👑Capitulo 22👑

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Damon.

El rey se movió de un lado a otro desesperado y agotado, nunca ninguna mujer que él hubiera deseado lo había rechazado, lo había ignorado, lo había mirado como si fuera solo una vieja alfombra raída.

Y él lo odiaba, lo detestaba no se había sentido jamás tan insignificante para alguien, era el rey siempre llamaba la atención. Pero para la reina Damon era un simple hombre con la que la obligaron a casarse sin tener en cuenta su opinión.

Damon se paseó de un lado a otro en su oficina bajo la atenta mirada de su consejero, había intentado casi todo para llamar la atención de su esposa o eso creía él. Le había regalado las joyas más caras y finas de todo el reino y ¿ella que había hecho?, las había mandado a devolver con alguna de sus doncellas.
Pensó que ella las aceptaría sin chistar como hacia Abigaíl cada vez que le reclamaba algo Damon le daba algún regalo para que se calmara.

Pero esta vez eso no había funcionado, no con Iris y la presión que sentía en el pecho era tan grande que sentía que se ahogaba o eso sintió cuando hace unas semanas había rechazado su propuesta de amistad y lo había entendido a pesar de que la ira y humillación llenaron su sistema.

Como podía pedirle algo si el nunca había sido bueno con ella, ahora estaba pagando con su desprecio y eso lo frustraba no había deseado tanto a una mujer como deseaba a Iris y no lo entendía no todavía.

Siguiendo con sus pésimos intentos desayunaba y cenaba todos los días en el comedor con ella posponía reuniones con el parlamento para más tarde para hacerlo y eso era un sacrifio grande para el que sus días eran muy ocupación. Siempre que intentaba entablar una conversación con ella sus respuestas eran monótonas y frías.

Después se rendía y no hablaba más, solo se limitaba a observarla y ella fingía no darse cuenta de ello, analizaba que colorido vestido llevaba puesto o se había recogido su rizado cabello con largas trenzas, sus ojos oscuros y sus labios rosados que quería besar hasta saciarse.

Collins lo siguió mirando bastante preocupado sin decir ni una palabra, luego tocaron la puerta su consejero la abrió y uno de los guardias le anuncio que la doncella de la reina que él había mandado a llamar lo esperaba afuera.

La dejo entrar y Amelía ingreso e hizo una elegante reverencia.

Damon no perdió tiempo, fue a lo que le interesaba.

—¿Por qué la reina no acepta ninguno de mis obsequios? ¿No le gustan las joyas?—esa era una de sus dudas ya le había regalado casi de todo, rubíes, esmeraldas, diamantes, pero nada parecía satisfacerla.

—A su majestad si le gustan las joyas, lo que no le gusta es que usted se las regale para comprar su afecto—Damon apretó los labios.

—No se las doy por eso—eso era una parte mentira—¿Entonces ella que quiere?—tenía miedo de escuchar que no quería nada de él, una parte de él tenía fe a que por alguna cosa que hiciera Iris lo aceptara.

—Si me permite decir mi opinión majestad—Damon asintió— la reina es una persona bastante honesta y le gusta que sean sinceros con ella lo aprecia mucho, usted debería hablarle de frente y decirle lo que siente creo que ella apreciaría más eso que cualquier joya que pueda regalarle.

—Gracias Amelia—con lo que le dijo la doncella quedo peor y después de que saliera se pasó las manos por sus oscuros cabellos despeinándose.

—Considero que la señorita tiene razón su majestad, creo que al menos llegaría a tener un avance con la reina si es sincero sobre sus sentimientos por ella— Collins no titubeo, Damon volvió a pasearse por la oficina.

MI DESTINO [LDR#0]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora