Era la mañana del 26 de diciembre y tanto adentro como afuera estaba nevando, Stephen y Gwen no podían dormir bien por el frío así los dos se sentaron en la cocina a beber una taza de chocolate que quedó la noche anterior.
—¿Quieres salir a caminar?— preguntó Stephen tras unos minutos de silencio.
Como la noche anterior la mayoría se durmió a eso de las cuatro de la madrugada estaban en el quinto sueño y lo más probable es que no despierten hasta las once de la mañana si no es que más tarde.
—Claro— Gwen dejó su taza a un lado y ambos caminaron a la salida.
Se pusieron sus abrigos y salieron de allí con la nieve cayendo del cielo.
Sentir el frío en su rostro fue como una ola de paz para Gwen, adoraba el frío y mucho más la nieve, inconscientemente cerró los ojos mientras caminaba para disfrutar el viento helado pero nuevamente los volvió a abrir al sentir a Stephen acercarse a ella con intensiones de pasar su brazo sobre sus hombros.
Ese simple gesto hizo que perdiera el equilibrio, eso y el agua congelada que estaba en el suelo.
Antes de que cayera logró sostenerse ella misma con su magia pero sentía la intensa mirada de Stephen sobre ella.
Él esperaba poder acercarse aún más pero al parecer Gwen aún no estaba segura así que no volvió a intentar abrazarla el resto de la caminata, no quería presionarla y tal vez eso era lo mejor también para él, ir lento siempre era mejor.
Eso lo aprendió a la mala.
Caminaron en silencio hasta llegar a un parque en donde niños y niñas estrenaban bicicletas y todo tipo de juguetes que Santa les había traído la noche anterior.
Gwen miraba con una sonrisa la escena frente a ella recordando las navidades que pasaba con Pietro y Wanda, no eran las mejores pero si para recordar, las mañanas de navidad desayunaban galletas con leche tibia mientras veían alguna comedia favorita de Wanda.
Wanda... ¿Como estará? Sentía preocupación por su hermana pero cada vez que trataba de localizarla no podía hacerlo, nisiquiera con magia y eso le generaba una extraña sensación de inseguridad y temor.
—¿Estás bien?— cuestionó Stephen al ver que Gwen se había quedado en una especie de trance, sus ojos habían pasado de reflejar felicidad a tristeza y notó como una lágrima salía de su ojo —Gwen.
La peliverde reaccionó y al sentir como sus ojos picaban trató de limpiarse mientras giraba la cabeza hacía otro lado en un inútil intento de evitar que Stephen la viera llorar.
—Sí, estoy bien— aseguró aunque el tono en su voz decía lo contrario.
Sintió la mano de Stephen sobre su hombro y la otra en su rostro obligándola a voltear a verlo.
—¿Quieres que regresemos?— su tono de voz gentil y suave fue como una manta para su fracturado corazón.
—No, de verdad estoy bien— una sonrisa apareció en su rostro al sentir otra vez la alegría navideña.
Sabía que no lo convenció pero aún así Strange decidió no insistir, otra vez, no quería presionarla ni para que ella se abriera con él.
—Ahora... ¿Que te parece si vamos a tomar un café?— preguntó Gwen tomando su mano para quitarla de su mejilla y después enredar su brazo con el de Stephen para seguir su camino —Estoy teniendo frío y quiero algo caliente.
—Bien, vayamos por ese café.
Aún con los brazos entrelazados se dirigieron al prácticamente único café abierto en toda la ciudad, por las fiestas era de esperarse que estuviera cerrado pero para su suerte estaba con las puertas abiertas.
Cualquiera que los viera pasar creería que eran una pareja feliz paseando por las calles nevadas de Nueva York, la gerente del café al que fueron creyó eso así que por una buena acción navideña los cafés fueron gratis con la condición de que los tomaran en el establecimiento, la gerente, que por cierto, era une mujer algo mayor solo le iba a decir a Maximoff.
—Que los disfruten— exclamó la mujer entregándoles su pedido y guiñándole un ojo complice a la peliverde, la cuál solo río un poco ante el gesto y antes de que fuera detrás de Stephen la detuvo —Dile a tu novio que esto va por parte de la casa.
—Muchas gracias— respondió Gwen sintiendo ese cosquilleo nuevamente al escucharla decir esa frase "tu novio".
No era su novio.
O al menos no aún.
Ambos fueron a la pequeña mesa para dos personas al lado de la ventana y tomaron su lugar uno frente al otro.
—Ya puedes respirar Stephen, no tendrás que pagar esto— bromeó Gwen refiriendose a los cafés.
—¿Qué?— el pelinegro iba a volver a preguntar cuando ella lo interrumpió.
—La mujer que nos atendió creyó que somos pareja así que nos los obsequió.
Stephen sonrió ampliamente al saber que la gente que los rodeaba ya creía que eran pareja, eso le hacía una gran ilusión.
Gwen también tenia ese mismo sentimiento pero a diferencia de él no lo expresaba mucho, solo se limitaba a formar una pequeña sonrisa con sus labios.
Ella creía que este podía ser el inicio de una linda historia con el hechicero pero solo eso y nada más, mientras que Stephen quería convertirse en aquel que le robaron suspiros, por el que cada mañana ella despertara ilusionada.
Stephen queria que viviara enamorada, así como él estaba comenzando a hacerlo de ella.
Tal vez podía llegar a hacer que el sentimiento fuera mutuo, solo debían esforzarse un poco más.
"Vamos"
Escuchó nuevamente esa voz en su mente a lo que solo se llevo su mano izquierda a la frente tratando de calmar su mente, Gwen Maximoff sentía que podía volverse loca si no llegaba a descubrir ciertos misterios que comenzaban a aparecerse en su vida.
Aunque después de todo, así no sería la única Maximoff con estabilidad mental.
Wanda Maximoff ya no lo estaba y probablemente ella caería si Stephen no la volvía a ayudar a levantarse.
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✔ 𝗔𝗡𝗢𝗧𝗛𝗘𝗥 𝗟𝗢𝗩𝗘 ━━━━ Stephen Strange
RandomSegunda parte de "REALIDAD" Ahora que Gwen se encontraba completamente sola, la peliverde decide buscar ayuda y que mejor que la del hechicero supremo. Lo que ninguno sabía era que la hechicera lo ayudará con la bruja escarlata quien también es su h...
