xviii

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—Pero mira nada más niña. ¿Y ahora que te pasó? —preguntó su madre viéndola aferrada a su brazo lastimado y Blue en el canguro, pero en su espalda.

—¿Puedes llamar a papá? No quiero volver a ir al hospital —pidió sentándose en el sillón individual de la sala.

—¿A tu padre?

—Si, por favor —hizo una mueca de dolor—. Mamá, llámalo. ¡No aguanto!

—Okey, okey. Lo llamaré —renegó un par de veces y finalmente llamó a su ex marido.

—Viene en camino —aseguró después de un rato volviendo a sentarse a un lado de ella.

—Pero ¿cómo te paso esto? Se supone que estabas en la escuela.

—Me caí de las escaleras —mintió.

—¿Y por qué tu profesora no me llamó?

—Fue en la salida, salí de últimas porque no encontraba a Blue y cuando trate de acomodarla; ya sabes, no puedo hacer todo con un solo brazo. Así que termine cayendo

—Ay, Cassidy. Sólo a ti te pasan este tipo de cosas, hija —desabrocho con cuidado el canguro y puso a Blue en otro sitio.

Un par de toques en la puerta llamaron su atención.

—Debe ser tu padre —mencionó sarcásticamente—, iré a abrir. Ya no te muevas.

—Créeme que no lo haré —se quejó.

—Hola, ¿cómo estás cariño? Esta algo quejumbrosa, pero es porque esta lastimada de un brazo, nada grave. Pero vamos, entra. Entra —se hizo a un lado y Gallagher entró a la casa.

Reynolds maldijo en cuanto lo vio entrar.

Pero fingió una sonrisa cuando se acercó a ella junto a su madre y el enorme ramo de flores.

—Hola Cass, ¿cómo sigues? —preguntó sentándose en el sillón a su lado.

—Pues no muy bien como podrás notar —sonrío sarcástica.

—Si, me lo imaginó.

—¿Quieres algo de tomar, Aidan?

—Agua, se lo agradecería mucha señorita Carson.

—Agua, entendido. ¿Tú, Cass?

—Estoy bien, mamá. Solo el agua de Aidan.

Su madre asintió y se fue de ahí, inmediatamente la sonrisa de la primogénita se borró.

—¿Qué haces aquí? Creí haber sido clara al respecto —comenzó susurrando.

—Yo también. Te dije que no me apartaría mucho, porque ese loco está cerca —siguió él, entre susurros también.

—Él no va a hacerme nada, él te quiere a ti —golpeó su dedo índice contra el pecho del castaño.

—Y sabe que a mí no va a tenerme tan fácil, por eso irá tras de ti. ¿Es que acaso no lo entiendes?

—Claro que lo entiendo, pero se defenderme

—Claro que sabes, yo te enseñé. Pero con el brazo hecho mierda como lo tienes, no servirá de nada —puntualizó.

—Siempre quieres hacerme ver como una tonta que no sabe siquiera atestar una buena patada en las‐

—Por favor no termines —pidió cubriendo su rostro.

—Entonces, sino quieres que las use deja de tratarme como una inútil. En vez de hacer eso y estar peleando conmigo deberías cuidar a tu hija —señaló a la bebé de plástico en otro de los sillones—. Porque ya me cansé de ser madre soltera. También es tu hija.

𝑇𝑜𝑑𝑜𝑠 𝐸𝑛 𝑈𝑛𝑜 [𝑇𝑒𝑟𝑚𝑖𝑛𝑎𝑑𝑎]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora