Estábamos en el décimo mes del año, tenía casi ocho meses de embarazo. Me levanté del piso, acomodé las sábanas que tenía y que usé para dormir, y desayuné. No pude terminar mi comida porque sentí cómo salía agua de mi entrepierna, parecía que había ido al baño, pero no, se sentía diferente. No pude estar de pie y me senté quejándome de dolor. Pasaron unos minutos y llegó Amara.
-¡Ya llegué!- dijo para cerrar la puerta, volteó a verme y me vio acostada en el piso con mi cara fruncida, mis piernas estaban flexionadas y separadas apoyadas en el suelo sucio de ese sótano -¡Savannah!- dejó las cosas que traía y fue hacia mí.
-Creo que va a nacer- dije en voz baja, no podía hablar por el dolor.
-¿Qué dices?- se acercó a mi, no escuchó bien.
-¡Ya va a nacer!- dije en voz alta y alterada. Sentía como se deslizaba algo por mis piernas. Amara tomó un balde y la llenó de agua con ayuda de una llave que estaba conectada a este sótano. Puso una sábana en mís piernas y levantó mi vestido, ella ha sido ayudante de parteras y, en pocas ocasiones, partera, sabe lo que se debe hacer en estos casos.
-Todo saldrá bien, Savannah- me trataba de tranquilizar -solo puja- pujé. Pujaba y lloraba, sentí cómo salió algo, pasaron dos segundos y se escuchó el llanto de un bebé -es niño- dijo mientras lo limpiaba. Mi llanto se convirtió de dolor a alegría, lo tomé en brazos, se veía igualito a Francisco. Abracé a mi bebé fuertemente, su llanto fue disminuyendo pasando el minuto, lo estaba amamantando -creo que hay otro- dijo Amara, me asombré, pero creía bien, todavía sentía algo dentro de mí. Volví a pujar con fuerza mientras tenía a mi bebé en brazos, salió otro bebé -éste niño viene en otra bolsa, son mellizos- dijo. Lo limpió y me lo pasó. Él, a comparación del primero, se parecía a mí, empezó a comer también. Amara limpió todo lo ensuciado por el parto mientras yo lloraba de alegría.
-Gracias, Amara- dije con mis bebés en brazos. Amara solo sonreía mientras limpiaba el lugar.
-¿Y cómo los llamarás?- preguntó al terminar, se acercó a mi.
-Al mayor, le pondré como su padre por el parecido a él. Mi primogénito se llamará Francisco - dije viéndolo - el segundo, se llamará Antonio, como el alter ego de su padre- miré a mi otro hijo. Ambos niños eran similares pero diferentes a la vez: Francisco II era más blanquito que Antonio, el cabello del primero era más ondulado que el del segundo, sin embargo, el primero tenía un lunar diminuto debajo del ojo derecho, como mi padre.
Amara me arregló el lugar para que yo pudiera estar acostada y sin molestias, me dio de comer y se fue. Se me olvidó preguntarle de Francisco por el nacimiento de nuestros hijos. Vi que mis bebés estaban dormidos, por lo que tomé unas sábanas viejas que usaba para taparme y les hice pañales y ropas de retazos con una aguja y un hilo que compré en Roma y traje conmigo. Me dormí con ellos.
Me despertaron unos gritos de la plaza, no podía levantarme porque tenía que reposar, tomé a mis hijos y me arrastré hasta llegar abajo de la ventana, traté de escuchar, los gritos que se escuchaba eran del Rey y de Aurora.
-¿Cómo que ya nacieron?- gritó el Rey, seguido de eso, se escucharon golpes y llantos de Aurora -¿Dime, Francisco, qué hice mal para que te fueras a otra ciudad a embarazar prostitutas?
-¡Es mi esposa, es la madre de mis hijos y de tus nietos!- gritó Francisco. No lo podía ver pero, por el tono de voz, podría decir que estaba molesto.
-Para mí, no tienes esposa, te casarás con Aurora cuando mate a tu amante- se escucharon más golpes -Dime quién es tu informante- se escuchaba en medio de golpes secos.
-No se lo diré, anciano gordo ingrato- contestó Francisco con enojo. El Rey detuvo los golpes.
-¿Ingrato, yo?- se rió -tú eres el ingrato, muchacho. Te crié, protegí y comiste bajo mi regazo, lo mínimo que debiste haber hecho es casarte con la Princesa Aurora, con quién tu matrimonio estaba arreglado desde pequeño- se escuchó una cachetada -¿Por qué nunca me enteré de tus escapadas con tu prostituta?- otra cachetada sonó -¿Te gustaba revolcarte con ella en vez de estar con la Princesa Aurora?- más cachetadas.
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Diario de una Campesina
Teen FictionUna mujer siempre ha querido tener un final feliz y casarse con su "Príncipe azul", y yo no soy la excepción. Inicios de la edad media, castillos, príncipes y princesas. Un reino con 4 posibles herederos y una campesina huerfana de madre con dos her...