16

1.5K 171 30
                                    




Flashback

Los días han pasado y Fernanda se encuentra mejor que nunca; desde su incidente en la hacienda, es Amira quien la ha recibido diariamente, con una gran sonrisa y una actitud bastante amable.

Sabe que hay algo diferente, algo más allá de una simple interacción, pero no se atreve a dar un paso más por miedo a la reacción que la mujer pueda tener.

—Buenas tardes Fernanda —saluda Amira en cuanto la ve llegar—, ¿cómo te sientes hoy?

Diariamente, la joven se ve sometida a un breve interrogatorio acerca de su salud, motivo que la alegra bastante al constatar la importancia que se le da, a pesar de ser una simple repartidora de comida.

—Muy bien, gracias por preocuparse —responde sonriente.

—Te he dicho que me puedes hablar de , no hay problema.

—L-lo siento Amira.

—Mucho mejor.

La mujer le guiña un ojo y recibe la bolsa con ese breve intercambio de miradas y el roce de sus dedos que, aunque sea por una fracción de segundos, en su mente parece durar lo suficiente para que provoque un suspiro.

—¿Tú nariz no ha sangrado? —La voz de Amira la detiene antes de irse— Vuelves a verte un poco roja de la cara, ¿segura que estás bien?

—Lo estoy, el sangrado de ese día, fue por el calor.

—Yo que tú, hubiera ido al médico.

—Dolores suficiente hace con darme trabajo y mantenerme, no quiero abusar pidiéndole favores que no.

—Sugiérele que incremente el precio de la comida, estoy segura que el pueblo no se va a quejar y así, ustedes no van a sufrir por dinero.

—¿Cómo lo sabes?

—Intuición. —Se encoje de hombros. —Dile que lo haga, confía en mí.

—Se lo diré —la joven sonríe ante la idea—. Eres muy buena conmigo.

Amira se acerca a Fernanda para colocar uno de sus rebeldes mechones rubios detrás de su oreja, dejando un breve trazo de sus dedos sobre la mejilla de la joven.

—Eres muy bonita Fernanda.

Sin que el calor sea el causante, el color de las mejillas de Fernanda se torna tan rojo como es posible y ambas sonríen por tan tierna reacción.

—Hasta mañana.

Fernanda sale corriendo ante tal reacción que acaba de demostrar frente a Amira. ¿Cómo puede ser tan boba? Se dice a sí misma que debe controlar sus emociones y no mostrarse tan vulnerable la próxima vez.

~ * ~ * ~ * ~

A partir de ese breve y nada excesivo acercamiento, tanto Fernanda como Amira, se han ido conociendo un poco más. Lo que antes eran breves palabras, ahora son pláticas de algunos minutos, palabras, sonrisas y uno que otro gesto que las logre acercar un poco.

—¿En verdad no deseas pasar a tomar algo? —insiste Amira por enésima vez— Estas algo acalorada y no quisiera que te pasara nada.

—No quiero molestarte, bueno, ni a...

—Ámbar —completa Amira al saber que se refiere a la actitud poco amable de su compañera—. Ella está descansando, así que, sin ningún problema, puedes pasar a beber algo, sólo serán unos minutos.

—Está bien —responde no muy convencida.

Las dos entran a la hacienda y Fernanda se ve maravillada por haber vuelto a ese lugar que tanta curiosidad le causaba en un inicio. Esta vez puede observar con detenimiento el interior, ya que, la vez pasada entre su malestar y todo tan rápido, no pudo hacerlo.

Ardiente tentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora