Había pasado un par de semanas desde su llegada al santuario de Kamar-Taj y con ello, las pesadillas que la atormentaban sin falta cada noche.
Justo ahora se encontraba leyendo el darkhold en su habitación hasta que los sonidos de pisadas acercándose la pusieron alerta, se colocó de nuevo lo guantes en cada mano y camuflajeo el darkhold para que pareciera un libro más, común y corriente.
Después de dos toques en la puerta abrió lentamente y se asomó una cabeza de cabello pelinegro.
—¿Gwen?— era Stephen, el cual siempre se acercaba para preguntarle como estaba —¿No quieres venir a desayunar?
—Iré en un momento.
El hechicero trató de restarle importancia aunque muy en el fondo se preocupaba por la condición de Maximoff, tal vez debería llamar a su hermana, Wanda.
La puerta del cuatro de Gwen fue abierta abruptamente, ella había escuchado ese pensamiento y definitivamente no quería que Wanda supiera que se encontraba allí.
—¿Que vamos a desayunar?
Gwen avanzó sonriente aunque claramente lo que menos quería era salir, pero también una voz le decía que debia hacerlo, genial, ya estaba enloqueciendo.
Wong y el resto ya habían salido a desayunar, a lo que solo Gwen y Stephen emprendieron rumbo a la cafetería más cercana.
Se sentaron en una mesa que estaba pegada a la ventana y pidieron su desayuno, Gwen ordenó un Sándwich con papas acompañadas de un jugo de naranja y Stephen unos hot cakes junto con una taza de café.
Stephen se retiró los guantes amarillos que llevaba para poder comer pero notó que Gwen no se quitó los guantes verdes que siempre llevaba.
—Puedo preguntar... ¿Por qué ocupas guantes?— hasta cierto punto se había hartado de la misteriosidad de la chica y quería saber más sobre ella.
Gwen pareció ponerse pálida por unos instantes, aún más de lo que ya estaba.
—Por que no me gusta el aspecto de mis manos— respondió con simplesa.
Stephen claramente no se tragó esa idea pero decidió no insistir, después lo descubriría.
—¿Y tu?— preguntó la peliverde con cautela.
—Tuve un accidente, mis manos sufrieron más daños y ahora....— definitivamente no le gustaba observar sus manos, le recordaban ese momento en el que creyó que su vida se acabaría y de cierto modo así fue, esas cicatrices siempre lo acompañaran.
Ese acto tocó el corazón de Gwen haciendo que ella se acercara a tomar su manos sobre la mesa con delicadeza.
Stephen sintió algo ante ese contacto pero decidió hacerlo a un lado.
La chica acariciaba su manos con sumo cuidado.
—Se ven horribles ¿cierto?— preguntó el pelinegro con voz baja viendo los gestos de Gwen.
—Pues yo solo veo una mala experiencia— Gwen levantó la mirada observando ahora los ojos de Strange —Y veo a alguien fuerte que pudo avanzar con su vida después de una mala página.
Stephen escuchó sus palabras con atención, sintió como su corazón se movia de arriba a abajo al ver los ojos verdosos de Gwen.
Gwen le sonrió con gentileza y apartó sus manos de las de él para comenzar a devorar su Sándwich, ninguno de los dos se había dado cuenta que sus ordenes ya habían llegado.
Pero parecía que Stephen había perdido apetito, su mente vagaba en otra cosa y le frustraba no saber que era con exactitud.
Después de que desayunaron, Stephen pagó la cuenta y volvieron caminando al santuario en completo silencio.
La compañía de Gwen se había vuelto un aura de paz para el hechicero, algo que nadie más le había dado, nadie más que no fuera Christine.
Llegaron a las puertas del santuario pero antes de que Gwen abriera Stephen la detuvo tomándola ligeramente del hombro.
—Hoy no habrá entrenamiento— exclamó el pelinegro rompiendo el silencio.
Gwen lo volteó a ver confundida por unos segundos —¿El mago tiene mejores cosas que hacer?
—De hecho sí, pasas mucho tiempo encerrada en tu habitación y para ser sinceros aún no sé mucho sobre ti.
La peliverde tardó un poco en comprender sus palabras pero finalmente lo logró ¿Queria saber más sobre ella? Por supuesto, de todos modos es su maestro y tenia que saber cosas sobre ella pero no quería, probablemente Stephen descubriera sus oscuros secretos y la echaria, no tendría a quien más pedir ayuda.
—¿Que quieres saber?— cuestionó.
Stephen pensó en que preguntarle, no creyó que la hechicera aceptaría y no había planeado algo.
—No lo sé, creí que me dirías "No tengo tiempo, tengo a mejores cosas que hacer como encerrarme de nuevo en mi habitación"— Stephen imitó el acento sokoviano de Gwen haciendo que ella riera, algo que la peliverde ya había olvidado.
—Yo no hablo así.
—Claro que si, deberías escucharte y para eso necesitas hablar con alguien y que mejor que el Doctor Stephen Strange— exclamó con su aire de arrogancia.
Gwen pareció pensarlo un poco —¿Tienes buenos temas de conversación que no sea algo sobre medicina?
—Ya veré que se me ocurre.
Una parte de la mente de la peliverde le decía que debía aceptar y la otra que no, que debía seguir buscando a James.
Miró sus guantes verdes que cubrían sus manos y dio un suspiro.
—Si logras ganarte mi confianza seré un libro abierto— habló mostrando su mano con el guante cubriéndolo.
Stephen asintió sonriendo, se encargaría de que así fuera.
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✔ 𝗔𝗡𝗢𝗧𝗛𝗘𝗥 𝗟𝗢𝗩𝗘 ━━━━ Stephen Strange
RandomSegunda parte de "REALIDAD" Ahora que Gwen se encontraba completamente sola, la peliverde decide buscar ayuda y que mejor que la del hechicero supremo. Lo que ninguno sabía era que la hechicera lo ayudará con la bruja escarlata quien también es su h...
