Narra Emily
Mi vida había dejado de estar en automático. Probablemente sabría lo que se sentiría convivir con personas agradables y sinceras por mucho tiempo. No me desagradaba la idea, me daba una perspectiva más amplia de las formas de vivir. Yo era introvertida, como bien saben. Amaba estar sola por mucho tiempo, porque así comprendía y aprendía de mi propia mente, alma y corazón. Encerrada en mi habitación o sola en el campo. Era una sensación increíble mirarme desde una segunda persona, como si mi mente y cuerpo se partiesen en dos, para verme desde afuera. Ver cómo las diferentes emociones corrían por mis venas, era emocionante, todas me llevaban a tomar una acción, incluso no hacer nada era hacer algo. Me pasaba mucho pensando, meditando, volviendo a reflexionar. Los escenarios en mi cabeza eran tan reales y hasta tangibles, que en mi soledad, aprendí a volar. Pero me fui de vacaciones, a un lugar que no sabía el nombre, sin embargo me llenaba el alma de alegría. Personas maravillosas habían llegado a mi rescate, para darme otra mirada. Justo cuando sabía que debía entender desde otros cuerpos, Diana y sus hijas tomaron sus cosas para irse a vivir a Amherst.
Mery y Sue eran mi par favorito. Éramos como el complemento perfecto. Pero si quieren que sea muy sincera con ustedes, debo admitir que tenía una preferencia por Susan. No se los había dicho, obviamente no ayudaría en nada comentarlo, pero dentro de mí lo sabía. Ella era el requisito perfecto para la palabra fenomenal. No había día en que no pensara en ella. Comencemos hablando de su físico. Era muy preciosa, y esto era difícil, porque no era de hablar tanto como lo hacía su hermana, por lo que, había aprendido a comunicarme con su mirada. Esto lo hacía el doble de complicado. Cuando no puedes sostenerle la mirada tanto tiempo a una persona, porque te ves intimidado por ellos, sumándole a que sus expresiones eran su lenguaje, no había mejor salida que morir.
Me había conocido en tan poco tiempo, que quedé sorprendida, sobre todo cuando en este lugar, nadie me comprende, ni siquiera Mery, quien también era mi amiga. Susan me miraba a los ojos y puedo afirmar, que la razón por la cual no quería que me viese por mucho tiempo, es porque ella parecía leer mi mente. Era esa clase de persona a la que le tienes devoción. Mi mejor amiga.
—Quisiera que mis piernas puedan lucir un poco más anchas, para que se vea bien con el uniforme—Mery había dicho.
Olvidé mencionarles que las vacaciones de verano habían culminado y mañana comenzaríamos a estudiar. Odiaba ir a la escuela, mas no aprender, estaba enamorada de la literatura, de historia y de ciencias, pero cuando me hablaban de matemáticas, tan solo me deprimía, sin contar a las monjas tan estrictas y amargadas que habían ahí.
Nuestra escuela era solamente de mujeres. Al cruzar la calle había una de varones. Ahí le pedía ayuda a Adolph, amigo de mi hermano, y no directamente a Austin porque le diría a papá—¿A quién quieres demostrarle tu silueta, Mery? No hay hombres en el lugar—Rebecca le dijo a su hermana menor, pero creo que se había equivocado. Ambas lo hicieron, Mery por menospreciar su cuerpo y Rebecca por creer que los hombres eran el único elemento distractor.
—Luces muy bien así Mery. Además quien te quiera no debería fijarse en cómo luces—Susan, quien estaba sentada frente a mí, me regaló una sonrisa.
—Gracias, Em, eso espero—Rebecca y Dànnika se retiraron a sus habitaciones—¿Qué tal si hacemos algo por ser la última noche de verano?—
—¿Algo como qué?—Sue intervino.
—Vamos a cazar varones—traté de hacerme una idea de ello.
—¿Qué clase de actividad es esa?—Sue cuestionó con clara confusión.
—Los chicos tienes reuniones casi todos los fines de semana, y este no es la excepción, sobre todo porque será una de las últimas de entretenimiento, de ahí será un club de estudio para hombres—supuse que esto no guiaba a nada bueno—podemos escabullirnos ahí y ver qué hacen, y cuando las copas se les pasen, aparecemos—
