—¡Genial! —mi voz salió quizá demasiado emocionada, me aclaré la garganta al notarlo—, iré a buscar unas mantas, que hace frío.
Fui a buscarlas, pero solo había cinco de ellas. Le puse una a Julie y otra a Yannick, quienes estaban compartiendo mi cama, y arropé con dos a Sean, quien estaba ya dormido y temblando en el sofá. Parecía muerto de frío.
Me acerqué a Dexter con la única manta que quedaba en mi mano.
—¿Quieres... compartirla? —sugiere, con mucho cuidado, como si le temiera a algo.
Analicemos rápidamente mis opciones:
1) Dormir en la cama de mi padre, aunque sin manta.
2) Dormir en una silla con Dexter, pero con manta.
3) Dormir en la cama de mi padre, con Dexter y con manta.
Bueno, aunque la opción tres es muy tentativa y mucho más cómoda, no me atrevo a sugerirla. Por lo que solo asiento con la cabeza y me hago un lugar en el asiento que está a su lado.
Apoyo mi cabeza en su hombro y me sorprende notar que él ni siquiera se tensa, como pensé que lo haría debido a su conducta más bien tímida.
Luego de ese pensamiento, cerré los ojos y no volví a abrirlos hasta mucho después, cuando el teléfono de la casa sonó a todo volumen.
No quiero responder.
Finjo seguir dormida, me concentro en mantener mi respiración calmada y mis ojos cerrados para no terminar de despertarme y continuar durmiendo. Sin embargo, el incesante sonido despertó a Dexter, a quien convenientemente usaba de almohada.
—Liis, teléfono —medio susurra y medio bosteza.
Suspiro pesadamente mientras me levanto. Apenas dejo mi lugar él estira su brazo, como si lo tuviera medio adormilado después de estarle tanto tiempo encima de su hombro. Sonrío levemente y me estiro yo también, siento los huesos de mi espalda crujir debido a que dormí un poco torcida.
—¿Sí? —pregunto, aún adormilada.
—¡Hola, cariño! ¿cómo ha sido tu primer día de clases?
Con los ojos aún entrecerrados, intento enfocar mi vista a las agujas del reloj de la cocina.
—Papá, son pasadas las cuatro de la mañana.
—¿Lo son? Uy, disculpa, el cambio horario.
—¿No viste mis mensajes? —suspiro, no sé si de cansancio o de tristeza.
—¿Mensajes?
—Sí, pa, mensajes. Te los mandé hace como siete horas.
—Lo siento, Liis, es que estuve con mucho trabajo hoy, es más, sigo en la oficina y aquí son las ocho.
—Ya veo la atención que le prestas a tu hija —intento bromear, pero una lágrima se me resbala por la mejilla.
Él se traga la farsa de que estoy bromeando. Por supuesto, si no puede verme. Escucho una risa femenina contrastar contra la de mi padre, que es más gruesa..
—Liis —sigue riendo mi padre—, no fue mi intención no leer tus mensajes, sabes que soy medio despistado ¿cómo fue tu día?¿algo nuevo para contarme?
Dexter se acerca a mí, preocupado, y yo me limpio rápidamente la lágrima traviesa.
Pero cayó otra, para reemplazar a la que oculté con la palma de mi mano.
Escucho a mi papá continuar hablando animadamente del otro lado de la línea, pero lo oigo muy por encima, concentrada más en mis pensamientos y en el sueño que tenía.
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Esquivando al Amor -COMPLETO
RomanceEstamos tan acostumbrados a las historias de amor con problemas clichés que a veces olvidamos que el mayor problema usualmente es el miedo. Y tú a mí me temías. Sí, qué terror que te daba. Y cómo me dolía que me temieras, y cómo me dolías por tantas...