Capítulo 33

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Jimin  mientras permanecía con su esposo en el hospital le contaba todo lo que pasaba mientras él no estaba en casa,  sobre la forma peculiar de pequeñín para decirle cuánto lo extrañaba,  de la hermosa amistad que se había forjado entre Ana y su madre,  sobre la reconciliación entre Hana y su propia madre,  de la increíble amistad que había surgido entre Tae hyung y Jin,  cada cosa por ínfima se lo hacía saber para mantenerlo al día,  no sabía si Jungkook lo escuchaba,  pero el tenía la fe de que escuchaba cada una de sus palabras.

Trajo consigo desde su casa el libro que estaba leyendo y que nunca había logrado finalizar,  ahora lo leería para Jungkook,  se sentaba al lado de su cama y le leía todos los días, Como agua para chocolate de Laura Esquivel.

Era un libro hermoso,  que narraba la historia de un amor prohibido entre Tita y Pedro los protagonistas,  Tita por ser la hija menor no podía casarse pues por tradición estaba destinada a cuidar de su madre hasta el día que muriera,  Tita está muy vinculada a la cocina, fue prácticamente criada entre los fogones por Nana la cocinera y aprendió desde pequeña todos sus secretos,  una historia de amor y dolor donde ella a través de la comida deja salir todas sus emociones de forma mágica y maravillosa.

- Que amor más increíble Kookie,  yo sería Tita y tú Pedro,  amándonos sin importar las circunstancias,  ¿ verdad?

Jimin hacía pausas en cada capítulo para comentar y dialogar sobre el libro con Jungkook,  había capítulos donde se emocionaba hasta las lágrimas, sentía una conexión especial entre la historia y su propia experiencia de vida después del accidente,  para el la cocina y sus recetas que tantas veces compartió con su esposo lo  ayudaron a sanar sus heridas emocionales.

Era la segunda semana con tres días cuando terminó de leerlo en voz alta para que Kookie lo escuchara,  lo cerró y lo dejó sobre la mesita adjunta a la cama y luego tomó la mano de Jungkook y suspiró.

- ¿.Te gustó amor?, yo creo que sí,  tanto como a mí- Jimin sonrió acariciando la mano de Jungkook entre la suya cerrando sus ojos soñadoramente.

Un ligero apretón en su mano lo hizo abrir los ojos.

- ¿ Kookie?- tenía miedo de estar soñando y miraba la mano de Jungkook entre la suya y lo sintió nuevamente,  un ligero apretón.

Su corazón dejó de latir por unos segundos para luego lanzarse a latir desenfrenado dentro de su pecho.

- ¿Kookie?, ¿Amor?- su voz temblando,  su mano temblando,  y Jungkook abrió los ojos,  despacio,  muy despacio y sus ojos negros de ciervo lo miraron y sus labios sonrieron débilmente.

Un sollozo ahogado mezclado con risa escapó de los labios de Jimin,  sus lágrimas mojaban la piel de la cara de su esposo cuando juntó su frente con la de él.

- Hola bebé- apenas un susurro rasposo salió de la garganta de Jungkook.

Jimin sonrió mordiendo sus labios temblorosos y húmedos por las lágrimas.

- Bienvenido de regreso amor- Jimin acunó sus mejillas y posó sus labios en los de Jungkook,  así se sentía la felicidad en su máxima expresión,   su esposo estaba aquí,  había regresado.

Las siguientes horas fueron un caos,  enfermeras corriendo,  el médico revisando a  Jungkook todavía un poco desorientado pero bien,  Jimin llamando a casa para dar la noticia,  la sala de espera fuera del cuarto de Jungkook llena de personas que lo amaban,  no faltó nadie,  bueno sólo Ana y pequeñín que se quedaron en casa,  ellos esperarían su regreso.

Jimin era una oda a la alegría,  sus mejillas sonrosadas,  la sonrisa que no lo dejaba ni siquiera hablar,  no se alejó  cuando lo revisaron,  no se apartó de Jungkook ni un segundo.

- Esto realmente es un milagro muchacho,  estás mejor que ninguno de nosotros,  ni siquiera hubo secuelas- decía una y otra vez el doctor asombrado cuando terminó de revisarlo.

- ¿ Estará bien doctor?- se atrevió a preguntar Jimin.

- Así lo creo,  pero ahora lo llevaremos para asegurarnos de que todo está bien- respondió el doctor.

Jimin estaba reacio alejarse, pero sabía que  sería sólo un momento y asintió a duras penas.

- ¿ Puede su familia pasar a verlo antes?- Jimin preguntó.

- Sólo unos segundos,  recuerda que recién salió del coma, no deben abrumarlo con preguntas, ¿ de acuerdo?- preguntó el doctor.

Jimin asintió y fue a buscarlos advirtiéndole antes de que ingresaran de las palabras del doctor.

Uno a uno fueron entrando hasta rodearlo alrededor de la cama,  Jungkook les sonrió.

- Hola...- sus labios formularon.

Todos sonrieron y una que otra lágrima se deslizó por aquellos rostros que miraban a Jungkook con amor, luego el doctor los hizo salir y se lo llevaron para hacerle el scanner.

Jimin sintió los brazos de todos rodeándolo,  el amor se transmitía como un vínculo invisible,  estaba envuelto en una manta humana de amor,  se sentía cálido y lo más importante, la soledad y la tristeza no tenían espacio en aquel lugar.

Esa noche dejaron a Jungkook en el hospital para observarlo y Jimin se quedó con él,  no había fuerza que pudiera alejarlo de Kookie ahora...ni nunca.

Sentado a su lado con su mano  entre las suyas no podía dejar de mirarlo,  le parecía todavía estar en un sueño,  era irreal verlo ahí sonriéndole como si  no hubiesen pasado dos largas e interminables semanas sin que lo hubiera hecho.

- Be...bebé- tragó saliva para aliviar el ardor en su garganta,  a Jungkook aún le costaba hablar mucho rato.

Jimin acercó inmediatamente el vaso con la bombilla para que tomara un sorbo de agua.

- Bebé- dijo Jungkook más aliviado- recuéstate a mi lado.

- Pero te voy a incomodar...

Jungkook puso un dedo sobre sus labios silenciándolo.

- Nunca- Jungkook se movió haciéndole un espacio a su lado.

Jimin se sentó en el borde y luego se sacó sus piernas ortopédicas dejándolas al lado de la pequeña cama y se acomodó a su lado recostando su cabeza en el pecho de su esposo.

Jungkook suspiró sonriendo tapándolos a ambos con las mantas.

- Ahora sí, todo está en el lugar adecuado bebé- Jungkook beso su cabeza y ambos se durmieron.

Cuando la enfermera hizo su ronda nocturna los encontró fundidos en un abrazo y sonriendo salió de la habitación para no despertarlos.

Cuando la enfermera hizo su ronda nocturna los encontró fundidos en un abrazo y sonriendo salió de la habitación para no despertarlos

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