11. Secretos

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- ¡Ahh! ¡¿Que diablos le está pasando?! - gritaba Stiles exasperado, haciendo un gran esfuerzo en sostener al adolescente que convulsionaba sobre la camilla de metal.

Resulta que el humano había llamado con urgencia a Derek puesto que había un chico de la preparatoria Devenford que fue envenenado con acónito cuando intentaron asesinarlo por la lista de muerte, y ahora luchaba entre el aquí y el más allá en la veterinaria de Deaton. Por ello, Stiles había llamado a Derek, el cual llegó junto a Meghara al establecimiento, no dándole tiempo a Stiles para quejas.

Puede que la rubia sea la sexy profesora de arte de las que todos hablan, o la tutora de lo sobrenatural, incluso Stiles ayudó a buscar a su hija, pero por más que haya hecho todo eso, Meghara aún no le generaba confianza, y menos al saber que había tenido historia con Derek.

- Lo envenenaron con un extraño wolfsbane - contestó Deaton, llegando a paso rápido donde los tres lobos y el humano estaban. Mientras que Derek y Meghara sostenían a Brett por sus brazos, Stiles se encargaba de las piernas.

Meghara bufó, flexionando aún más sus codos - Eso no es novedad, querido Doc.

Sin embargo, Alan prosiguió - Necesito hacer una incisión y tu debes mantenerlo quieto - ordenó el veterinario.

Realmente era una tarea difícil puesto que el adolescente estaba completamente fuera de control.

- ¡Hey, Derek! ¿Qué tal si aplicas un poco de fuerza de hombre lobo? - gritó Stiles, desbordando sarcasmo de sus palabras.

Más el lobo rodó sus ojos y siguió haciendo fuerza - ¡No soy el único con fuerza de hombre lobo! - hizo referencia a Brett y a Meghara, dedicándole a esta última una amenazante mirada.

El humano se giró hacia su docente - ¡Has algo, Meghara! ¡Por favor!

La rubia rodó los ojos, si seguía así terminaría bizca. Pero es que con Stiles era inevitable ¿Acaso el chico no entendía que no todo era tan fácil como parecía? Aunque no sirviera de nada, la loba siguió haciendo fuerza, pero fue vencida por el budista.

Deaton tomó un visturí de una bandeja de metal que allí tenía y la acercó al pecho del rubio, pero se detuvo centímetros antes - Sí no lo mantienen quieto, la incisión podría matarlo.

- No estaría mal... - el murmullo de la rubia hizo que todos se giraran a observarla con incredulidad, más ella solo los ignoró.

Era realmente una tarea complicada puesto que por más que lo intentaran, no podían mantener a Brett quieto. Los ojos del rubio se abrieron y se tornaron dorado beta, señal de que estaba transformado. Aprovechó que los lobos y el humano no podían retenerlo más para ponerse de pié y escupir un espeso líquido amarillo.

- Gios enós... (hijo de...) - farfulló la loba al ver como el beta se desprendía de todos los agarres y lanzaba a cada uno a volar a distintos lugares. A ella, por ejemplo, le tocó aterrizar sobre la mesada de la veterinaria, encajandose todas las preparaciones, agujas y herramientas de Deaton en la espalda, brazos, cuello y cabello.

Mierda, lo había lavado hacían unas horas.

Alzó su vista para ver como Brett saltaba de la camilla y se ponía de pié, dispuesto a atacar a alguien. Más no logró cumplir su objetivo cuando un enorme y potente puño se estrelló en su rostro.

Por fin.

- Ah... skatá (mierda)... Malditos betas de hoy en día... - eran algunas cosas que farfullaba la alfa con los dientes apretados al sentir el dolor en su espalda y ver su blusa completamente manchada de cremas. Ya se había enojado.

Made In Greece || Derek HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora