultar una sonrisa mientras se bajaba un poco el vestido, y abría el broche de su sujetador. Se desprendió lentamente de las copas de encaje que le cubrían y se exhibió ante él con descarado atrevimiento, sin haberse desnudado del todo, pero con el vestido por la cintura, y los pechos desnudos.

—Eres preciosa. —El susurrante cumplido de Franco la hizo sentir la mujer más bella del mundo.

En dos pasos la tomó entre sus brazos. Franco bajó la cabeza con rapidez y le cubrió la boca con la suya, y Sarita sintió que el mundo comenzaba a girar como un loco carrusel. Él se deshizo de el vestido de Sarita fácilmente, luego la agarró por las caderas y la alzó lo justo para rozarla contra las suyas. Sarita lo sintió duro y exigente, y supo que el tiempo de jugar había terminado.

La sangre rugió ardiente y necesitada en las venas de Sarita. Separó los labios para que la lengua de Franco penetrara en su boca mientras él la cogía en brazos y la llevaba a la cama donde la dejó caer sin ningún miramiento. Franco se quitó la camisa rapidamente

 —Vas demasiado vestida para mi gusto- 

Sarita se deshizo de los zapatos y estaba a punto de quitarse las bragas, pero al parecer no lo hizo con la suficiente rapidez para Franco

—¿Por qué tardas tanto? —En unos instantes Franco le había arrancado la ropa interior para dejarla tan desnuda como él.

Los ojos de Sarita recorrieron el cuerpo de su marido, cuando Franco se dejó caer junto a ella, Sarita inhaló el aroma natural de su esposo, ese aroma que habia extrañado tanto por las noches . Él le separó las rodillas.

—Esta noche es nuestra noche, mi amor.- le susurró Franco al oido

Sarita gimió y le mordió el hombro cuando se apretó contra ella.Caricias. Sudor por el calor que ambos sentian y fuerza bajo las palmas de las manos de Sarita mientras Franco embestía una y otra vez.

A ella se le pegó el pelo a las mejillas. Franco le pasó los dedos por la hendidura del trasero y la puso sobre su cuerpo

—Móntame.

Ella lo hizo. Se arqueó y bajó con rapidez, moviéndose como le dictaba su instinto, e hizo una mueca de dolor al intentar albergarle en su cuerpo.

—Más despacio, cariño. No voy a ir a ningún sitio.- Rio su esposo-

Franco le deslizó las manos por la espalda y la atrajo hacia él, apretándole los pechos contra su torso, enseñándole a encontrar un nuevo ritmo. Sarita lo abrazó con los muslos. Se movió sobre el cuerpo masculino. Lentamente al principio, contoneándose después adorando la sensación de tener el control, de dictar el compás y la profundidad. Ahora ya no había dolor, sólo placer.

Franco le aferró las nalgas, pero dejó que siguiera a su ritmo. Sara sabía por la tensión de esos duros músculos que a él le costaba renunciar al control. Franco le mordió en la clavícula, sin hacerle daño; como si quisiera utilizar otra parte de su cuerpo para sentirla.

Sarita se abandonó en medio del sudor y el olor de su esposo. Franco emitió unos sonidos incoherentes y ella respondió en el mismo lenguaje. Olvidaron cualquier rastro de civilización, regresando a la selva, a la caverna, al mundo primitivo; a un momento suspendido en el tiempo en el que recordaron el origen de la creación.

Sarita se recostó al lado de Franco, abrazándolo poniendo su cabeza sobre el pecho de su esposo, escuchando los latidos de su corazón, lo ultimo que sintió antes de quedarse dormida, fue a Franco besándole la frente y acariciándole el cabello.

A la mañana siguiente, Sarita despertó pero no abrió los ojos, sentía que todo lo de la noche anterior había sido un sueño, sin embargo, al abrir los ojos, vio a su marido allí, a su lado abrazándola, y se dio cuenta de que todo era real

el estaba allí con ella

estaban ambos en su cama

habían pasado la noche juntos después de tanto tiempo, había sido una noche llena de amor, necesidad, pasión como la que solo existía entre ellos dos, entre ambos siempre había magia. 

Sara salió de la cama y se ducho, bajo a la cocina y preparo un desayuno sencillo para los dos, volvió a su cuarto, y coloco la bandeja sobre la mesa de noche. Se quito el camisón para quedar de nuevo como dios la trajo al mundo y luego de sentarse en la cama junto a Franco, lo despertó besándole toda la cara

-Buenos días, dormilón- rio Sarita al ver que su esposo abría los ojos-

-Buenos días, mi vida- Franco tomo la cara de Sarita entre las manos para besarla-

-Prepare el desayuno, ¿Quieres ducharte primero? 

-Vamos a desayunar, la ducha nos espera luego a ambos

-Mmm, pero yo ya me duche- se lamento Sarita sabiendo lo que su esposo tenia en mente-

-Pues hoy te convertirás en una señora muy limpia, porque vamos a entrar juntos a la ducha, y no acepto un no como respuesta, señora Reyes. 


Sarita y Franco {Imagines|One shots PDG2}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora