Capítulo 17.- El rencor siempre sale

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Mi "madre" biológica va a responderme, sin embargo, al aclararse la voz el médico que recién llega, nos mantenemos calladas para escucharle.

–¿Entro en buen momento?

–Por favor, ¿cómo está? –le pregunto, acercándome a él para escucharle mejor.

–Según los informes, solo ha sido un aviso. Tiene el corazón muy débil para aguantar otro ataque y, por si acaso, le tendremos en observación un día más.

Suspiro aliviada, al menos de esta podría salir y me alegro en cierta parte, aunque tenga ese pánico por dentro.

¿Cuándo será el próximo golpe? ¿De verdad estaré sola a partir de la siguiente? ¿De verdad voy a tener que aprender a vivir sin él?

Con esas preguntas rondándome en la cabeza, me dejo caer en la camilla, soltando una lágrima ante el miedo y la desesperación de no querer que pase. Sin embargo, es algo tan inevitable e irreparable que no se puede hacer nada.

Como siempre dice: todo en esta vida se puede arreglar y controlar, pero lo único que se nos sale de las manos es la misma muerte; la que, cuando llama a tu puerta, sabes que ya no hay vuelta atrás y solo queda continuar.

El médico sale de la sala y nos deja a solas. Noto cómo Mar se sienta a mi lado y me acomoda en su pecho, abrazándome para tranquilizarme.

–Irá todo bien, ya verás –me murmura, besando mi frente a la vez que me abraza de esa manera tan especial.

Me hace sentir tan bien sus abrazos, son tan cómodos como calentitos, encima te abraza la espalda mientras acaricia tu nuca y cabeza. Hace que te sientas tan relajada y tan cómoda, como si fuera tu casa. Me hace sentir que ya estoy en casa.

Pero, como todo lo bueno, alguien tiene que estropearlo y esa tuvo que ser mi madre.

–Pensé que sería peor, no deberías llorar por algo como esto, y menos por él.

La rabia de nuevo aparece, ya veo que no cambia, ¿y tiene que volver en mi vida después de seguir igual?

–Que no llore por ti no significa que no llore por nadie, la diferencia entre tú y mi padre es que él me importa.

–Ah, ¿acaso no te importa tu madre? ¿La que te ha estado cuidando toda tu vida? –empieza con su manipulación haciéndose la víctima, suspirando. –Ya veo qué tan manipulada te tiene.

–Dejaste de importarme cuando me obligaste a odiarle, lo menos que podías hacer era presentarte aquí, pero ya vi que tienes la poca vergüenza de seguir aquí.

–Nunca te dejaré con un maltratador que te abandonó y te prometió que no tenía a nadie más que a mí, por favor, es un mentiroso rastrero.

–Mira, pues este mentiroso rastrero me hace feliz, no como tú, que cada vez te tengo más asco y manía –me siento derecha para observar bien a mi madre, intentando controlar la rabia que tengo mientras de reojo veo cómo Mar se incomoda

Anónima ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora