Huída

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Mi cumpleaños fue ayer y en dos días se casaba Francisco con Aurora. En estos dos días él no llegó, supuse que estaba ocupado con los preparativos de su boda. Por mi parte, estaba triste, mi familia no entendía lo que pasaba, más mi padre y Amara.

-Hija, ¿sucedió algo que no nos has dicho?- mi padre preguntó al ver que ya pasaban de las once de la noche y Francisco no llegaba.

-Sí pasó, y mucho...- fue lo único que dije para seguir lavando mi ropa. Cuando estaba triste, adelantaba el trabajo de mi casa para olvidar mis problemas.

-Si nos cuentas, tal vez podamos...- lo interrumpí.

-No, no me pueden ayudar. Este es un problema que, si se los digo, se enojarán y, posiblemente, me odiarán. No quiero eso, no quiero que piensen mal de mí...- dije triste sin despegar la vista de mi ropa.

-¿Acaso tuviste relaciones con Antonio antes del matrimonio?- mi padre me preguntó enojado. Negué con la cabeza.

-No. Es algo que no les pasaría por la cabeza- nadie pudiera imaginar que mi problema es que amo al Príncipe Francisco que está comprometido con la Princesa Aurora, y que, además, éste corresponde mi amor. Al parecer, puede no ser un problema, pero lo es. Él y yo no pertenecemos al mismo lugar, nuestras obligaciones son distintas.

-Tiene que ver con Antonio, ¿no es cierto?, ¿dejaste que te tocara o que te viera?- preguntó Amara -¿O trató de abusar de ti?

-Esas cosas no tienen nada que ver. Es algo más...- tenía que decirle a mi familia lo que pasaba en algún momento, y eso hice, bueno, no exactamente -.. se los diré- suspiré y voltee a verlos -Antonio tiene un cargo elevado en Roma, él y yo no pertenecemos a los mismos lugares, es más, ni tenemos las mismas obligaciones y derechos ante el Rey. Él es de clase social alta, tiene modales, es perfecto. Yo soy una campesina que apenas tiene dinero para comer, cuida a su padre inválido y a sus hermanos menores, mis ropas no son finas como las de él. Él tiene una vida en donde yo no encajo- traté de adaptar lo sucedido con hechos ficticios, aunque la materia de las cosas que decían eran verdad.

-¿Y nunca te lo dijo?- preguntó mi padre.

-¡Sí!, eso es lo peor. No quería enamorarme de él por lo mismo. Esperaba provocar un pleito días antes de nuestra boda para no casarme con él, o que él ya no quisiera casarse conmigo...- lloré. Lo que en realidad esperaba era que Francisco y yo terminaríamos esta falsedad de "Antonio de Roma" un es día antes de su boda, pero ahora no se puede hacer ante mi familia, él no aceptará.

-Y si ya sabías que eran de diferentes clases y todavía salías con él, ¿cuál es el problema?- preguntaba Amara todavía dudosa.

-Él tiene que casarse con alguien más, su familia lo está comprometiendo y obligando a casarse con alguien de la clase social alta, en Roma- ya sabía la siguente pregunta que haría mi padre, por eso me adelanté a la respuesta -ese compromiso lo hicieron poco después de que Antonio viniera a la casa, en Roma no sabían de mí, ni saben que existo. El problema es que no puede negarse o quejarse a lo que le están obligando sus padres porque el compromiso estaba arreglado desde hace años, apenas se enteró...- lloré mientras hablaba.

-Hija, pero él te ama y, por lo que veo, tú también, dejen atrás lo que diga la familia de Antonio y vivan felices.

-¡Pero yo no puedo ser feliz!- grité -Si me caso con él, tendría problemas, muchos problemas. Podría terminar en la cárcel si mejor me va, a Antonio lo desheredarán y su familia no lo querrá, no puedo arruinarle la vida por el simple hecho de cumplir un capricho nuestro como casarnos- lloraba. Amara me abrazó. -Aunque yo lo amo, quería terminar con él para no ser la causante de su posible vida sin familia, pero él me propuso matrimonio, pero ahora con un anillo- no dejaba de llorar -Me dijo que podía dejar todo por mí, no lo acepté- mis llantos no paraban.

Diario de una CampesinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora