Besos

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Durante el día y, recomendó el curandero que por la siguente semana, Milo y Amara fueron el sostén del hogar. Yo me quedé en mi cama y viendo al pueblo por la ventana. Por la pasta que nos recomendó y las cosas que dijo que hiciéramos, la fiebre se quitó, no sé qué me daba pero su medicina era la mejor, efectos muy rápidos en tan poco tiempo. Llegó la noche y Francisco apareció, para ser franca, no lo esperaba.

-Hola Antonio- dijo mi hermano al abrir la puerta principal de la casa.

-Hola, ¿y Savannah?- preguntó por mí al ver qué no estaba en la puerta.

-Está enferma, el curandero vino ayer y dijo que su enfermedad no era contagiosa por lo que puedes verla.

-Gracias- se cerró la puerta -Guíame hacia ella, por favor- escuché unos pasos acercándose a mi cuarto y se abrió la puerta.

-Los dejo solos, voy a ayudar a Amara a hacer la cena- Milo cerró la puerta.

-Hola- le dije cabizbaja mientras estaba en mi cama cubierta con una cobija.

-Hola- me besó. Me sorprendí, durante las últimas tres semanas no lo había hecho, era yo la que lo buscaba, ahora él busca de mí.

-¿Y eso por qué?, durante las últimas semanas, has evadido mis besos, ¿ahora me besas?

-Es que...- tardó para responder -quiero quitar el sabor de los labios de Aurora. Prefiero los tuyos- volvió a besarme, acepté su beso, no importaba la razón, quería besarlo y que él me correspondiera. Sé que es egoísta de mi parte pero él fue el que empezó, no yo. -¿puedo recargarme en ti?- Preguntó, acepté dudosa pero lo quería tener cerca, lo amaba y necesitaba. Se sentó en el borde de mi cama, agachó su fornido torso y se puso sobre mí, sus antebrazos detenía su peso. Colocó su cabeza cerca de mi cuello y trató de abrazarme con sus dos manos, estábamos frente a frente  en la cama. Me puse roja, no sabía que hacer, el también estaba rojo -Me quiero disculpar por mis acciones. En estás últimas tres semanas he tenido problemas con mi familia y, sin querer, hice que te alejaras de mí.

-No hay problema- traté de esconder mi nerviosismo. No sabía qué hacer ante su acto, pero lo abracé, sentí que era lo más apropiado.

-Pero me siento muy apenado contigo- me abrazó con más fuerza. Mi nerviosismo aumentó más. Me vio -¿Qué puedo hacer para recompensarte?- no le podía pedir que se alejara de Aurora, pero no sabía que más pedir. Empecé a acariciar su hermoso cabello ondulado oscuro, diversos aromas salieron de él.

-Nada, puedes seguir tratándome como antes, y ya- dije -no es tan difícil. Solo quiero que vuelvas a ser el mismo Francisco de siempre- se acercó a mi y me besó. No quería que ese beso acabara, por lo que puse mis manos en su cabeza mientras jugaba con sus cabellos y pegaba su cabeza a la mía. Todo él era perfecto. Francisco se sorprendió por mi movimiento pero al mismo tiempo lo entendió. Me abrazó y pegó su cuerpo contra el mío, podía sentir su musculatura. En nuestro beso sentí que algo entró a mi boca, me sorprendí pero no me asusté, paró unos segundos después.

-Disculpa- dijo rojo -No sé qué me pasó- ahora el nervioso era él.

-No te disculpes- dije apenada -¿Te lo enseñó Aurora?- estaba triste pero lo oculté al levantar una ceja y poner una sonrisa falsa en mi cara.

-¿Qué?- se sorprendió, no se esperaba la pregunta -no, espera...- se acomodó -quiero hablar contigo sobre ella. Ella y yo no... El amor que hay entre los dos...- parecía que trataba de decirme algo que quería escuchar pero él no encontraba las palabras  -No...- Amara abrió la puerta.

-Antonio, ¿quieres cenar con nosotros?, ¿O traigo tu plato para que cenes con Savannah?- te odio, Amara. Pensé.

-Lo último, por favor- le contestó Francisco nervioso a Amara mientras estaba encima de mí en mi cama, me tenía en sus brazos y yo lo abrazaba. Amara solo río y cerro los ojos como señal de aceptación.

-¡Toca la puerta antes de abrirla!- la regañé -Amara cerró la puerta mientras sonreía. Me dio pena.

-Creo que deberíamos separarnos- dije refiriéndome a nuestro "abrazo".

-Yo creo que no- volvió a besarme, ahora con más pasión, volvió a juntar nuestros cuerpos pero Amara tocó la puerta. Nos separamos rápido y ella entró. Lo vuelvo a pensar, te odio Amara.

-Aquí está su cena- nos dio platos con quién sabe qué es se inventó -disfrútenla- Se fue sonriente. Francisco me habló.

-Lo siento, por lo de hace ratito- hablaba del beso con lengua -Yo... No me contuve y...- habló apenado, lo interrumpí.

-No te preocupes, me agradó- dije en un susurro, nos pusimos más rojos de lo que estábamos, sentía una presión y calor horrible en mis mejillas, supongo que Fran también lo sentía -no quiero que creas que soy una chica fácil pero, cuando se trata de tí, por alguna extraña razón, me gusta experimentar todo- dije. Claro que sabía que la "extraña" razón era porque en había enamorado de él, pero no sé lo iba a decir. Él tiene que casarse con la princesa, además, él no me ama.

-No creo que seas una chica fácil, eres la chica más difícil que he visto- se acercó -... y la más hermosa- tomó algunos mechones que tenía en el rostro y los colocó detrás de mis orejas -Créeme cuando te digo esto, no hay chica que compare tu belleza- ya no sabía cómo tomarlo, a Aurora le dijo lo mismo.

-Seguro eso se lo dices a todas las chicas- le contesté. Con mi respuesta me refería a Aurora, pero no le iba a decir que la vi con ella.

-Si se lo llego decir a alguien más que a ti- me besó -no tengas celos, lo diría solo porque es lo que quieren escuchar- volvió a besarme -Tú eres la chica más bella que he conocido, fuerte, valiente, pero también amorosa- habló entre besos.

Paró de besarme después de un rato y seguimos hablando de cualquier cosa, sin embargo, no pasaba mucho tiempo cuando volvía a besarme. Eso se repitió durante la semana que me dijo el curandero que tenía que estar en la cama. Francisco volvió a venir todos los días e iba directo a mi cuarto. Él se acostada a un lado mío y hablábamos, luego nos besábamos y volvíamos a hablar. Esa semana fue de ensueño.

Diario de una CampesinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora