Alas fénix.

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-Ehhh... ¿qué?- pregunté bajando un poco las manos, seguía siendo raro que el perro aún de rodillas me hacía levantar la cara para verlo a los ojos.

-Quiero invitarte a una cita...- dijo sacando de debajo de su axila una flor que... Me sorprendió que estuviera intacta.

-No voy a tocar eso... ¿Por qué?-

-Eres muy bonita-

-Ah... no, gracias- dije dispuesta a darme la vuelta.

-Eres ruda también, y eso me gusta en una hembra-

¿"Hembra"? estaba muy raro que me llamara así, no dije nada pero antes de que pudiera negarme de nuevo habló:

-Es más, una pelea amistosa, si ganas te dejo en paz, si te niegas concédeme una cita-

Realmente no me imaginaba con él en un restaurante o una salida, por más divertido que me prometieran que sería, con él sería incómodo, pero pelear... sentía que me romperían la cara, aunque aprovechando el cuerpo que actualmente poseía quizás me iría mejor, pero ver ese músculo sobre músculo me hacía desconfiar quisiera o no.

-Okey...- dije tratando de sonar como si le diera su avión, pero se levantó rápidamente.

-¡Hecho! ¡Peleamos el viernes después de clases!- dijo victorioso como si su triunfo fuera obvio.

-¡¿Eh?! ¡Espera! yo nunca dije que esta semana pelearíamos- exclamé.

-Bueno... te dejaré prepararte esta semana, y el lunes pelearemos, no extenderé esto por mucho tiempo linda- dijo sonriendo.

-¡¿Y pelearemos aquí?!-

-Los directores están más atentos a si pelean humanos, los furrys no-

Eso me hizo sentir insegura en un colegio, pero era colegio público así que de cierta forma lo esperaba.

-Agh... bien...- dije antes de ser yo quien se fue.

Mi primera semana estaba corriendo bastante extraña, el uniforme del trabajo cambió para vergüenza mía, hice que una chica ardilla cayera al suelo como una rebanada de pan y la gótica del salón parece ser bastante asocial como para siquiera girar a verme o pedirme una goma... Tomó mi goma sin permiso durante un examen de conocimiento general.

Y ahora ese perro al que le gané antes quería una revancha que ponía en juego mi vida o posiblemente mi virginidad.

-Solo espero que sea de ese porcentaje con un capitán tan grande que no pueda usar por el resto de su vida- dije recordando las palabras de ese gato femboy antes de mi viaje al norte.

Comencé a juntarme con Barry cuando no estaba con Molly, que generalmente se mantenía con la obesa nutria durante las clases, del lado donde la barriga de éste la escondía de mí, no buscaba comermela claro, pero de igual forma era tonto que se escondiera así, posiblemente no lo sabía pero podía olfatearla desde muy lejos.

Durante las clases no tenía necesidad de hablar con nadie así que parecía que estaría bien, durante los recesos la nutria y yo hablabamos para conocernos y quizás que Barry le hablara a Molly sobre mi para que perdiera el miedo... en cuatro días no hubo progreso pero no estaba necesitada de su amistad, sólo que dejara de desmayarse cada vez que me levantaba de mi mesa.

Durante el trabajo en el café sentía que era una conejita playboy o una empleada de hooters al ser invadida por las miradas de los clientes masculinos, que al menos en mi mesa eran TODOS, aun siendo amables rechacé toda invitación "saliendo del trabajo".

Creí que todo el pelaje se me iba a caer por tanto tiempo tan insegura y estresada, hasta que llegó el sábado, justo a esas horas en las que debía ir a la revisión semanal, cuando llegué el sitio estaba más elaborado, con pequeñas carpas y cortinas donde revisaron de forma más personal, la misma doctora de la semana pasada me atendió reconociéndome inmediatamente me hizo estudios con rayos x apenas entré a la carpa.

Ms. Lullaby Donde viven las historias. Descúbrelo ahora