Unos días más tarde, como habíamos acordado con Dexter, tomo aire antes de tocar el timbre de su casa.
Aliso la blusa blanca que llevo puesta mientras espero a que me abran la puerta y reviso la hora en el celular, chequeando no haber llegado tarde.
—¡Aliisa! Qué bueno verte de nuevo —me recibe Cadence, dándome un beso en cada mejilla. Le sonrío.
—El placer es mío ¿Cómo está tu brazo?¿Ya está mejor?
—Y... Va mejorando, va mejorando. Puedes pasar, siéntete como en casa.
Hago una revisión rápida de la casa de Dexter. Es algo pequeña, pero luce acogedora. Los muebles son de madera oscura y las paredes están pintadas de un tono amarillento, que me inspiran algo de alegría aunque también le da a la casa un aire antiguo. Me encuentro con la mirada de Dexter, quien me observa desde la mesa del pequeño comedor.
—Hola —lo saludo de lejos.
—Hola —me corresponde el saludo, también a lo lejos.
Por otro lado, de la cocina no tarda en salir un hombre con los ojos azules y el pelo algo canoso, saludándome entusiasmado.
—¡Hola!¡Buenos días! Me alegra muchísimo que hayas podido venir, eres Liis ¿Verdad?
Sonrío de forma instantánea ante su actitud amistosa—Sí, soy Liis. Es un gusto, señor Johnson. También estoy contenta de poder venir.
—Seguro que te va a encantar la comida. La hizo Dexter. Es un gran cocinero —El hombre me guiña un ojo orgulloso y agrando mi sonrisa al notar cómo presume a su hijo.
Si tan solo mi padre me presumiera así, en lugar de ocultarme...
—Uff, créame que lo sé. Una vez me trajo una lasaña que estaba deliciosa. En serio tiene un don.
—Las lasañas de Dexter son espectaculares —Entra Cadence en la conversación para halagar a su hijo—. Hoy hizo unas bruschettas italianas.
Intenté disimular el hecho de que no sabía qué platillo era ese; sin embargo, escucho a Dexter reír desde la mesa del comedor.
Obvio que a él no le podría mentir.
Cadence se me acerca con una bandeja con lo que parecen tostadas con algunos ingredientes encima ¡Si ellos quieren llamarlas bruschettas, está bien, pero a mí no me la compliquen!
Tomo una bruschetta y siento cómo sus sabores se deshacen en mi boca.
—Mhm, simplemente espectacular —halago, y no miento.
—Hay más, puedes servirte todas las que quieras —Me anima el señor Johnson. Por supuesto que agarro otra bruschetta más.
—Si tanto te gustaron las bruschettas, no vas a poder imaginar lo delicioso que es el plato principal. Es cuscús.
Trato de disimular nuevamente el hecho de que no sé qué es un cuscús. Fallo nuevamente en mi intento, porque escucho a Dexter soltar una carcajada desde el comedor.
Finalmente, él se acerca hacia nosotros. Sus padres, como por arte de magia, se esfuman y, de pronto, solo quedamos Dexter y yo. Él me guía hasta la cocina.
—Con que no sabes lo que es el cuscús, eh.
Río en respuesta. Nos acercamos hacia la sartén y le quita la tapa.
—Va a encantarte —me asegura.
Como si pudiera no encantarme algo de lo que haces.
Lo observo tomar una cuchara limpia del cajón y tomar algunos vegetales que hay en la cacerola.
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Esquivando al Amor -COMPLETO
RomanceEstamos tan acostumbrados a las historias de amor con problemas clichés que a veces olvidamos que el mayor problema usualmente es el miedo. Y tú a mí me temías. Sí, qué terror que te daba. Y cómo me dolía que me temieras, y cómo me dolías por tantas...