Por los orígenes

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Estábamos en el cuarto de Francisco, era de noche, estábamos disfrutando de las comodidades del Palacio por última vez hasta que tocaron la puerta, nosotros no hicimos caso.

-Francisco, Savannah, soy yo, Aurora. Quiero hablar con ustedes- hablaron mientras seguían tocando la puerta, atendimos ante la insistencia. El tono de voz de Aurora había cambiado, su voz no era tan chillona ni exigente, era más calmada y resignada.

-Hay que ir a verla- le dije a Francisco mientras ambos estábamos semi desnudos. Estaba preocupada por ella.

-¿Para que te insulte de nuevo?, ya no- acarició mi cuerpo, pero nos detuvimos de nuevo porque ella volvió a tocar la puerta.

-Por favor, permítanme hablar con ustedes, solo por unos segundos. Es mi último deseo...- me levanté de la cama y me puse una de las dos batas que tenía Francisco en su cuarto.

-¡Oye!, todavía no acabo contigo- Francisco me habló, me acerqué a él, tomé sus mejillas con una mano y lo besé rápidamente.

-Después de hablar con Aurora, seguimos lo nuestro- tomé la otra bata que había en el cuarto y se la aventé -vístete, abriré la puerta- le ordené, y en menos de un minuto abrí al puerta a manera que Aurora solo me vea a mi. -Buenas noches, Princesa...- la vi, Aurora estaba bien vestida con una maleta en la mano y otras en suelo -¿qué sucede?- me angustié -¿Pasó algo malo?- pregunté. Francisco se puso detrás mío, puso una mano en mi vientre en señal de protección y propiedad.

-No, creo que es bueno...- me contestó -... Esto va en contra de mis principios, pero me voy, regresaré a mi Reino- ella se veía apenada -estuve pensando en todo lo que me dijiste en la tarde, y tienes razón- tomó una mano mía -Savannah, Princesa de Rávena, pido perdón por mis actos. Gracias a ti, me di cuenta de todo el mal que estaba haciendo, es la primera vez que me pasa esto, estoy enojada pero veo mi error y lo acepto, por eso quiero decirles que me marcharé para dejarlos vivir felices- soltó mi mano.

Nota: Ella nunca pensó lo que dije, buenos sí, lo hizo después pero cuando estaba de regreso en su Reino. Lo que en realidad pasó fue que el Rey de los francos, su padre, el Rey Teodericoz le mandó una carta donde pedía su regreso, eso lo supimos después.

-Pero...- iba a hablar pero me interrumpió.

-Está mal lo que estaba haciendo, ir y pelear a un hombre que no me acepta, además que ya está casado y tiene hijos. Mi dignidad y orgullo estaban desaparecidos, miré el asunto como si fuera un tercero y me di cuenta que yo misma me daba vergüenza.- miró a Francisco -Espero que hayas encontrado tu felicidad con ella- empezó a sacar algunas lágrimas -les deseo lo mejor- empezó a llorar. No contuve mis ganas y la abracé. Ella podía empujarme o golpearme por mi acto, pero no lo hizo, tampoco me correspondió el abrazo -estabas en lo cierto, me obsesioné por alguien, pero en el proceso me enamoré, mi amor no es correspondido y los celos hicieron que varias personas, más usted, Princesa de Rávena, salieran perjudicadas- me soltó -espero que no los haya interrumpido demasiado, sigan en lo suyo. Adiós- tomó la maleta que estaba en el suelo y bajó de las escaleras rápidamente, estaba casi corriendo. Salió de Palacio mientras lloraba. Apenas me dió tiempo de abrir completamente la puerta y reaccionar a lo que pasa. Corrí tras ella, Fran me siguió pero caminando.

-Me da pena Aurora...- dije mientras veía a lo lejos cómo subía a su carruaje y se iba -... Ella solo se dejó llevar por los celos, fue una víctima de ellos...- dije triste. Vi a Francisco -¿Será que algún día encuentre a alguien?- Francisco se acercó a mí.

-Si nosotros lo hicimos, ella también- me cargó y me llevó al cuarto. Me acostó en la cama, ya no seguimos haciendo lo de antes, solo nos quedamos viendo el uno al otro mientras hablábamos y estábamos acostados de lado -nunca pensé que Aurora se iría, sabría que el momento iba a llevar pero creía que en dos o tres años cuando nuestros niños crecieran.

Diario de una CampesinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora