Capítulo 12

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Narra Sue

¿Que si quería irme? Les diré cómo me sentía.

Después de la muerte de mi familia, sentía que el consuelo estaba lejano. Esperé por muchos días a que la muerte llegase a mí, a que me lleve también, pero se había ido y me dejó con una soledad que la sentía hasta en los huesos.
La refrigeradora apenas tenía algunos víveres, pero al poco tiempo faltaron, porque tenía que alimentarme, por más que no tuviese ganas, o al menos eso hubiese dicho mi madre.

Austin me había encontrado cuando salí por primera vez en muchas semanas. Me había hablado con ternura y con amor. Nunca le había visto siendo tan amable, pero ambos esperábamos algo más. Él quería tenerme y yo necesitaba un refugio. No tuve otra opción más que recurrir a sus brazos, pero no sentía absolutamente nada. Eso me llevó a sentirme egoísta y poco humana. Tenía a quién amar y quién me ame, pero en estos momentos también estaba mi vida de por medio. No podía pensar en vivir en una casita de campo alejada y que al poco tiempo las provisiones falten. Además, sería casi como un crimen casarme con quien verdaderamente tenía mi corazón.

Esos días en que estuve junto a Emily, habían sido como un abrigo a mi soledad y un llenar a mi gran vacío. Ella me hacía sentir viva, real. Me hacía sentir tanto que incluso me asustaba. No teníamos límites. Le había entregado mi cuerpo, mi alma, mi corazón y mis pensamientos. Me rendí completamente a ella. Me asustaba sentir y luego tener que ver cómo el aire se llevaba sus cenizas. La quería con tanta locura, que mi pecho y mi cuerpo no podían sostenerlo. La necesitaba cada segundo de mi vida, porque sino sentía que moría, pero repito, tenía miedo. Me sentía frustrada porque no podía ser ella a quien le declare mi amor frente a una multitud. Porque ninguna podría sostener a la otra, y aunque me digan que lo material no importa cuando hay amor de por medio, en este caso, estaríamos suicidándonos indirectamente, y tampoco pretendía verla sufrir. Quizá éramos muy jóvenes para entenderlo.

Ver a ambos discutir por mí se volvió insostenible. No amaba a Austin, pero me había comprometido con él. No me gustaba la forma en cómo me quería y en lo posesivo que era. Por otro lado, moría por Emily, pero era imposible tenerla, menos ahora y tampoco era sostenible. No supe qué hacer, así que en segundos pensé que quizá me vendría bien comenzar de nuevo. Podría conocer a otras personas, trabajar e incluso enamorarme nuevamente. En el fondo sabía que esto último era imposible, ya habían pasado muchos años desde que Emily se había robado mi vida entera. Sabía cómo era pasar meses sin verla y aún así seguir aferrada a ella, pero no perdía nada con intentar alejarme. Sería lo mejor para todos y para mí. No habrían disputas entre ellos y yo no me sentiría encasillada u obligada.

Todas las noches lloraba, pedía al cielo ayuda.

La habitación en la que me encontraba era bastante cómoda y tenía todo lo que necesitaba, pero a la vez era un infierno. El monstruo venía a tocar mi puerta y mataba mi inocencia. Cuánto deseaba que fuese mi ángel la que tocaba a mi puerta y me abrazaba para así dormir.

Y las cartas no dejaban de llegar a mí.

Sus poemas cada vez se volvían más profundos y maduros. Ella me robaba el aliento. Sabía que sufría por lo mucho que me extrañaba. Solo una vez contesté, pero fue a Austin. Quería que me deje en paz. Y si no lo hice con Emily, fue porque no quería darle falsas esperanzas. Tan solo...

Mi pecho dolía. Me ahogaba en mi propio llanto, porque no podía borrarla.

[...]

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