Me despierto a la madrugada por el sonido de una puerta rechinar. Me incorporo, medio adormilada, sobre mis codos en la cama cuando alguien prende las luces. Espero unos segundos a que mis ojos se adapten mientras recuerdo que estoy en la casa de Logan.
—Lamento despertarte —susurra Logan, quitándose los zapatos.
—No te preocupes —respondo bajito y volviéndome a acostar. Ni modo me vuelvo a mi casa ahora. Ya estoy durmiendo muy cómoda como para moverme— ¿Cómo estuvo el cumpleaños?
—Bien, divertido.
Agradezco que responda algo corto porque pregunté por mera educación más que porque tuviera especiales ganas de charlar. Cierro los ojos nuevamente, preparada para dejarme llevar al mundo de los sueños nuevamente.
Siento el cuerpo de Logan acostándose en la cama, justo a mi lado.
Yo le daba la espalda. En ese instante, no me muevo para ver qué tan cerca estaba de mi cuerpo, pero me daba una idea porque sentía su respiración en mi cuello. Él jugueteó con sus manos en mi espalda por sobre la tela de la camisa que llevaba puesta. Acomodándose en la cama, toca mi pierna con sus pies descalzos.
—¡Tienes los pies helados! —chillé, terminando de despertarme por el cambio de temperatura repentino y dándome vuelta para verle la cara. Se me ocurre de pronto que debería estar enojada con él por no volver temprano como se lo había pedido, pero no tengo ganas de pelear ahora. Ya suficiente me estresa el pensar que se avecina una discusión con mi padre.
—¡Es que tengo mucho frío! —Me explica, riéndose—¿Puedo...? —deja la pregunta por la mitad, pero entiendo a lo que se refiere cuando intenta meter sus pies debajo de mi cuerpo.
—¡Logan! —continúo chillando, pero me río mucho. Pongo mi mano en mi boca para ahogar mis carcajadas para no despertar a nadie—¡No!¡Están fríos!
—¡Justamente!
A pesar de mis quejas, él deja sus pies ahí y, mientras estos ganan temperatura, solamente nos miramos a los ojos, que aún tienen una chispa de diversión, en silencio. Cierro los míos, buscando cortar el cosquilleo que empieza a aparecer en mi estómago por su cercanía.
Parecería que olvidé que estoy enojada con él, pero no lo olvido. Tengo unas ganas terribles de recriminárselo todo, pero me contengo. No quiero pelear. No quiero que se enoje conmigo. No quiero que no me hable porque está enfadado. No quiero pensar que yo tendría a alguien menos con quien contar.
Pero las ganas de recriminarle todo siguen ahí. Golpeando en mi cabeza y queriendo salir por mis labios. Pero las contengo y me enfoco en no parecer enfadada.
Aún con los ojos cerrados, podía sentir a Logan observándome. Casi diría que me estaba contando las pestañas e intentando memorizar cada detalle de mi cara. No me atrevía a abrir mis ojos nuevamente. Sabía que, si me encontraba con sus ojos oscuros, a una distancia tan corta como la que estábamos, me besaría. O yo lo besaría a él porque vería ese deseo en sus ojos y no querría decepcionarlo al no hacer lo que me pide con la mirada.
Así que dejo los ojos cerrados y sonrío, para que piense que no me pasa nada.
Él roza nuestras narices y yo contengo la respiración.
De la nada, una pregunta me agolpa. Aún con los ojos cerrados, susurro:
—¿Logan?
—¿Sí, Pequeña? —Siento su respiración golpear a centímetros de mis labios.
Me lleno los pulmones de aire antes de preguntar, de un solo tirón.
—¿Tú le dijiste a Lucas que los hombres no lloran?
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Esquivando al Amor -COMPLETO
RomanceEstamos tan acostumbrados a las historias de amor con problemas clichés que a veces olvidamos que el mayor problema usualmente es el miedo. Y tú a mí me temías. Sí, qué terror que te daba. Y cómo me dolía que me temieras, y cómo me dolías por tantas...