17. Alfa y Beta

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Valery Chase dormía en su habitación, abrazando fuertemente sus sábanas. Desde que Meghara le había otorgado la mordida, no había visto a su padre y temía su reacción al enterarse de que su propia e inútil hija era uno de esos animales a los que él cazaba. Pero estaba segura de que no podía seguir dependiendo de los recursos de su alfa, fue así que la noche anterior, tras abandonar el apartamento de Danielle, volvió a su casa a escondidas y se quedó allí.

Sin embargo, toda la paz momentánea que abundaba el cuerpo de la castaña despareció cuando la puerta de su habitación se abrí bruscamente y su padre entró por ella.

- ¡Eres un asco! - fue lo primero que gritó Sebastian, lo cual logró despertar a la adolescente. El hombre tomó todo el cabello de la chica y lo apretó en un puño para arrastrarla fuera de la cama y lanzarla al suelo. La joven cayó de rodillas en este, hiriéndolas levemente.

La ojiazul soltó un grito de sorpresa al ver la mirada colérica de su padre, quien hizo tronar sus dedos antes de tomarla nuevamente por el cabello y hacer su brazo hacia atrás para luego golpear fuertemente la quijada de su hija.

La joven cayó al suelo de boca y escupió un poco de sangre que le había provocado su progenitor. Antes de siquiera tomar un respiro, el hombre volvió a actuar.

- ¡Eres una traidora! - seguía gritando el pelinegro mientras hacía hacia atrás su pierna y golpeaba el estómago de su hija repetidas veces - ¡Generaciones de cazadores y tú te conviertes en uno de esos repugnantes animales!

Valery soltó otro grito de terror cuando su padre la elevó por el cuello de su blusa y bajó las escaleras hasta la sala, sosteniéndola desde ahí como si no pesara nada.

- ¡En ese accidente debiste morir tú, no tu hermano! ¡Él sí que era un orgullo para la familia, tu ni siquiera puedes mantenerte de pié! - el ojiazul lanzó a la menor al suelo y tomó su cabeza antes de estrellarla contra la pared, provocando el que tabique nasal de la joven se volviera añicos.

La adolescente cayó al suelo adolorida, pero enseguida sintió como su nariz comenzaba a sanar lentamente. En esos momentos, le agradecía internamente a Meghara la mordida puesto que la había ayudado mucho, le dió más confianza, hizo que su cuerpo sea más bello a sus ojos, sus habilidades de aguzaron y su curación es más rápida.

Su padre sonrió macabramente - Claro, ahora eres de esos iracundos seres.

El hombre soltó a su hija y se dirigió hacia la puerta que estaba al lado de la escalera que daba al segundo piso, la abrió y entró a ella, bajando hacia el sótano. Se escucharon unos ruidos y luego el padre de Valery volvió a aparecer, cargando consigo un cuchillo que tenía el aroma a wolfsbane. A la ojiazul le tembló el corazón cuando su padre se acercó a ella y la levantó por el cabello.

El mayor empuñó con fuerza su cuchillo antes de hacerlo hacia atrás y acercarlo con velocidad al estómago de su hija, rompiendo la ropa y la piel e incrustándolo en su cuerpo. Repitió este proceso un par de veces más y luego la lanzó al suelo mientras Valery tosía. Sangre oscura y carmesí salía a borbotones del cuerpo de la chica, como si de una cascada se tratase. En cuestion de segundos, el brillante y espeso líquido carmesí se volvió negro muerte, oscureciendo el alma de la beta.

Sebastian aprovechó ese momento de vulnerabilidad para atacarla de nuevo. Tendida en el suelo y sangrando anormalmente, Valery sentía las reiteradas y violentas patadas que el cazador asestaba contra su cuerpo débil y roto.

Made In Greece || Derek HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora