–¿Evelyn? –me llama, aunque parezca más una pregunta en voz alta que realmente un llamado.
Nos miramos sin esperar la presencia de la otra persona, mientras el sol no ayuda en que dejara de verla, se ve tan hermosa sin estar arreglada, aunque no sé qué está sucediendo, no quiero dejar que pare.
–Mar –la llamo, siguiendo sus pasos acercarse a mí hasta que está lo suficientemente cerca para ver mi mojado rostro ante las lágrimas.
–¿Estás llorando?
–Ah, no, es solo que estaba... estaba... –hago el intento de disimular la nota, sin embargo, paro en seco y pienso...
¿Para qué ocultarlo?
Miro la nota doblada a la mitad, tapando los sentimientos que acababa de escribir en esta y, con un suspiro, cierro los ojos y se la entrego, directamente.
–Esto es para ti.
Durante unos segundos hay silencio, cuando abro los ojos ella toma la nota con cuidado, la abre y, ante el terror que me estaba entrando de poder ver cómo reaccionaría ante esa cursilada, me levanto y hablo:
–Lo siento si te parece muy cursi, pero quiero que sepas que es todo lo que siento, lo que yo realmente pienso, por ello estaba llorando ahora, si prefieres hacer que no existió me lo avisas y nos olvidaremos del asunto, adiós.
Y, como la cobarde que soy, empiezo a correr hacia casa sin dejar que ella me responda ni empiece a leerla siquiera. Corro tan rápido como puedo y agradezco tanto estar acostumbrada al deporte para que no me ahogue casi nada cuando llego finalmente a casa, yendo directamente al sofá a tumbarme ante la casa solitaria que tengo ahora mismo.
Dios, creo que me he pasado de cursi, mierda, seguro la he cagado por eso mismo, debí decir... No sé, ¿que no sentía nada? ¿Que no me sentía a gusto ese día? ¿O simplemente un "lo siento"? Dios, por qué esto es tan complicado. ODIO ser cursi y acabo de dejar mi corazón y alma ahí, qué vergüenza.
Pataleo de los nervios mientras suelto grititos a la almohada, intentando dejar los nervios salir para que no me coman por dentro como cualquier insecto que viva de ello. Se me ocurre la idea de volver a pedirle perdón ante la nota, sin embargo, al buscar el teléfono, no lo encuentro por ningún lado.
–¿Dónde coño está? –me pregunto a mí misma en voz alta, buscando entre los cojines del sofá sin encontrarlo.
Miro por todos los lados, y no lo encuentro por ningún lado, así que prefiero usar la vía fácil: llamar desde el teléfono fijo para que suene y así saber dónde se encuentra.
Solo espero que no se me haya olvidado quitar el modo silencio, porque entonces ahí ya la cagué.
Marco mi número de teléfono y espero a que suene, escucho dos pitidos y, sin embargo, no oía la vibración por ningún lado. Espero un poco más para comprobar lo inútil que es la idea y, cuando me voy a rendir, alguien responde:
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Anónima ✔️
RomanceEl mundo es jodido de por sí, y si encima las hormonas no dejan que descanses es aún más complicado, ¿cierto? Desde que recibí aquella nota anónima no he dejado de pensar... ¿Por qué diablos ella es tan especial? ¿Por qué ella ha hecho que sienta c...