Epílogo I: Coronación

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Ese mismo día en el bosque, Francisco pidió ayuda a un campesino a trasladar el cuerpo de su difunto padre al Palacio. Yo lo seguí con una pequeña distancia de diferencia. Al entrar, la Reina, el Príncipe Aldric, Brad y la Princesa Margaret lloraron por un rato pero, cuando cesaron, algo inimaginable ocurrió: la Reina miró a su hijo y a mí con nuestros hijos en mis brazos, hizo una reverencia y se incó.

-¡Larga vida al Rey Francisco!- exclamó al mismo tiempo que hizo un puño con la mano derecha y la puso en su corazón, esto significaba que daría su vida por él -¡Larga vida a la Reina Savannah y a los Príncipes, Francisco II y Antonio!- miraba el suelo, estaba muy avergonzada y apenada por todo lo que había hecho y dicho ante mí. Me incomodé por la situación, pero a la vez me sorprendí, reconoció la autoridad de su hijo y su familia, y la aceptó. Sus hermanos hicieron lo mismo, al igual que la esposa del Príncipe Aldric.

-¡Larga vida al Rey Francisco, a la Reina Savannah y a los Príncipes, Francisco II y Antonio!- imitaron todas las acciones de su madre. Los sirvientes hicieron lo mismo. Francisco ordenó que se levantaran y que atendieran el cadáver de el Rey.

El día siguiente de la muerte del Rey, el Gran Teodoro, Francisco mandó a enterrar a su padre en una edificación que asimilaba una tumba de piedra, el mismo Rey lo mandado a construir unos años antes. Lo velaron por un día entero. Francisco no volvió a derramar lágrimas por su padre después del bosque, era extraño para mí porque, en mi caso, todavía seguía llorando por mi padre.

Hablando con Francisco, decidimos dejarle el cuarto donde se supone que tendrían que estar el Rey y la Reina, a su madre, la antigua Reina Margoth. Francisco le dio a Aldric la oportunidad de quedarse, pero él se marchó por orgullo con su esposa, nunca supimos a dónde fueron, jamás regresaron. Brad se quedó a nuestro cuidado y al de su madre, mientras que Margaret empezó a planificar la boda con el soldado a quien amaba. Se casó tres meses después, ahora está embarazada.

Medio año de estar públicamente en luto, se emitió un comunicado a todos los campesinos del Reino y a todos los reinos vecinos para que asistieran a la Coronación Oficial de Francisco como el nuevo Rey de Rávena. Francisco, con ya veintitrés años, mis hijos con un año y dos meses, mi nueva hija que acababa de nacer hace unas semanas, y yo con veintidós años, salimos del cuarto de Francisco bien arreglados y vestidos. El Mayordomo Real nos había llamado ante todos los invitados. Nos sentamos en las sillas correspondientes. Francisco, mi esposo, se sentó en el trono de enmedio con los dos pequeños en sus piernas, yo me senté en el trono más cercano al del Rey, tenía a mi bebé en brazos.

-Ahora, continuemos con la ceremonia- el Mayordomo dejó que el Papa bendiga nuestro matrimonio y nos puso las coronas mientras hablaba.

-Larga vida a la Princesa Alicia- dijo mientras le ponía una corona pequeña a mi bebé, todos los presentes repitieron. -Larga vida al Príncipe Antonio y al Príncipe Francisco II- todos lo repitieron mientras unas pequeñas coronas se plantaban en la cabeza de mis pequeños mellizos -Larga vida a la Reina Savannah- todos aclamaron mi nombre, por primera vez me sentí aceptada ante todos, no me decían cosas fuera de tono porque mi madre "fue prostituida", no decían nada a mis espaldas porque mi padre era inválido, no murmuraban que yo era hombre por hacer trabajos de hombres, no criticaban que me fugué con el Príncipe y tuve hijos con él. Me sentí en casa. Se me colocó una corona en la cabeza -y larga vida al Rey Francisco- todos dijeron al unisonido lo mencionado por el Papa. Francisco se levantó con los niños, yo imité su acción. Todo el auditorio se postró delante nuestro, incluyendo a la madre de Francisco, a Brad, a Margaret y a Aldric, quién solamente asistió a la coronación. A lo lejos vi a Milo, Regina y su hijo, también a Amara, ella estaba sola, entendí que había roto su relación con el soldado hace un tiempo.

Diario de una CampesinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora