Narrador omnisciente
Es todo lo que tengo que traer hoy -
Esto, y mi corazón al lado -
esto, y mi corazón,
Y todos los campos -
Emily escribía sin parar. Parecía no poder retener más sus palabras. No había madrugada en que no tuviese una racha de energía y de pronto el sueño se le iba porque su escritorio la esperaba.
Una poeta que atravesaba por escenas alucinantes, en donde se besaba en secreto, con quien se supone era su cuñada. La adrenalina ya no era solo por el pecado de ser "retorcida", sino por ser posible cómplice de un adulterio.
En fin, la escritura era su salvación. Era como la morfina cuando ocurre una enfermedad terminal.
Susan se había encargado de ser mucho más pendiente y amorosa con su amada, porque le había hecho esperar mucho y no era justo para ninguna de las dos, sobre todo cuando profesaban amarse con pasión y locura. Ese romance fue reconstruido, y con el pasar de los días, el corazón de Emily volvió a estar en orden. Sabía que así Sue solo le pertenezca a ella, no podrían casarse, así que, ya sabía qué era tener que estar a escondidas, pero debía tomarse un tiempo para pensar, porque le había dolido en definitiva. Sin embargo, ya estaba casi como nueva.
Era un día nuevo y se lo quería vivir con locura. Lo que no tenía planeado es que llegaría a lo máximo. Realmente iba a ser ese día.
Había tenido una pequeña discusión con su padre sobre por qué no podía asistir a una lección de ciencias sobre la erupción de volcanes. No estaba de acuerdo con una de las normativas de su padre, la cual mandaba a que las mujeres aún no podían ser admitidas en educación superior. No entendía aquella injusticia del macho alfa con masculinidad frágil.
—¿Que quieres qué?—Sue estaba sentada al borde de la cama que le pertenecía a una de sus tías, también fallecida.
—Que podamos escabullirnos entre todos los estudiantes, fingiendo ser uno de ellos—Emily jugaba con las manos de su mejor amiga, las cuales estaban entrelazadas.
—Em—la chica alzó una ceja—¿Acaso crees que no se darán cuenta?—
—No esperan a ninguna mujer, así que fácilmente podríamos jugar aquel papel de ser—aclaró su garganta—caballeros de la alta sociedad—imitó la voz de un varón—haremos lo que queramos, podemos ser líderes sin temor—se subió a la cama—tipo alfa y todos nos creerán.—
—¿Cómo es eso?—Sue sonrió parándose sobre la cama también. Ambas comenzaron a saltar como si fuesen niñas y de pronto, comenzó el festín de intentar volverse hombres.
Se preguntaban, qué se sentirá preocuparse por beber y los dólares, solo eso.
[...]
Narra Emily
Sabía que Sue estaba bastante nerviosa, pero la convencí de hacer esta pequeña locura que menos mal estaba bajo control.
"Lysander Periwinkle & Sir Tybalt butterfly"
-Cuando el Monte Vesubio hizo erupción en el año 79 d.C., la ciudad de Pompeya fue destruida, enterrada en ceniza. Los habitantes de la ciudad, sus objetos y posesiones, estaban todos inmovilizados. Congelado en el tiempo. Nunca se sabe cuándo entrará en erupción un volcán—La lección había comenzado por fin. Mis manos sudaban de la emoción que tenía. Nos encontrábamos en una mezzanine. La clase estaba llena de varones. Algunos interesados y otros roncaban—La presión debajo de nosotros construyéndose, podríamos sentirla, pero no controlarla—tomé la mano de Sue por lo bajo. Yo no podía controlar lo que sentía por la bella dama que también tenía la mirada en frente.
George había sido el elegido para hacer la demostración frente a la clase, con la maqueta que se encontraba en la mesa—Aquí tenemos un volcán modelo hecho de arcilla. Voy a verter cinco onzas de agua, una onza de ácido sulfúrico.
Debajo de la superficie de la roca plácida acecha el hervor, sustancia en ebullición conocida como magma. Y alrededor de tres cuartos de onza
de zinc granulado, el magma enojado se acumula en secreto, muy, muy bajo tierra. Hasta que un día, de la nada, una montaña dormida se convierte en...—puso una mano sobre su barbilla—¿Cómo puedo describir esto?—
