Marry You

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— ¡Rojo! —Henry exclamó, arrastrando a Louis de la mano hasta la parte de los globos.

Harry se había quedado con las gemelas para que Louis y Henry pudieran tener un tiempo a solas. El omega estaba preocupado, por supuesto, pero se alegraba de ver por fin a su pequeño sonreír tan ampliamente.

— Sí, amor, ¡con el dorado quedará genial! —elogió Louis, poniendo el paquete en la cesta que llevaba en el brazo mientras Henry saltaba por toda la tienda con su camiseta de Iron Man.

La siguiente parada sería la tienda de disfraces, el cachorro quería que toda su familia estuviera disfrazada para la foto del pastel.

Y así lo hicieron.

Louis encontró disfraces de bebé para las gemelas, por lo que Henry se aseguró de elegir a Hulk y Thor para las niñas, a Spiderman para Louis y Capitán América para su padre, y para él, por supuesto, Iron Man. Incluso le pidió a su madre que lo llamara Sr. Stark durante toda la fiesta.

Louis no se negó.

— ¿Qué tal una piñata? —le sugirió a su hijo, moviendo las cejas.

— ¡Con muchos, muchos dulces! —el pequeño se frotó la barriga, asintiendo felizmente.

— Genial. Terminamos aquí. Papá pidió la comida, los juegos... Mmm... ¿Y tus amigos del colegio? ¿A quién quieres invitar? —preguntó, cruzando la calle para guardar los objetos en el coche.

Con el maletero abierto, Henry se colocó junto a su madre, pensativo.

— ¡Alex, Morgan, cualquiera menos Sarah! —gruñó, alejándose cuando Louis cerró la puerta.

— ¿Quién es Sarah? ¿Alumna nueva? —indagó, dejando que el cachorro se acomodara en el asiento trasero.

Louis odiaba conducir, lo odiaba con todas sus fuerzas, pero o conducía él o no sería una salida de madre e hijo.

— Sí. —Henry suspiró. — ¿Podemos tomar un helado antes de irnos a casa?

— ¿Con fresa y sin chispitas?

— ¡Sí!

— Recalculando la ruta a la heladería de Dan. —dijo Louis con voz robótica, observando la amplia sonrisa de su bebé desde el espejo retrovisor.

Suspiró con el pecho descomprimido, vaciándose de preocupaciones, pero bufó al vaciarse también de leche, manchando su camiseta. Probablemente las niñas tenían hambre.

Volvió a mirar el espejo retrovisor con el labio entre los dientes, simplemente no podía decirle al cachorro que tenían que volver a casa.

— ¿Estás bien, mamá? —Henry lo miró confundido, se habían quedado quietos desde hace rato.

— Sí, por supuesto. Vamos. —sonrió, dirigiéndose a la heladería que estaba cerca de la casa donde vivían.

Cuando ambos entraron en el lugar, algunas miradas se dirigieron a Louis, considerando la ridícula situación en la que se encontraba, pero no podía decepcionar a su bebé. ¡Vamos! Ya llevaba los benditos sujetadores de lactancia y su falsa protección.

— Dos helados de fresa sin chispas, por favor. —sonrió, buscando su teléfono para llamar al alfa, quien no tardó en contestar, un poco nervioso. — Hola, ¿estás bien?

— Sí, claro, obvio. —Harry respondió. El celular parecía estar bastante lejos. — Popo hasta la espalda, pero podemos lidiar con eso, ¿verdad, Ava? ¡Maldita sea, Evie, no, no! ¡El talco no!

— Ya vamos a casa, Henry pidió un helado y no pude negárselo, llevo una camiseta arruinada de leche, pero su carita... ¡Argh! Ni siquiera me importa oler mal. —murmuró Louis, observando cómo su hijo pequeño balanceaba sus piernas sobre una de las mesas cercanas a la ventana.

Five Years After You || L.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora