Capítulo 25.- El camino más horrible

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Mar Hernández

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Mar Hernández

No puedo soportar verla así. Está destrozada, se le ve la falta de sueño y la mala noche que ha pasado. Su padre no está fino de por sí y encima vengo yo y... Soy odiosa.

Esta absurda pero necesaria mentira empieza el día en que abandoné al que probablemente es el amor de mi vida después de nuestra maravillosa primera cita. No oigo nada de lo que decía la llamada que recibió, pero sí vi en su cara lo demarcada que estaba. Algo no iba bien. Sus ojos me lo decían. Insistí un par de veces, pero la vida ya me ha enseñado que no puedes obligar a las personas a contarte algo que no quieren decir. Así que me fui. La dejé sola, muy a mi pesar.

De camino a casa me encontré con una sorpresa inesperada y para nada agradable. Subía la cuesta cuando noté que alguien me empujaba amistosamente la espalda. Por un momento pensé que era Evelyn, que por un momento su preocupación de había desvanecido y quería hundirse en mis brazos como hizo la noche anterior, pero el karma es muy hijo de puta.

–Sería genial si no me tocaras, Ingrid –escupí su nombre.

–Vaya con la tímida, si tiene mal carácter y todo. ¿Qué pasa, no te gusta que la gente vea el cuerpo desnudo de la puta de tu novia?

Creo que mis ojos demostraron mi completo asombro hacia la insensatez que estaba diciendo, porque empieza a reír de tal forma que pensé que los vecinos se quejarían por molestar a esas horas de la noche.

–¿No lo has visto? Ten, mira, espera, y... ¡Aquí! Ten, creo que esto te sonará.

Cogí el teléfono que me ofrecía y vi la imagen. Efectivamente, reconocí el cuerpo de la causa de mis sonrisas los últimos días. Su cara estaba oculta, pero no la necesitaba para reconocer ese delgado y delicioso cuerpo. Noté cómo la rabia invadía mi mente. El tema de la divulgación de imágenes indebidas me toca mucho la moral, pero que afecte a mis seres queridos (y más a mi chica) aumentaba ese enfado. Aun así, intenté mantener la calma y actuar con inocencia.

–No sé de qué me estás hablando –digo.

–Ya, claro, y yo me chupo el dedo. No sois nada discretas, ¿lo sabías? Mi meja, la Lidia, esa chica así baja, morena, algo feílla pero que me ayuda a veces con filo... ¿No? Bueno, da igual. Una amiga mía escuchó ruidos extraños en los servicios del centro comercial y luego os vio salir juntas de uno de los baños. Deberíais tener más cuidado.

Probablemente podría haber inventado cualquier mentira, pero hay dos problemas: primero, no sé mentir; segundo, no actúo bien bajo presión.

–Vale, sí, hemos tenido sexo, ¿y qué? ¿Acaso eso es un pecado?

–No, pero me ayuda mucho saber eso. Voy a confesarte algo: me gustas. Me gustas y ya está. No hay más. Y quiero que dejes a Evelyn.

No pude evitar que una sonrisa sarcástica saliese de mis labios.

–Claro, y te bailo una sardana también. Escucha, será mejor que borres estas imágenes antes de que lleguen a su padre. Te meterás en un lío enorme.

–No si no sabe quién las ha divulgado.

–Amenazaste a Evelyn con hacerlo y, milagrosamente, alguien las ha publicado. Mucha coincidencia, ¿no?

Ingrid se quedó callada y no dijo nada, pero inmediatamente negó con la cabeza y prosiguió su absurdo discurso.

–Bueno, me da igual. Quiero que salgas conmigo.

–Por supuesto, ¿le añado una jota a la sardana? ¿Tú de qué vas, niña?

Mi enfado no hacía más que crecer por momentos. Menos mal que Evelyn no estaba aquí, lo último que necesitaba ahora es que me viese mosqueada.

–Espera, creo que esto hará que cambies esa actitud tan repelente conmigo...

¿Repelente yo? ¿Esta chica se oye alguna vez en su vida?

-Aquí está, mira, ¿ves esto? –comenzó al mostrarme una carpeta en su teléfono. –Son fotos de tu querida novia desnuda completamente y con la cara al descubierto. Tengo hasta vídeos y audios sucios. Puedo publicarlos en redes con un solo clic. Oh, y también sé cosas bastantes personales de ella. Su madre, su padre, sus amigos, sus relaciones previas... ¿Qué opinas?

Evelyn, ¿en qué momento se te ocurrió hacer tremenda gilipollez? Bueno, yo tampoco soy nadie para hablar. El caso es que yo estaba cagada. No sabía qué hacer. Evelyn tenía suficiente con lidiar con la situación y preocuparse por su padre. No puede confiar en nadie más, esto depende de mí. Depende de mí que su reputación se mantenga limpia. Así que hice lo que tenía que hacer.

–¿Qué quieres que haga?

Ingrid guardó su móvil, con una gran sonrisa en su cara. Dio un paso al frente y susurró:

-Sé mi novia.

¿No había algo más fácil? No sé, ¿hacer un puzle de cinco mil piezas? ¿O hacer una maqueta de un dinosaurio? Me servía hasta recitar la tabla de multiplicar del seis.

-Estás obsesionada conmigo.

–Puede. Pero creo que ahora también interviene mi orgullo personal. Ya sabes, conseguir lo que quiero y eso. ¿Y bien? ¿Qué harás?

Buena pregunta, chica, por una vez haces algo interesante. De nuevo, tuve que hacer lo que tenía que hacer.

–Está bien. Lo haré. ¿Cuándo?

–A partir de mañana. Oh, y asegúrate de hacer todo lo que te diga, cariñito. ¡Nos vemos mañana!

Y así se fue, más feliz que una perdiz la hija de puta. Yo me fui a casa, pensando en el tremendo error que acababa de cometer y que probablemente acabase con la mejor relación que he tenido en mi vida, aunque estuviésemos juntas por unas semanas.


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~Hola a todxs!! Sean bienvenidos a esta nueva parte.

Primero de todo, hemos llegado al reto de votos así que... AQUÍ ESTÁ!! El siguiente reto será de 17 votos, así que compartir para llegar a más personas jeje.

Y este capítulo a sido escrito por la hermosísima Key__04 de quién os espera 2 caps más si no me equivoco, así que... Ya sabeis <3. Denle amor que es increíble persona y escritora, en serio denle mucho amor.

Sin más que decir, bye!!~

Anónima ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora