Nuevo colegio.

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Todas las miradas centradas en alguna cosa dejaron lo que hacía para girar a verme, a pesar de que había furros parecía que los humanos eran más, y la verdad... No vi a ninguna fémina tan alta como yo entre los grupos que estaban ahí, y ningún furro con los colores tan llamativos de mi pelaje.

Estirando las correas de mi mochila avancé con casualidad a la puerta de entrada, buscando mi salón de clases me adentré en un pasillo que pasaba a lado de uno de los patios de receso, entrando a una sección del edificio donde supuestamente estaría mi salón... no entré...

La clase aún no comenzaba, por lo que no había profes y varios alumnos estaban fuera, y yo al no estar seguro de que fuera mi clase esperé ver o escuchar a alguien preguntar por mí... aunque tuve que centrar mi atención auditiva en mi alrededor.

Una nutria, bastante regordeta con vestimentas que no alcanzaban a cubrir su barriga entró al salón rápidamente, sentándose lo más atrás posible en la primera fila de asientos disponibles, seguida de una pequeña ardilla que abrazaba su mochila entrando también.

me alivió no ser el único furry de mi salón, (de 55 alumnos solo tres habíamos sido afectados por el fur-z) entonces me animé a entrar.

Además de ser muy colorida era muy alta, entonces tuve que sentarme hasta atrás al igual que la nutria, aunque en una fila más en medio del salón, los asientos eran de dos por mesa, entonces tendría que compartir mi escritorio con alguna otra persona.

Fue mi impresión que entró una chica gótica, que al ver que sólo el asiento junto al mío estaba libre tiró su mochila en el asiento y salió del salón antes de que pudiera decir lo que sea.

-Vaya... ¿todos son asociales o sencillamente odian a los afectados por el fur-z?- dije para mí misma.

Justo en ese momento entró la primera profesora para comenzar las clases, la gótica se sentó a mi lado sin dirigirme palabra, y el que nadie me hablara solo hizo más larga y aburrida la clase, dos horas después el profe que seguía no estaba por lo que tomamos la hora como un receso.

-¡Ahhhhh!- escuché un gritó que me hizo bajar las orejas por la intensidad.

Me asomé fuera del salón para ver por qué el grito encontrando al tal Ghart del ring de boxeo de hace poco, con la ardilla colgando de una mano como sin nada.

-Jajajajaja, eres tan diminuta niña, ¿Por qué una ardilla?- preguntó, claramente haciéndole bullying a la pequeña.

-¡Sueltala!- exclamó la nutria que apenas y le llegaba al ombligo.

-Tu no te metas gordo- dijo el lobo enorme sin ver a quien le trataba de dar órdenes.

-Suéltalo Ghart- dije yo desde detrás del resto de compañeros que miraban el abuso.

En cuanto Ghart escuchó mi voz giró a verme, y no sé si realmente vio un demonio o le tenía algún miedo a las mujeres o mi forma de hablar que soltó a la pequeña ardilla, que parecía haber dejado salir el alma de su cuerpo ya que se quedó acostada en el suelo abrazando su cola.

-H-Hey tu...- dijo, nuevamente no dejé que terminara pateándole la entrepierna... y no... no es que tenga una afición con patear entrepiernas, sencillamente ese era el unico punto debil que le conocía al enorme lobo musculoso.

Sonó el timbre y todos dejaron de lado el rodear a los furros para irse a sus clases.

-¿N-No me morí?- preguntó la ardilla abriendo un ojo encontrándome a mi sosteniendo su cabeza y recargándola un poco en una pierna, pensaba llevarla a enfermería pero no sabía si cargarla causaría algo.

-¿Estás bien?- pregunté, pero apenas lo hice la ardilla se volvió a desmayar.

-¿Qué?-

-Es que Molly le tiene fobia a los perros...- dijo la nutria a lado mío.

Ms. Lullaby Donde viven las historias. Descúbrelo ahora