Soledad

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Cuando ellos salieron, al igual que las personas que hicieron la limpieza, me solté a llorar -Ya, mi amor, tú no eres la culpable de nada de lo que está pasando...- Francisco me abrazó mientras me tiraba al piso a llorar.

-¡Claro que la tengo!, nunca tuvimos que regresar, nunca tuvimos que aceptar el juicio, nunca tuvimos que vivir en Roma y nunca tuvimos que casar...- me detuve, no quería completar la frase.

-¿Qué esperas?, ¡dilo!- Fran me contestó enojado, su tono de voz había cambiado, estaba muy molesto. Dejó de abrazarme, no contesté -¡Vamos, mujer, solo dilo de una buena vez!, saca tus verdaderos sentimientos- no obtuvo respuesta mía. -Bueno, te ayudo con tu frase, ¡"nunca tuvimos que casarnos, formar una hermosa familia y ser felices"!- gritó -¿Eso ibas a decir, no es verdad?- lloré -Mírame y contesta- lo miré pero no contestaba, exactamente eso pensaba, quería parar de llorar pero no podía. Le salieron lágrimas.

-Fran, yo...- traté de limpiar su rostro mojado de lágrimas, pero me quitó la mano del rostro. -No quise decirlo, no es lo que pienso...- era verdad, nunca lo tomo como verdad, a veces digo cosas sin pensar cuando estoy enojada, triste o desesperada para tratar de imaginar que las cosas que pasan no hubieran sucedido, para imaginar una realidad ficticia. Pero no es lo que deseo que hubiese ocurrido, a veces sí pero no en la mayoría de los casos, y esa frase negaba un hecho del que no me arrepiento de nada.

-Hay momentos en los que me pregunto si en realidad me amas, o si solo me aprecias- tomó mi rostro con firmeza -no sabes lo que dejé atrás por ti: bien pude casarme con Aurora, tener una familia con ella, viajar de Reino en Reino y tener mucho poder. Podría haber cambiado muchas cosas en éste y en otros Reinos, pero preferí estar contigo, la mujer que he amado desde Dios sabe cuánto tiempo, preferí que mi familia y todos me odiaran porque solo me importaba tu amor, pero veo que ni tengo eso...

-No Fran, me entendiste mal, yo te amo...- imité su acción tomando su rostro.

-Si es así, ¿por qué a cada rato te arrepientes de la decisión de casarnos y de formar una familia?, ¿acaso solo te agrado y, para no hacerme sentir mal, haz tenido hijos conmigo?- estaba indignado y enojado, aventaba sus palabras sin medir qué tanto me podía afectar.

-No, te he dado a luz a dos hermosos y bellísimos hijos porque te amo, como tú a mí...

-Entonces, dime, ¿por qué en cada dificultad que tenemos no me dejas apoyarte lo suficiente, te guardas cosas para tí y dices lo de "nunca tuvimos que casarnos "?- se levantó y fue a mi cuarto, al estar en la puerta, se detuvo y me vió -me iré, me llevaré a los niños. Te daré la opción de recuperar tu antigua vida para no traerte más problemas; si quieres, hoy mismo nos divorciamos y no te molestaré nunca más, ni los niños. El bebé que traes en tu vientre, quisiera que lo tuvieras y que, cuando nazca, me lo entregues, pero si no lo quieres, solo avísame. No quiero ser un estorbo, ni el origen problemático para ti y tu familia- se metió al cuarto y puso llave. Me levanté y corrí a la puerta de mi cuarto. Traté de abrir pero no podía. Lloré.

-¡Fran, no, por favor!- gritaba mientras mi voz se iba de poco en poco, de tanto gritar y llorar, me estaba quedando ronca. -No te vayas, mi amor, ¡te necesito!- me recargué en la pared mientras lloraba intentando abrazar la puerta. Esta se abrió a los pocos segundos, Fran tenía maletas en sus hombros y a los niños en sus brazos. Mi esposo salió de mi cuarto y caminó hacia la puerta de mi casa, la abrió -Fran, tenemos que hablar- lloraba mientras lo seguía. Él me miró.

-Cuida a mi bebé, puede morir, ten cuidado- dijo para después cerrar la puerta, la abrí inmediatamente.

-¡Francisco!- grité. El mencionado, que ahora estaba a unos pasos lejos de mi casa, se detuvo. No volteó a verme -¡te necesito a mi lado, en las buenas y en las malas!- gritaba mientras tenía tomada la puerta con una mano -Vamos, perdóname por lo que he dicho, habló sin pensar y...- se detuvo y me calló con sus palabras, no me volteó a ver, solo habló.

Diario de una CampesinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora