Narra Sue
Tenía el estómago revuelto, el corazón hecho un desastre y mis piernas se sentían bastante débiles. Lo mejor que pude hacer fue huir, pero el recordar que tan solo faltaban tres días para su cumpleaños me ponía bastante ansiosa, porque significaría tener que enfrentarla. Por otro lado, ¿qué había sido todo eso? ¿alguna clase de declaración indirecta? no lo sabía con seguridad. Emily era una persona bastante expresiva y utilizaba mucho la metáfora al momento de hablar, por lo que podía inferir que no era lo que yo creía, sino más bien, una amiga que no quería ser desplazada. Al estar tanto tiempo sin nadie quien la entienda a su lado, era entendible su comportamiento, pero por otro lado, los sentimientos de Emily eran uno de los misterios más grandes que habitaban en mi mundo. La conocía plenamente, pero a la vez me debía a cada día para poder realmente saber quién era y a dónde iba.
¿Cómo me sentía respecto a ella? no podría decirles a detalle, porque me demoraría una vida, y de hecho eso me hace dudar. Demorarme para poder decir qué siento por ella, no debería sentirse un pecado si solamente hablo de mi mejor amiga. Puedo asegurarles que un día sin ella se siente fatal. Todo se desvanece en ella, porque todo guía hacia ella. No estoy segura cómo es que logró aquello. Nunca me había sentido así por nadie, incluso intenté evadirlo saliendo con otros muchachos, teniendo más amigas, pero nada se siente como su nombre. Emily es única como ella sola. Desde el primer instante, supe que era diferente.
Nunca me había sentido tan nerviosa por ser observada. Ella solía hacerlo sin miedo, y aún con las mejillas rosadas, me seguía analizando y de pronto aparecía con muchos versos en su diario o dibujos que terminaban en mi cajón. Los abría todas las noches sin saber por qué no encajarían en ninguna otra palma, solo en las mías. Nunca supe por qué me atraía tanto su aroma, por qué de pronto ante mis ojos era un ser muy frágil y delicada. Ella no era la mujer más femenina de por aquí, pero con ella comprendí que la poca feminidad no te hace ver menos linda o suave. Abrazarla y tener miedo a que me oiga, a que oiga los gritos de mi corazón, a los cuales quería detener, pero moriría si así lo hacía. Por qué de pronto mi ansiedad la podía convertir en paz.—¿Qué sucede cariño?—mamá preguntó mientras acariciaba mi mano.
—Es Emily—dijo Mery. Casi me atraganto con el agua que estaba bebiendo—lo ves...—
—P-para nada es Emily—aclaré mi garganta. Mi hermana me miró incrédula, pero no dijo nada más—es solo que no estoy segura qué le daré por su cumpleaños.—
—Entonces sí se trata de ella—esta vez fue Rebecca, alzando sus cejas. ¿Qué se traían?
—Es decir—mamá no entendía qué sucedía—y-yo...¿puedo ir a mi habitación?—
—¿Te sientes bien? ¿Necesitas algo?—sentí una presión en el pecho—cariño, si es por el regalo, sabes que estoy confeccionando su vestido, que será por parte de todas.—
—Claro, mamá, está bien—respiré profundo—¿puedo retirarme ahora?—asintió un tanto confundida—g-gracias.—
Mi instinto era bastante bueno. La oí desde lejos. Sabía que estaba cerca porque le cantaba a sus flores. Sabía que no dudaría en acercarse a casa y saludar. Le di justo en el clavo cuando oí las risas allá abajo.
Oí mi nombre salir de su boca. Puse una mano en mi pecho y con la otra tapé mi boca, porque tenía muchas ganas de llorar.
—¿Cariño?—me sobresalté—¿Puedo pasar?—era la voz de mamá.
—P-pasa—rogaba al cielo para que solamente sea ella. Mis manos cada vez sudaban más.
—Sue—cerró la puerta—hija—me miró con una media sonrisa y se sentó en la orilla de mi cama. Utilizó su palma para dar un pequeño golpe en esta y darme a entender que me acercase. Eso hice—¿Tenemos algo de qué hablar?—