A Louis le gustaría poder decir que estaba tranquilo, pero eso era lo menos que había estado en las últimas semanas. Hacer cualquier cosa lo agotaba y su único momento de paz era la hora de acostarse con el cachorro, que era absurdamente travieso y hacía todo lo posible para llamar la atención de su madre, ignorando a veces a su propio padre.
— Alfa, sal de aquí. —Louis jadeó con las manos sujetando la helada taza de baño.
— Cuando hayas terminado. ¿Terminaste? —Harry bostezó, cerrando los ojos mientras frotaba la espalda de Louis con movimientos circulares.
— Ya terminé. —susurró, levantándose después de tirar la cadena, dirigiéndose rápidamente al lavabo para cepillarse los dientes.
Bufó mientras se miraba en el espejo, pálido y cansado.
— Sigues siendo hermoso. —confortó el alfa, apoyándose en la puerta mientras veía a Louis lavarse, deshaciéndose del mal sabor del vómito.
El omega escupió en el fregadero.
— La marca debe hacerte ver como un hermoso omega. Mentira. —Louis rodó los ojos, enjuagándose y secándose la boca después. — ¿Nido? —se dio la vuelta haciendo un puchero, extendiendo sus brazos hacia Harry que lo alzó, sujetándolo por los muslos y caminando de vuelta al nido.
Algo había creado constancia con el paso de las semanas, ahora Louis no vomitaba por la mañana sino de madrugada. No tenía sentido, pero ocurría, y Harry se levantaba cada vez para consolar a su omega, sin sorprenderse de encontrar un cachorro bajo las sábanas cuando volvían.
— ¿No tienes sueño? —Harry le susurró a su hijo, quien asintió adormilado, aferrándose a Louis cuando fue colocado en el nido.
— Puedes dormir, bebé. Mamá está aquí. —murmuró el de ojos azules, besando la frente del cachorro que ronroneaba.
— El lobo de mamá, por favor. —el niño suplicó, frotándose los ojos para evitar dormirse.
— Henry, mamá necesita dormir, mañana, ¿está bien? —dictó Harry mientras se arrodillaba sobre el edredón, suspirando cuando su pequeño negó.
— Papá también, por favor. —hizo un puchero, logrando que sus padres rodaran los ojos, pero decidieron aceptar, después de todo, necesitaban dormir.
Rápidamente la pareja se transformó, y de inmediato Harry olfateó el cuello de Louis, admirando la barriguita del lobo blanco, casi inexistente en su humano. Ambos rodearon al mimoso cachorro, aromatizándolo para que durmiera tranquilo.
A la mañana siguiente, la rutina familiar volvió a la normalidad, el típico lunes que Louis odiaba.
— ¡Mierda! —Harry exclamó después de escupir el café en su taza.
— ¡Esa boca! —regañó el omega con las cejas fruncidas mientras cortaba un sándwich en triángulos.
— Ugh. —el alfa se quejó. — ¡El café tiene sal!
— No, no lo tiene. —Louis achinó los ojos, colocando el sándwich en el plato para el cachorro sentado en la mesa, que balanceaba sus piernitas, esperando su comida.
— Sí tiene. —Harry frunció el ceño y vertió el líquido en el fregadero.
Optó por un jugo, sirviéndose a sí mismo y al cachorro.
— ¿Esto tiene azúcar? —se burló de Louis con una sonrisa, mostrándole el recipiente en el que se suponía que iba la sal. El omega le enseñó discretamente su dedo medio.
— Me confundí de frascos, tenía sueño. —se encogió de hombros, uniéndose a su familia para desayunar.
— Mamá está avergonzado. —Henry soltó una risita, cubriendo sus labios con sus cortos dedos.
ESTÁS LEYENDO
Five Years After You || L.S
FanfictionAmantes desde la infancia, Louis y Harry son jóvenes lobos enamorados, pero cuando son convocados por el ejército, Styles parte hacia la guerra contra los media raza, quienes luchan en busca del poder de Inglaterra, dejando atrás a su omega sin una...