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—¿Cómo sigues de tu cabeza cariño? —preguntó Lauren acariciando el cabello castaño de su hijo.

—Aún duele, pero ya no tanto —murmuró aun con las sábanas cubriendo su rostro.

—¿Tomaste la pastilla que te di?

Él sólo asintió.

—¿Quieres comer algo?

—Comí con Cassidy, estoy bien.

—Okey, está bien —siguió acariciando la cabellera del muchacho.

—¿Mamá? —la mujer hizo un sonido nasal en señal de que siguiera hablando—. ¿Cuándo volveremos a casa?

—No lo sé, —suspiró. No había hablado con su marido desde aquel día en que sucedió eso— tal vez en unos días más. ¿Extrañas la casa?

—Extraño mi cama

La madre sonrío con ternura hacía su hijo, si, en definitiva, él sólo extrañaba su cama.

[...]

—Hola Aidy —saludo la anciana mujer.

—Nana —se acercó para besar la mejilla de su abuela.

—¿Cómo estás mi niño? Aparte de enorme y guapo, por supuesto —sonrío acariciando las mejillas de su nieto.

—Bien, sólo un pequeño dolor de cabeza

—Lauren, ¿ya le disté una pastilla a mi niño?

—Ya mamá, son los dolores vespertinos —explicó, mientras miraba las fotografías familiares repartidas en todos los muebles de la casa.

—¿Quieres un caramelo?

El adolescente le dio una pequeña sonrisa de labios cerrados a su abuela y negó. —Estoy bien, nana.

—¿Es eso o es por qué tu madre está aquí? Ella no te dirá nada.

—Estoy bien, no te preocupes —aseguró, y se acomodó mejor frente a la anciana— ¿Cómo haz estado tú?

—Bien, muy bien. Esperando que mi niño viniera a visitarme, ni siquiera viniste para San Valentín.

—Tuve algunos contratiempos —arrugó su nariz y beso sonoramente la arrugada mejilla—. Pero ahora estoy aquí, y me gusta estar aquí.

—Te gusta estar con tu nana —abrazó al muchacho y acarició su cabello— Seguramente ese contratiempo se parece mucho a esa amiga tuya, eh.

Aidan frunció el ceño y ladeo su cabeza mirando a su nana. —¿Qué amiga?

—Ay, hijo. Soy vieja pero no tonta, tu amiga esa, la niña bonita que venía a tus cumpleaños.

—¿Cass?

—¡Esa! Si, Cassidy. ¿Es tu novia?

—No, nana. ¿Qué dices? —se rio.

—¿Qué? Ella es muy linda y mi nieto muy guapo, podrían darme bisnietos hermosos —su rostro adaptó un rojo cual tomate, hasta las puntas de las orejas.

—Nana, ¿qué dices?

[...]

—¿Aidan?

El nombrado asintió. La castaña suspiró.

—¿Estas bien?

—¿Ya podemos hablarnos? —preguntó cruzándose de brazos.

𝑇𝑜𝑑𝑜𝑠 𝐸𝑛 𝑈𝑛𝑜 [𝑇𝑒𝑟𝑚𝑖𝑛𝑎𝑑𝑎]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora