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Se reincorporó sintiendo el dolor latente en su cuerpo.

—¿Estás bien? —oyó una voz lejana, el ruido blanco, sonando constante en su oído lo hizo quejarse—. ¿Estás bien? ¿Puedes oírme? —volvió a escuchar.

El olor a alcohol en sus fosas nasales lo hizo reaccionar un poco más.

Aidan.

¿Cass? —se tomó la cabeza conforme se sentaba en el pavimento. Miró a su amiga frente a él, sin un rasguño—. ¿Cass?

Y desapareció.

—El chico reaccionó —les informó a sus compañeros.

Entonces notó el caos a su alrededor. La brisa golpeando su cara.

—Nana —se levantó de golpe, y un mareo vino a él para hacerlo caer.

—No te levantes así, puedes lastimarte.

—No, no. Mi abuela esta ahí y mi... ¡Cass!, ¡Cassie! —intentó volver a ponerse de pie pero la señorita lo detuvo—. No, no. Ellas están ahí, necesito ir con ellas.

Los bomberos seguían apagando las llamas del accidente.

—Las personas que estaban en el auto ya fueron llevadas al hospital —le informó la mujer a su lado.

—Llévenme con ellas, por favor. Quiero estar con ellas.

—Hijo, necesito que te tranquilices —le tomó ambas de sus manos y las apretó entre las suyas.

—No puedo perderlas —la empujó y salió corriendo a tropezones y cojeos.

—¡Niño! —siguió corriendo, no iba a dejar que lo atraparan tan fácil.

—¿A dónde crees que vas?

Volteó a un lado y de un puñetazo quedo noqueado nuevamente en el asfalto.

—Vamos niño, es hora de que esto termine —salió de su escondite y tomó al castaño como costal de papas.

El tipo estaba algo golpeado por el choque pero nada que no pudiera tratarse, él había tenido más precaución. Subió a Aidan al vehículo y tal y como le ordenaron amarro sus extremidades para dejarlo inmóvil.

—Lo siento —y cerró con fuerza la cajuela.

[...]

Poco a poco fue abriendo los ojos, su cabeza dolía y ni hablar de su figura. Todo a su alrededor estaba oscuro, o más bien, el saco sobre su cabeza hacía sus alrededores oscuros. A excepción por los pequeños huecos donde se filtraba la luz.

—Despertaste.

—¿Debería sorprenderme para no arruinarte el show? —siguió abriendo y cerrando los ojos para adaptarse, su nariz sangraba por el golpe de hace rato.

—Siempre tan gracioso, Aidan.

—¿Ahora sabes distinguirnos?

Su risa nasal se escuchaba cerca de su perímetro. Lo cual lo mantenía alerta. Sinceramente no sabía lo que planeaba y en esa situación estaba en desventaja.

Jadeo cuando sintió el tirón en su cabello al momento que le retiraba el saco de la cabeza.

—¿Qué es lo que quieres?

—¿No lo sabes?

—Sinceramente no se nada de ti, sólo que tienes una estúpida obsesión conmigo, ¿o cómo le llamarías tú a esto? Yo estaba bien con la abuela, me aleje de ustedes para que tuvieran su vida perfecta y aún así seguiste persistiendo para que volviera.

𝑇𝑜𝑑𝑜𝑠 𝐸𝑛 𝑈𝑛𝑜 [𝑇𝑒𝑟𝑚𝑖𝑛𝑎𝑑𝑎]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora