Capítulo 27

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Narrador omnisciente

Octubre había llegado y el frío cada vez era más intenso. Los colores de las plantas eran naranjas, rojas, guindas y amarillas. Tal vez un poco de verde, pero muchos árboles secos.

La pequeña Mattie había cumplido ocho meses ya y cada día se volvía más inteligente. Tanto como su madre y su tía. Ambas eran su entorno más cercano, y pronto se convertirían en el retrato de núcleo familiar, ya que su padre casi siempre permanecía fuera de casa, y últimamente fuera de la ciudad.
Tiempo atrás, Susan hubiese podido cuestionarle mucho su ausencia, pero con Emily al lado, no había de qué preocuparse. Es más, la poeta aprovechaba en ya no tener que regresar a casa, sino que se quedaba por varios días hasta que su hermano volvía.
Tampoco es como si se tomasen fines de semana en sus encuentros. Ambas mujeres estaban día y noche juntas.

Justamente era el mes de las brujas, pero la familia no lo celebraba a gran voz, ya que pertenecían a la religión de cristianos ortodoxos y no veían muy bien rendir celebración a las almas de los fallecidos. A pesar de, no tenían inconveniente en que los más jóvenes de la familia puedan llevar disfraces y caminar de noche por las calles con sus amigos más cercanos.

Los Dickinson tendrían una pequeña cena familiar, a pedido de Edward, ya que hace bastante que no se reunían. Probablemente desde la celebración de su cumpleaños.

[...]

Narra Emily

No forcé a Austin para que asista a la cena de hoy. Ni siquiera yo quería presentarme, pero lo haría por mamá y Lavinia, ya que ellas estarían ahí y bueno, Susan vendría junto conmigo. También Mattie y mis primas.

Había intentado de todo para esquivar a papá, porque no quería verle ni tener que cruzar palabra con él, pero ahora estaba en una situación bastante apretada. Al menos pretendería por una noche y luego me iría a descansar.

Huele muy bien—Susan me abrazó por detrás—¿En qué piensas tanto, Em?—limpié mis manos.

En cómo voy a actuar el día de hoy frente a papá—suspiré—Hace semanas que no hablamos o siquiera cruzamos palabra—ella acarició mis manos—¿Y si no vamos?

Primero, sería descortés de nuestra parte no hacerlo, porque ya confirmamos—me di la vuelta para mirarla—Y segundo, nos perderíamos de ese exquisito pie de manzana y de calabaza—reímos las dos—Y Em—me abrazó—Yo no estoy de acuerdo con el trato que tu padre te ha dado hasta ahora y bien lo sabes—asentí—Pero en algún momento tendrán que resolver todo aquello que aún no es tocado. Luego podría ser bastante tarde—sentí un dolor pequeño en mi pecho.

Tienes razón—tragué saliva—No sé si hoy sea aquel día, pero al menos compartiremos la misma mesa como primer paso—me sonrió.

Así es, cariño—me dio un beso en la mejilla. Ustedes bien saben todo lo que esta maravillosa mujer causa en mí.

Oye—tomé su muñeca y se volteó a mirarme.

¿Sí?—tomé su rostro entre mis manos y bendito sea el cielo que pude ver cómo se sonrojó.

Te amo—besé su frente.

Amo—dijo Mattie desde la alfombra en la que jugaba.
A este punto, ya no nos era muy extraño el que repita muchas de las palabras que decíamos—Em—me reí y la alcé.

Te amo también, pequeña revoltosa—y de manera torpe le sacó la lengua a su mamá. Sabía que no podía reírme, porque Sue probablemente iba a reprochar su comportamiento, pero me fue imposible esta vez.

Ambas son un par de revoltosas—Susan nos abrazó mientras reía—Nada de estar portándose mal, eh—nos dijo a las dos.
A propósito fingimos tristeza y pronto nos encontrábamos encima de la mujer a la que más amábamos, haciéndole cosquillas y robándole muchos besos—Y-ya, y-ya—se recompuso—Em, ¿podrías ayudarme a vestirla en lo que yo termino de alistar todo lo que falta? por favor.

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