Narra Emily
Me había levantado con la frente cubierta de sudor y con las sábanas dispersas en distintos lugares de mi habitación. Todo esto se debe a la pesadilla que tuve, en la cual, Sue se lanzaba de una barco. Bueno, para mi interpretación era como una ida de su parte y me angustió pensar que podría suceder algo como eso.
En fin, la buena noticia era que mis padres saldrían por un día y eso significaba tener la casa para nosotros solos. Quién diría que me iba a venir bien una fiesta con nuestros amigos. También me servía de excusa para ver a Sue, aunque con facilidad podía hacerlo, ya que al final del día todos sabían que ella era mi mejor amiga, pero después de las actitudes sobre protectoras de Austin... la verdad habían días en que me sentía limitada y solo esperaba que ella viniese.
Por otro lado, después de haberle dado un par de vueltas, nos pusimos de acuerdo para llevar a cabo la fiesta por la noche. Maggie nos ayudaría con los preparativos y ordenando la casa, por si las fuerzas nos faltaban o alguno se iba de copas.
Había terminado de escribirle un poema a Sue, así que lo dejé en mi escritorio.
Me puse un vestido azul. Creo que era uno de mis favoritos. Me acordé de las mariposas de este mismo color. Ya nunca más pasaban por aquí, quizá porque después de un tiempo comprendí su significado y me enteré que vivían en mi estómago. Vaya rareza.
Vinnie ya se encontraba bebiendo. Necesitaba mucha valentía para poder llegar a tirarse sobre Joseph Lyman. Creo que tenía una obsesión por ese chico. Ella estaba muy ansiosa por contraer matrimonio y sentirse amada. Gran parte de la culpa era de mi madre, por meterle ideas, pero a la vez no la apresuraba, ella apenas tenía 19.
La mesa estaba llena de bocadillos que se veían deliciosos y la ansiedad me hacía tener hambre, así que aproveché en llevarme un par para mí.
Olvidé mencionarles que tenía un poco de brandy y unas gotitas de mi secreto para esta poción mágica y embriagadora, que llegado el momento sacaría para que podamos crear ambiente.
—¿Eres tú la flor más hermosa del jardín?—y ahí venía George. Besó mi mejilla—Emily, el azul te sienta bastante bien—suspiró—y el blanco—pensó—y el rojo y todo lo que te pongas se verá bien contigo—
—¿Ya tomaste?—le pregunté burlona.
—Aún no—rascó su nuca—creo que es muy temprano para eso, pero cuando se dé, creo que tendré que estar un poco lejos de ti—fruncí mi ceño—podría tener ganas de besarte—rodé mis ojos.
—Mejor come—le metí una trufa de chocolate blanco a la boca—así está mejor—reí.
—Olvidé entregarte esto—me extendió un ramo de flores.
—¿Lilies?—pregunté curiosa. Estaba segura que lo eran.
—Sí, lilies blancas. ¿No son tan lindas acaso?—lo miré fijamente a los ojos, quería jugar un poco.
—Son el símbolo de la muerte—me miró horrorizado—me encantan—dejé un beso en su mejilla y continué con mi recorrido de mesas.
No recordaba haber invitado a tantas personas, pero daba igual, al día siguiente probablemente no lo recordaría o de seguro hasta pasaría desapercibida.
—Emily, estás aquí—Jane, una de las mujeres jóvenes más codiciadas por su dinero y belleza, pero no cualquiera podía tenerla. Disfrutaba de hacer menos a las personas que no eran de su status.
—Mmm, es mi casa—bebí un poco de vino.
—Hemos sido tan buenas amigas, ¿no lo crees?—no me gustaba este tipo de falsedad, pero le tenía compasión. Ella estaba enamorada de mi hermano, y como sea quería ganárselo—Todos esos años en la escuela. Tantas memorias...—