Salvajismo.

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-¿Q-Qué era eso?- me pregunté entrando por aquel agujero y aterrizando cerca de la piscina, Baloo había quedado inconsciente en el agua, llamé a la policía y luego hice el esfuerzo por sacarlo del agua, dejándolo en la orilla amarrado con varias cuerdas de salvavidas.

-Hmmm... listo...- me dejé caer de sentón a lado de él mirando el agujero, preocupada, para ser mi primer día eso parecía que sería mi primera experiencia, estaba salada o algo porque siempre ocurrían los desastres donde yo estaba... o yo siempre estaba donde ocurrían desastres que sería peor.

Mis pensamientos se disiparon cuando escuche muchos gritos, poniéndome de pie y corriendo de vuelta al interior de los salones tradicionales, parecía ser que Baloo no era el único que había enloquecido, de un salón salió una chica con el brazo pegado al abdomen, sangraba por una mordida, rápidamente me acerqué a preguntar si estaba bien, pero al verme su miedo la hizo retroceder y suplicar que no la lastimara.

-Tranquila, yo quiero ayudar- dije antes de girar a ver al salón de donde salió, una hiena estaba tratando de atacar y morder a varios compañeros, pero un jaguar (también salvaje) lo atacaba.

-Todos vayan al gimnasio y no dejen entrar a nadie- exclamé acercándome a los dos salvajes peleando entre sí, sujetándolos del cuello, alzándolos unos centímetros del suelo y golpeándolos contra el suelo, dejándolos inconscientes cerré la puerta del salón y la bloquee con la pata de una silla.

-Adoro mis alas...- dije manteniéndolas fuera pero dobladas para que no estorbaran.

Así entonces comencé a explorar los salones, dando la misma orden de dirigirse al gimnasio y bloquear las puertas, buscando también noquear o encerrar salvajes en los salones, entre ellos cocodrilos, lobos, osos y hasta dinosaurios, todo parecía ir con suerte hasta que llegué al pasillo que daba a los salones de las ingenierías, donde estaría Polarys, la idea de que él se volvió salvaje y se convirtió en su versión fortachona me invadió dándome algo de miedo.

Dejé de correr con esa idea, siendo más discreta con mi andar, un sonido me hizo girar detrás mío pero no vi a nadie, mis orejas seguían moviéndose en muchas direcciones, olfateando un poco el lugar.

-Un sergal...- murmuré mirando en muchas direcciones, aunque solo hubiera tres caminos por donde pudiera atacarme, me acerqué lentamente a la puerta de un salón cuando finalmente se hizo aparecer, saltando sobre mí, sujetándolo de las muñecas para que no me atacara con sus garras, pero sus patas estaban sobre mi abdomen, intentando atravesarme con sus garras también, lo lancé contra la puerta detrás mío para abrirla, era un cuarto de conserje, por lo que al caer al suelo lo golpearon en la cabeza muchos palos de escoba y trapeadores, incluso un recogedor y una cubeta con exprimidor, aunque lo golpearon tantas cosas no quedó inconsciente, sólo aturdido, tuve que darle un golpe a la cara para noquearlo, y entonces vi la misma mancha que los demás en su cuello, era una mancha azul, como si les hubieran disparado un balín de pintura.

-Parece ser que puedo encontrar más pruebas en ellos- dije tocándola, estaba seca pero aún podía sentir que no era una mancha característica del furry, alguien los envenenó.

-Oh dios... así que las películas si influyen sin excepción- escuché una voz detrás de mí haciéndome saltar y hacer pose de karate, para después ver qué se trataba de Reese, esa cabra que va conmigo en artes.

-Ahh... me asustaste...- dije sujetándome el pecho relajando mi respiración.

-Perdona, creí que me habías escuchado, pues...- dijo golpeando sus cascos en el suelo.

-Estaba distraída, perdona, ¿Cómo que las películas influyen?-

-Es lógico, Zootopia- respondió señalando la mancha en el cuello del Sergal.

Ms. Lullaby Donde viven las historias. Descúbrelo ahora