Pasó el mes que dijo Milo y nunca hubo noticias sobre el embarazo de la esposa de Aldric. Hoy, la plaza estaba llena, la familia Real salió con Aurora y con Francisco quien estaba atado de pies y manos. Estaba en el suelo, su cabeza se recargaba en las duras piedras. Al asomarme a la ventana con mis hijos en brazos, vi que la esposa de Aldric estaba golpeada, tenía moretones en varías partes del cuerpo, sus moretones eran tan grandes y coloridos que hasta yo los podía ver. Supongo que Aldric usó la violencia como medio de desquitar su ira.
-Hoy, como varios sabemos, sería el anunciamiento de la espera del hijo del Príncipe Aldric, sin embargo, como muchos ya pensaban, me entristece informar a todo el pueblo de Rávena y al Reino que el Príncipe Aldric es estéril. No puede conseguir embarazar a su propia mujer, por lo que, además de ser una vergüenza para la familia Real y, siguiendo con la ley, les tengo que anunciar que Francisco, el Príncipe de Rávena, tendrá la oportunidad de ser el heredero al trono, él será el Rey porque tiene la capacidad de dar herederos- el Rey suspiró -He hablado con la Princesa Aurora y llegamos a un acuerdo, el cuál, ella lo va a explicar.
-Bueno- empezó a hablar la mujer -los que voy a decir no me convence del todo pero es una medida que, según el Rey, el Gran Teodoro, y yo, es la mejor para el pueblo, para el Príncipe Francisco y para los mellizos que tuvo con la campesina prostituta- me enojé porque habló de mis hijos y de mi con tono despectivo, su voz y cara mostraban asco y repudio -Francisco, mi amor- miró a mi esposo quién estaba en el piso- estoy dispuesta a criar a tus hijos como si fueran míos. Ellos tendrán las mismas oportunidades que tuviste en la infancia y yo los criaré con amor. Ellos podrán ser los futuros Reyes de nuestro Reino y tú vivirás en el Palacio hasta tu vejez.- miró al pueblo, sabía que había un informante y por ello lo hizo -Para esto, la mujer me tiene que entregar a los niños, romper el documento donde se manifiesta su compromiso matrimonial y nunca más volver a vernos. Ella tendrá que huir hacia lo más recondito del Reino y olvidarse de ésta vida.
¿Querían separarme de mis hijos? La idea era buena, ellos iban a vivir en el Palacio y reinar en el futuro, pero no quería que me los quitaran, son toda la familia que tengo, daría mi vida por ellos...
-No- dijo Francisco serio y seco.
-¿Qué dices?- preguntó Aurora mientras posaba una mano encima de sus pechos como manifestación de ser ofendida e indignación.
-Dije que no, ¿estás sorda?
-¿Por qué no, mi amor?- dijo enojada mientras quería tocarle la cara, Fran apartó su cara de ella con un movimiento brusco.
-Primero, no soy tu amor, soy el amor de mi esposa- me sonrojé estando a distancia de él -Segundo, esos niños tienen una madre, una madre tan buena que los ama, ella no será remplazada por nadie- Francisco tenía razón, pero por más que la idea pasaba por mi mente, lo único que podía pensar era que Francisco y nuestros hijos estarían a salvo. Mi alma y corazón se partían en dos al pensar que nunca más los iba a ver pero sabría que estarían con vida. Traté de abrir la puerta del sótano.
-¿Prefieres que se mueran en quién sabe dónde a qué yo los eduque? Eres un malagradecido egoísta. ¡Tienes que arrodillarte ante mí y suplicar mi perdón, Francisco!- gritaba Aurora, se escuchó un golpe, supongo que fue de ella hacia él.
-Ella es mejor madre para ellos que tú- le escupió, los soldados empezaron a golpear a Francisco como respuesta. Toda la plaza estaba en alboroto, había bullicio, estaban divididos: "es una buena idea" contra "¿Cómo se atreven a separar a una madre de sus hijos", pero, de pronto, hubo un silencio. Todos miraron hacia la dirección de la casa abandonada donde yo estaba porque había salido con mis hijos en brazos. Yo vestía el mismo vestido de trapos con el que llegué a Rávena hace casi seis meses, pero ahora estaba más sucia que antes. Mis pequeños estaban vestidos con retazos de sábanas y de mi vestido, ambos sucios, aunque los podía bañar, las condiciones del sótano eran pésimas. Las condiciones en que nos presentamos al pueblo eran horribles.
La Familia Real me veía sorprendida y con odio, Francisco se entristeció al verme, tenía los ojos llorosos, podía leer su pensamiento "¿Qué haces?, ¡huye con ellos, no los entregues!, prefiero morir a que te separes de ellos".
-¿Francisco y nuestros hijos estarán a salvo si te los doy?- pregunté llorando a Aurora mientras me acercaba caminando, me costaba hacerlo. Estaba tan débil y mal nutrida que apenas podía estar de pie, ella lo notó.
