#19 Alegría y decepción, decepción y alegría

15 8 0
                                    


—¿Sabes? Quizá podamos regalarle algo a Bipolar —sugirió Yannick—. Ella suele ser bastante amable. Además de que te súper ayudó el martes con lo del examen.

Ya habían pasado dos días desde ese pequeño accidente y sigo completa y profundamente agradecida. No podía dejar que una mancha como esa manche mi historial y Bipolar ciertamente fue la que logró evitar esa injusticia

—¡Qué buena idea! —concuerdo enseguida— ¿Qué tal una taza para café? Ella siempre anda con esos vasitos de plástico...

—Y ella ama el café —terminó Julie—. Es una idea asombrosa.

Rápidamente nos movilizamos hasta la sala de computadoras para buscar una taza para ella. No tenía nada específico en mente, pero quería algo que la represente, que pueda verse a ella misma en la taza.

—¿Qué hace la chica más linda de toda la escuela? —aparece Sean de la nada y, al ver a Yannick, decide saludar. Dexter, que lo estaba acompañando, asiente con la cabeza en forma de saludo.

Yannick se encarga de contarles que estamos buscando una taza para Valerie en agradecimiento a todo lo que hace por nosotros. Ellos deciden ayudar en la búsqueda encantados.

Buscamos en tres computadoras diferentes para así encontrar la taza perfecta más rápido. Dexter y yo buscábamos en el mismo ordenador. Aunque me gustaría pensar que esto es mera coincidencia, estoy segura de que Yannick y Julie conspiraron para que compartamos la misma computadora.

—¿Qué te parece esta? —preguntó, con una mano sobre el mouse y con la otra señalándome una taza con un libro estampado.

—Es muy simple, ¿Qué tal esta? —repliqué, señalando una con un hombre pensando estampado.

—Es la estatua El Pensador, de Miguel Ángel. Es demasiado común, estoy seguro de que Bipolar debió haber visto estampados así toda su vida.

—Bueno ¿y esta? —repliqué, mostrándole una taza blanca con una persona tomando cerveza.

—Ya me estás vacilando ¿Verdad? —él rio, noto que aparta la mirada de la pantalla para ver mi rostro.

Yo también desvío mi mirada hacia él. No me doy cuenta, pero estoy sonriendo. Enfoco por unos segundos mi atención en sus profundos ojos azules.

—Sí.

—Qué tonta eres —suelta una carcajada y golpea suavemente su rodilla con la mía.

—¡Es que ya me estoy aburriendo! Llevamos aquí como 30 minutos ya.

Me sonríe comprensivo y pregunta, mirando para más allá de mi hombro—¿Ustedes encontraron algo?

—Nada que nos guste lo suficiente —responde Julie.

Volvemos a la búsqueda, hasta que se agota mi paciencia. Pongo mi mano sobre la suya para quitarle el mouse. Él retira la suya como si mi mano quemara y se sonroja. Típico de Dexter. Igual, no me malinterpreten, ya es sabido que no me molestan sus sonrojos.

—Lo que sucede —digo, mirándolo fijamente un segundo— es que lo estamos buscando mal.

Tecleo "tazas para personas libres" en el ordenador.

—¡Oh, oh, oh!¡Creo que la tengo!¡Esta es perfecta! —salto, diciéndolo un poco más alto para que todos se acerquen a mi pantalla a ver. Es simplemente perfecta para Valerie.

—¡Déjame ver, déjame ver! —se abre paso Julie.

La taza es bellísima. Oscura, con estrellas y una luna. Sin embargo, el detalle que me convenció fue el ave volando, mirando la luna que estaba en diagonal a él.

Esquivando al Amor -COMPLETODonde viven las historias. Descúbrelo ahora