Se acabó.

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Había pasado una semana completa desde aquel incidente, en el cual estuve todo el tiempo en cama, agradeciendo que con el calor que hacía afuera mis padres fueran capaces de instalar aire acondicionado en mi cuarto, por lo que la cama y mi pareja no me hicieron sufrir en ese tiempo.

¿Por qué toda una semana en cama? por esa mordida, no me había causado fiebre o algo así, pero me dolía absolutamente TODO el cuerpo, y era una agonía tan solo levantar el celular frente a mi cara, era como si hubiera tenido un arduo entrenamiento por horas, todas las articulaciones las sentía cansadas.

Para cuando finalizó la semana, así como así, desperté un lunes completamente bien-

-¡¿Ya sané?!- dije completamente feliz lanzando las cobijas y levantándome, pero al ponerme de pie noté que mi blusa me quedaba de ombliguera.

-¿Que nunca voy a dejar de crecer?- me pregunté, también notando que mis orejas tocaban fácilmente el techo.

Tratando de no pensar en ello me dije "En estos días veo cómo me compro más ropa" y salí de casa directo al restaurante, ya que la semana anterior me había ido antes de que me pagaran.. o ahora... que me liquidaran.

El señor Jorge me recibió cortésmente con mi liquidación, deseándome suerte, pero realmente asegurando que con lo ocurrido ya no podía trabajar ahí, algunos me abrazaron, y otros decidieron evitarlo tras ver que al abrazarlos quedaban a la altura de... ¿Mi abdomen?
-Estás increíblemente grande, ¿Es por las mordidas?- preguntó José.

-Yo pensé que era un cambio natural pero ahora que lo dices puede ser... ¿Seré una mujer dragón? ¿O un lobo al cuadrado?- bromeé, -¿Sigo pareciendo un lobo?- pregunté a continuación, a lo que muchos negaron con la cabeza.

-Creo... que debo volver a casa, gracias por todo- dije despidiéndome y corriendo a casa, intentando desplegar mis alas pero... por alguna razón estas no salieron.

-Agh... ¿Qué?- dije tras haber dado un salto para comenzar el vuelo, pero al caer quedé en cuatro patas, y para cuando intenté levantarme me resultó complicado, sentía mi columna bajo una presión considerable si me paraba en dos patas, entonces me apresuré a volver a casa, donde mi respiración agitada parecía aumentar los cambios.

-¿Cómo te f-?...- preguntó mi mamá antes de verme entrar a la casa directo al segundo piso, donde había un espejo de cuerpo completo en la sala, y donde pude ver realmente mi transformación.

No solo mi estatura había cambiado, sino mi tamaño en general, mi ropa se rasgó y mi cabello se había convertido en una melena, mi nariz negra pasó a ser un par de hoyos en mi nariz más separados, tenía cuernos y mi cuerpo era como el de una serpiente, solo que tenía aún mis patas... cuatro, pero las delanteras tenían pulgares aún, sin embargo era difícil controlarlas correctamente.

-Soy un... dragón oriental...- dije.

Un dragón chino, con melena y una crin que se extendía por mi columna desde mi cabello hasta la punta de mi cola roja con puntas amarillas, patas con almohadillas rojas y moradas, y mi pelaje gris, convertido en pelaje blanco, medía fácil unos 10 metros de largo, y estando parada en cuatro patas parecía medir no más de 1.7 metros.

Era inevitable recordar esa serie de "Dragón Occidental" que miraba en la televisión de mis abuelos en mi infancia, siempre sospeché que en mi familia había alguna descendencia oriental, por una vieja foto de mi abuelo donde se le notaban los ojos rasgados, pero mis apellidos no tenían nada de oriental por lo que sólo era una sospecha, a la cual le quise atribuir el por qué ahora era un dragón chino.

-Tengo que contarle a Polarys- me dije sacudiendo la cola con emoción, bajando con emoción las escaleras para salir de casa, lo extraño era que mientras mi torso superior (o delantero en este caso) ya terminaba de bajar las escaleras el otro se preparaba para bajar apenas.

Ms. Lullaby Donde viven las historias. Descúbrelo ahora