-Definitivamente, al igual que tú- se acercó a mí con asco. Francisco estaba agitado.
-¡Vete, Savannah!- Francisco gritaba desesperado, unas lágrimas salían de él -No se los entregues- trataba de levantarse pero no podía. Un soldado aplicó fuerza contra él para que no hablara, quería llorar pero estaba deshidratada, no salina lágrimas de mí.
-No le hagas caso, yo los cuidaré y educaré mejor que tú- Aurora extendió sus brazos, los míos respondieron por sí solos y entregué a mis hijos. Por dentro lloraba y gritaba, por fuera solo estaba espantada y pálida por la falta de sol y de agua. Amara y Milo me alimentaban, pero los niños demandaban más nutrientes de los que tenía en mi cuerpo.
-Él es Francisco y él es Antonio- dije mientras los daba -¿Puedo acercarme a mi esposo?- afirmó mientras sostenía a mis bebés, los cuáles, dormían. Fui corriendo hacia Francisco, lo desaté y lo abracé mientras lloraba. Él también me abrazaba fuertemente mientras lloraba. -Fran, eres padre, somos padres- le dije mientras lo abrazaba con fuerza.
-¿Por qué, Savannah, por qué se los diste?- sus lágrimas eran pocas, pero humedecían mi sucio vestido.
-Ya no soportaba verte golpeado, no soportaba la idea de ver a nuestros hijos morir y a tí en el calabozo hasta que dejaras de respirar por el moho- lo miré -te amo Francisco- lo besé varias veces -te amo, te amo, te amo- lloraba sin parar -diles a mis pequeños que su madre también los ama con toda su alma y que lo que hizo fue para que ellos siguieran con vida y que la vivan en mejores condiciones que ella- me levanté, fui donde Aurora, besé a mis bebés y me fui corriendo de ahí. Mis hermanos y Francisco intentaron detenerme pero los primeros no me alcanzaron y Francisco no tenía la fuerza suficiente para hacerlo. Nunca ví para atrás, sabía que no iba a sorportar la escena y me iba a morir de tristeza.
Lloraba mientras corría a las afueras de Rávena. En mi poseción no tenía nada más que un bote con agua que había sacado del sótano, unas monedas y el papel donde mencionaba que estaba casada con Francisco. Pasaron las horas y llegué a la ciudad más cercana a Rávena, pedí asilo, me lo dieron. Fui a un cuarto prestado, me acosté en la cama y lloré amargamente. No pensaba que mi vida iba a ser así, quería vivir con Francisco durante mucho tiempo y morir en sus brazos. Quería tener una familia con él, ver a mis hijos crecer y casarse, ver a mis nietos y jugar con ellos. Mis pequeños, Francisco y Antonio, crecerán sin su verdadera madre, recibirán las enseñanzas de Aurora y su manera de ver la vida, pero mínimo tendrán a su padre, quién vigilará por ellos.
Mientras tanto en Rávena, después de que Savannah salió, Aurora se acercó a Francisco quién estaba en el suelo.
-Amor, mira, ¡tenemos dos hijos! Él es Francisco y él es Antonio- Francisco se los arrebató y los tomó con fuerza, con las pocas que le quedaban. Protegía a su familia.
-Son mis hijos, su madre es Savannah, no tú- los bebés se despertaron y empezaron a llorar con fuerza -mis bebés, cálmence, aquí está su padre...- Aurora se enojó y le dio una cachetada a Francisco.
-Todavía que consigo que la prostituta sea libre al igual que tus hijos, ¿con ésto me pagas?, deberías amarme y jurarme lealtad hasta la eternidad.
-Eso se lo prometí a mi esposa, la Princesa Savannah- contestó Francisco con seriedad y tono seco -ella es a la que amo y, aunque pasen miles de años, la seguiré amando- se levantó ,volteó y caminó con las pocas fuerzas que pudo hacia el Palacio. El Rey y su familia todavía se quedaron en la plaza hablando con la gente, ésta se preguntaba a dónde había ido la Princesa Savannah.
Francisco fue a su habitación y adecuó el lugar para sus bebés, él los alimentaba con leche de vaca mientras se recuperaba y hacía creer a la sociedad que empezaba a aceptar a Aurora. De vez en cuando, Milo, Amara y el padre de Savannah iban a visitarlo para ver a los niños, los tíos jugaban con los sobrinos y el abuelo platicaba con el padre, ambos preocupados por el paradero de la madre de los infantes, de vez en cuando ambos lloraban en diferentes momentos pero se hacían fuertes para que los bebés y sus tíos no se llenen de amargura.
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Diario de una Campesina
Teen FictionUna mujer siempre ha querido tener un final feliz y casarse con su "Príncipe azul", y yo no soy la excepción. Inicios de la edad media, castillos, príncipes y princesas. Un reino con 4 posibles herederos y una campesina huerfana de madre con dos her...