Capítulo 12

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Seis meses habían pasado desde que Jin los despidió en el aeropuerto de Seúl.

Las cosas habían mejorado bastante,  aunque habían días buenos y malos.

Jimin había reaccionado poco a poco de forma favorable a la rehabilitación,  el psicoterapeuta fue un pilar fundamental no sólo para Jimin,  sino que también para Jungkook.

Jimin tuvo que aprender a conocer y aceptar su nueva realidad y procesar que las limitaciones físicas lo serían sólo si él así lo permitía,  todo le costaría el doble, pero si ponía de su parte volvería a ser independiente y tener una vida plena nuevamente.

El dolor físico,  la ansiedad,  la incertidumbre y la tristeza fueron los enemigos invisibles con los que luchaba a diario.  Sabía que muchas veces era injusto e hiriente con Jungkook,  pero él lo dejaba pasar siempre con una sonrisa, y continuaba firme a su lado, apoyándolo silenciosamente cuando caía en esos vacíos.

En muchos momentos se aisló por completo,  cayendo en un silencio autoimpuesto,  silencio al que también arrastraba a su esposo,  muchas noches despertó y escuchó a Jungkook llorando en el baño cuando lo creía dormido,  pero estaba tan herido que no podía hacer nada por  no lastimarlo.

Había perdido su autoestima,  no soportaba mirarse al espejo porque no aceptaba que la imagen que se reflejaba fuera él,  así que había dejado de hacerlo.

Sentía vergüenza que Jungkook lo viera desnudo,  se sentía impotente porque dependía cien por ciento de él,  quiso alejarlo, pero su esposo no lo dejó,  las primeras veces que Jungkook lo bañó se sintió avergonzado y humillado, odiaba que él viera sus cicatrices y sus piernas inexistentes, esos sentimientos lo hicieron sufrir de una manera que nunca había experimentado.

Jungkook siempre había amado sus piernas,  siempre le decía lo increíblemente sexies que le parecían,  ahora ya no estaban se sentía feo e inservible, su apariencia física lo atormentaba tanto como no poder caminar y bailar,  todo su mundo se había derrumbado,  su vida profesional,  su vida social,  su matrimonio.

Gracias a la ayuda del psicoterapeuta,  pero más que nada a la paciencia y apoyo de Jungkook,  había empezado a salir lentamente de ese agujero negro en el que estaba prisionero,  porsupuesto que todavía había días difíciles,  pero iba lidiando con sus temores y fantasmas día a día.

Los primeros dos meses Jungkook se encargaba de asearlo, de mantener las cicatrices de sus muñones en buen estado,  de vestirlo y llevarlo al baño para hacer sus necesidades,  su esposo nunca tiró la toalla con él,  al contrario seguía y seguía apoyándolo incluso cuando él lo alejaba.

Jungkook habilitó una de las habitaciones transformándolo en un gimnasio casero,  donde todas las tardes le hacía una rutina de ejercicios para mantener su musculatura en buen estado para el momento en que tuviera que usar las prótesis, era cuidadoso y delicado para ejercitarlo y luego lo llevaba a la bañera donde lo sumergía en el agua tibia para relajar su cuerpo.

Todos los días Jungkook  lo llevaba a la clínica del hospital de Yansang,  donde Jimin se rehabilitaba,  tuvo que aprender a respirar de otra forma con ayuda del fisioterapeuta para no colapsar sus pulmones con esfuerzos tan simples como subirse sólo a la silla de ruedas, pero de a poco empezó a ver algunos pequeños resultados.

Por ejemplo al cuarto mes ya era capaz de desplazarse por toda la casa en la silla de ruedas,  servirse un vaso de agua o cualquier otra cosa de la cocina,  subirse y bajarse de la cama a la silla sin ayuda,  ir al baño sólo,  Jungkook ahora sólo lo ayudaba con los baños y los ejercicios en el gimnasio improvisado,  Jimin ahora de vez en cuando sonreía,  nunca pensó que cosas tan pequeñas pudieran darle tanta satisfacción y felicidad.

Ahora a los seis meses de haber salido de Seúl,  Jimin se sentía con algo de esperanza,  era una muy frágil,  pero estaba ganando espacio en su mente y corazón.

Tenían una rutina establecida , es decir se fue dando de forma espontánea y natural.   Por las mañanas desayunaban ambos en la cocina,  luego Jungkook lo llevaba a su terapia de rehabilitación, dónde a pesar de todas sus protestas al principio de ellas, Jungkook las realizaba junto a él,  después de eso regresaban a casa almorzaban y Jimin dormía una siesta mientras Jungkook trabajaba en la habitación que había dispuesto como su oficina de trabajo,  alrededor de las seis de la tarde paseaban juntos por la playa y esperaban el ocaso,  después Jimin con ayuda de Jungkook realizaba su rutina de ejercicios para luego bañarlo y acostarse a dormir, Jungkook nunca dejó de abrazarlo para dormir y Jimin lo dejaba porque necesitaba esa conexión.

De cierta manera la rutina establecida le propocionaba calma y estabilidad a Jimin, lo hacía sentir seguro.

Jungkook en realidad no la había tenido fácil,  era una lucha diaria y constante con las inseguridades de Jimin y también las propias,  cuando se sentía colapsar se encerraba en el baño y lloraba silenciosamente a escondidas de Jimin,  por suerte sus padres lo llamaban a diario y le daban fuerzas para seguir luchando,  Jin también lo llamaba seguido y con él dejaba salir todas sus angustias y miedos,  era bueno contar con alguien que lo escuchara y Jin pacientemente nunca le dejaba darse por vencido.

Jimin ahora  estaba mucho mejor que cuando salieron de Seúl,  se podría decir que tenían una convivencia saludable y pacífica,  pero de pareja no había nada,  eran como dos amigos compartiendo todo, pero había una barrera invisible que Jimin había erigido y que no lo dejaba cruzar.

Un día cuando Jimin lo llamó feliz de haber logrado subir a la cama solo el  también sintió la felicidad embargarlo por completo al verlo sonreír y sin pensarlo se acercó a él para darle un beso,  estaba tan necesitado de esas muestras de afecto,  pero Jimin apartó su rostro y quedaron en un silencio incómodo, Jungkook como pudo hizo de todo nada y le sonrió,  felicitándolo por su logro y salió de la habitación para no mortificar aún más a Jimin.

Desde ese día se abstuvo de demostraciones de afecto que incomodaran a su esposo, se conformaba con abrazarlo por las noches al dormir,  en esos instantes lo sentía suyo de nuevo, y nunca,  pero nunca durante esos seis difíciles meses había dejado de sentirse enamorado,  aún lo amaba con todas las fuerzas que  su corazón terco tenía.

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