Inconsciente

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Despertamos en la cama, me levanté y me vestí con un vestido de diario que me había prestado Margaret, me peiné y alimenté a mis hijos, quieres ahora ya estaban dormidos. Me senté en la cama para evitar cansarme. Sentí los brazos de Francisco que rodeaban mi cintura, él estaba todavía en la cama.

-Ayer fue increíble- dijo -extrañaba tener noches así contigo.

-Y yo- lo miré de reojo, le sonreí y sacudí su cabellera. Mis hijos ya habían terminado de comer, los vestí con ayuda de su padre y los tomé en brazos. Francisco se ofreció a ayudarme a cargar a uno, le di a quien tenía su mismo nombre. Bajamos de nuevo al comedor, esta vez no había nadie, por lo que Francisco y yo hablamos con nuestros hijos en brazos.

-Recuerda, no digas nada si no te preguntan. Te tratarán mal y te compararán con Aurora, aún así, no digas nada, déjamelo todo a mi- besó mi frente.

-¿Y si vuelven a mencionar lo de nuestras cosas?, no quiero pasar vergüenza de nuevo...

-Sí tocan el punto, hablaré de ello, si no, no- me vio a los ojos y no habló por unos segundos -te ves preciosa, bueno, siempre lo estás pero son pocas veces las que te lo digo- sonrió mientras juntaba su frente con la mía.

-Tu también te vez guapo, siempre lo estás, pero casi nunca lo digo- lo besé, él me correspondió.

-Ajam- se escuchó un sonido de una mujer, vi y era Aurora, me separé de Francisco. Me sentía inferior a ella, tenía que demostrar respeto, sin embargo, a Francisco no le importó.

-Ah, es Aurora- dijo indiferente cuando la vió y siguió con el beso, traté de separarme de él pero no me lo permitió -no te sientas inferir a Aurora, tienes más autoridad que ella- susurró -soy tu esposo, no el de ella- él tenía razón, no tenía por qué sentirme mal al estar frente a ella, volteé hacia Francisco y lo besé. Ella se molestaba. Él beso quería ir para más pero me limité, Fran no. Él bajo a mi cuello para besarlo.

-¿Sabes?- me habló Aurora -Él también me ha dicho que soy hermosa, me ha dicho que soy la mujer las hermosa del mundo- comentó orgullosa. La miré mientras Francisco bajaba sus besos de mi cuello a mi clavícula.

-A veces él dice cosas que la gente quiere escuchar, otras veces las dice con sinceridad. Es fácil saber la diferencia por el tono de su voz- le dije -uno esconde la falsedad con una alegría fingida, la otra muestra voz seductora y felicidad- guiñé el ojo de inconformidad ante una acción de Francisco -Fran, tu mano- susurré, Aurora se molestó más, por otro lado, mi esposo sacó su mano de mi entrepierna. Sus caricias hacían que mi vestido me apretara de más. Aurora cruzó los brazos mientras rodeaba los ojos, estaba furiosa.

-Perdón- dijo Francisco y cambió de posición su mano.

-Fran- susurré -no está bien que estemos haciendo esto aquí, tenemos a nuestros hijos y a Aurora...- Francisco me iba a interrumpir pero el Rey, que acababa de llegar, habló más rápido.

-No se hace eso en la mesa- dijo para sentarse. Estaba enojado por la acción de Francisco, éste se separó de mí y lo vio con odio. Iba a contestarle pero su madre interrumpió.

-Hijo, sé que ella no tiene clase pero, por favor, no sigas su juego- Fran se enojó todavía más. Iba a hablar pero lo interrumpí, no quería problemas desde temprano.

-Disculpe, su Majestad, ésto no volverá a pasar- hablé antes de que hubiera una pelea. Tomé a Antonio, quien estaba despierto, y lo acomodé en mis brazos. Él me sonreía, hablaba con él en voz baja mientras comíamos.

-Y bien, hijo, lleguemos a la razón por la que la trajiste- dijo el Rey irritado por mi presencia, dejó que su plato y cubiertos golpearan entre sí para hacer más ruido. Todos callamos y dejamos de comer -¿Qué quieres?- me miró -¿quieres dinero, joyas, vestidos, comida?, ¿qué quieres? Puedo darte todo si dejas a mi hijo en paz- me sentí mal ante su comentario, me trataba como una mujer interesada.

Diario de una CampesinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora