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Siempre había dudado de las personas que dicen que un simple beso te puede transportar a otros mundos y desconectarte de la realidad, hasta hoy.

Por fin, he descubierto que, el degustar de otros labios es como disfrutar de un universo de sensaciones y emociones, tan diferentes a lo ordinario, que se siente increíblemente bien.

El hecho de que Amira me esté besando me provoca una tranquilidad extrema, a la cual me quiero entregar y no dejar escapar esta sensación. No me atrevo a abrir los ojos, por miedo a que todo sea producto de mi imaginación y termine por caer de golpe contra el suelo.

Respiro profundo y dejo que mis labios actúen por mí, pero, de repente, el beso se ve interrumpido y el perfume de Ámbar inunda mis fosas nasales, obligándome a abrir los ojos.

—Parece que entendí mal —menciona con su semblante serio—. Creí haber escuchado que era a mí a quien le pedías un beso.

—Fuiste muy lenta —la reta Amira—; estás perdiendo tus habilidades.

No puedo evitar reírme al ver que el semblante de Ámbar cambia drásticamente tras la burla que acabamos de escuchar.

—¿Te causa gracia que se cuestionen mis habilidades? —me regaña.

—No —respondo mientras aprieto mis labios en un intento por ocultar mi sonrisa.

—Ya veremos si dudas de esto.

Sin esperar más, se lanza hacia mis labios dando inicio a un beso desesperado, donde solo ella puede marcar el ritmo, porque yo me vuelvo un ser inerte a su lado; no puedo reaccionar y dejo que haga de mí lo que quiera.

Siento cómo su impulso por demostrar el control, la hace respirar pesado y yo estoy sin saber si he dejado de hacerlo o he descubierto una nueva habilidad que me impida vivir sin oxígeno.

Cuando creo que la intensidad de sus besos cesará, una de sus manos se cuela hasta mi cuello y ejerce una presión tan fuerte que me veo necesitada de aire, el cual me es negado, al sentir que su lengua explora cada centímetro de mi boca. Mi piel se eriza al sentir que su mano se cierra aún más sobre mi cuello y sé que necesito soltarme, pero inexplicablemente, no quiero hacerlo.

—¿Siempre tienes que ser tan brusca? —Amira intervine haciendo que Ámbar se separe de mí y su mano afloje el agarre.

—Como si no te gustara que lo fuera.

De acuerdo, es mucha información para mi cerebro.

Mi respiración irregular y mis labios deseando más de ellas, no me ayudan en nada en este momento.

—No lo dije —se defiende.

—Enséñanos entonces.

Amira no necesita más indicaciones para acercarse a Ámbar y comenzar a rozar sus labios con delicadeza.

¿Qué hago?

Sé que tendría que sentirme incomoda y desviar la mirada, pero no puedo. Por fin, puedo descubrir la destreza que tienen al fundirse en esa batalla.

No deseo perderme ni un segundo de su interacción, mucho menos cuando Ámbar intenta forcejear con ella y Amira termina por cortar el beso provocándola aún más e iniciando, ahora, una lucha de miradas.

El ver cómo sus labios se encuentran más rojos e hinchados de lo normal, hace que un hormigueo corra por mi vientre hasta mi entrepierna y muerdo mi labio intentando controlarme.

De pronto, la mano de Ámbar se extiende y me atrae hacia ella, jalándome por la blusa y descargando toda su frustración conmigo, mordiendo mi labio y besándome bruscamente, hasta que un ligero sabor metálico es detectado por mi lengua y no sé de quién de las dos se trata. Cuando estoy por frenar el beso para averiguarlo, Amira se une a nosotras y, sorpresivamente, su lengua busca un espacio para degustar el beso.

Ardiente tentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora