Narrador omnisciente
Susan cenaba junto con Mattie. Austin le había insistido para que vaya, incluso, tuvieron una pequeña discusión por la indisposición de ella, pero no tuvieron más remedio que dejar las cosas como estaban y hacer lo que cada uno deseaba.
Clara y Anna también habían deseado ir con su padre, porque estarían algunos compañeras de su escuela ahí, así que aprovecharon la ocasión.
El ruido provenía de afuera, el resto era el chocar de los cubiertos con su plato. No tenía mucha hambre en ese momento, así que solo probó un poco de el puré de patatas de la mañana.
En cambio Mattie, ella sí que tenía hambre.¡Em, Em!—la niña comenzó a decir emocionada desde su silla de comer. Tenía la boca embarrada de guiso—Mami—llamó—¡Em, Em!—alguien tocaba la puerta.
Susan suspiró al oír a su hija pronunciar el nombre de su amada. Al parecer quería verla y por eso lo decía, pero dudaba que sea ella.
Todo hasta que abrió la puerta y la suposición no había sido errónea.
Emily—dijo Susan sorprendida por lo que acababa de acontecer. Además de tenerla enfrente, obviamente—¿No deberías estar con tus invitados?
¿Podría pasar?—rió levemente—Es que hace frío aquí afuera—se abrazaba a sí misma.
Oh, claro. Lo lamento—Susan se hizo a un lado.
No quiero estar allá—dijo Emily adentrándose a la casa—¿Mattie está lista?—preguntó dirigiéndose al comedor a levantar a su sobrina.
¿Lista para qué?—preguntó con curiosidad la menor.
¿Estás lista?—con la niña ya en brazos, Emily preguntó mirando directamente y con una gran sonrisa en su rostro.
Susan seguía procesando lo que ocurría. No entendía—¿Confías en mí?Con mi vida entera—se acercó a su chica.
Entonces tomen sus abrigos y vámonos—apuró Emily.
Pero, ¿a dónde?—
Dijiste que confías en mí—Emily ayudó a abrigar a la pequeña—No voy a secuestrarlas, lo prometo. No pasaremos del río.
Y sin cuestionar más, salieron de la casa de Susan.
Narra Emily
Mis piernas temblaban, mis manos temblaban, mi corazón ni qué decir. Todo en mí era una revolución y un remolino de emociones que se sentían al extremo, pero me gustaba, me gustaba porque estaba de la mano de mi novia.
No quise correr. Es decir, había nieve y era imposible, pero así fuese verano, no lo haría, no quería apresurar nada, quería que incluso nuestros pasos sean plasmados en mi memoria.
En eso, llegamos a mi invernadero, bueno, para mí era nuestro en realidad.
Estaba todo decorado con luces que parecían luciérnagas y flores de cerezo que hacían de guirnaldas. El resto de plantas las ordené por color y limpié absolutamente todo para poder poner una mesa de centro de forma cuadrada. Esta, estaba decorada con un mantel que le pedí a Betty que diseñe. Había un ramo de flores en medio, con un jarrón que tomé prestado de casa, platos, cubiertos y obviamente la comida. La cual estaba en un estante que también tomé prestado.
Maggie dejó pan, vino, frutas, queso, mantequilla y pastel.En los días que "ignoré" a Sue, me dediqué a componer y escribir más poemas para ella, los cuales se encontraban colgados en el techo. Eran siete.
Vaya, Emily—Susan estaba atónita observando el lugar—¿Tú hiciste todo esto para mí?