Capítulo 14

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Narrador omnisciente

Después de aquella muerte, aquella boda y aquel encierro, Emily sintió un funeral en su cabeza, tal y como lo mencionó en uno de sus poemas.

Sentí un funeral en mi cerebro,
los deudos iban y venían
arrastrándose -arrastrándose -hasta que pareció
que el sentido se quebraba totalmente –

Emily estaba viviendo su propia muerte. Su carne se quemaba en vida. Nunca había perdido a alguien tan importante. Para su mala suerte perdió a dos. Uno había sido repartido sus cenizas por el mar, y la otra esperaba que el anillo entre en su anular.

y cuando todos estuvieron sentados,
una liturgia, como un tambor –
comenzó a batir -a batir -hasta que pensé
que mi mente se volvía muda –

Oía a los invitados tomar sus lugares y felicitar a su mejor amiga. Austin le había prohibido presenciar aquel momento tan especial. No quería que arruinase nada, nada, porque por su culpa, Sue estaba llorando. Él bien sabía que aún existía y predominaba ese amor entre ambas hermanas que no compartían la misma sangre, pero sí el mismo corazón.

y luego los oí levantar el cajón
y crujió a través de mi alma
con los mismos botines de plomo, de nuevo,
el espacio -comenzó a repicar,

Había perdido a su alma gemela, a quien también quiso con toda su mente. No se iba a aclarar a sí misma si lo amó tanto como a ella, pero si algo supo es que nunca se atrevió a dejarla, solo cuando no pudo enfrentar a la naturaleza y su alma salió de sí y voló hacia el fin del mundo para irse al más allá. Le había prometido que la encontraría cuando llegue a la otra vida.

como si todos los cielos fueran campanas
y existir, sólo una oreja,
y yo, y el silencio, alguna extraña raza
naufragada, solitaria, aquí –

Gritaba desde donde se encontraba. Todos se aturdían por su voz, pero no dejaron de hacer lo que hacían. Y ella bajo llave y bajo condena, miraba por su ventana cómo el globo se elevaba.

y luego un vacío en la razón, se quebró,
caí, y caí –
y di con un mundo, en cada zambullida,
y terminé sabiendo -entonces –

[...]

Hombres como Samuel Bowles y Benjamin Newton, habían enamorado el corazón de Emily. No solo por su inteligencia, sino que por la forma en cómo seducían a su mente. La diferencia es que Sam se aprovechó de la inocencia de la joven e hizo que cayera por él. Estaba seguro que Emily había oído sobre aquellos rumores que rondaban las calles. Los chismes que inventaban, pero eran ciertos. Se había convertido en un ladrón con máscara de seductor.

"He llegado demasiado lejos para ver que algunos nombres sórdidos me digan cuánto valen mis palabras".

Emily estaba sufriendo muchas emociones en ese momento. Se había encaprichado con Samuel, porque él tenía todo lo que le pertenecía y su cabeza no podía no pensar en él, por lo que su mente distorsionó el amor y la toxicidad que este había provocado en ella.

Llévame al lago, a donde todos los poetas fueron a morir. No pertenezco.

Por otra parte, intentaba consolar a su hermano, quien se había enterado por ella misma, que Susan había perdido a uno de sus hijos. Esto último dañaba muchísimo el corazón de Emily. Voy a exprimir un poco más el asunto.
El hecho de saber que Sue podría tener un hijo le daba emoción, porque sería su sobrino, pero por otro lado se sentía bastante mal, porque eso solo significa una cosa...

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