Me desperté y Marcos ya no estaba. Eran las siete y media. Otro día que se iba pronto. Me levanté más enérgica, aunque seguía enfadada, al menos había tenido una sesión de buen sexo, al menos en ese aspecto, nos entendíamos. Sabía lo que me gustaba y cómo hacérmelo y yo a él también. Al fin y al cabo llevábamos veinticuatro años juntos. Y aunque yo no había estado con ningún hombre más y lo había aprendido todo de él y con él... se me daba bien complacerle. O al menos es lo que él me decía.
Escuché como Adam salía de su cuarto y se encaminaba a la ducha. Max seguiría durmiendo seguro. Así que fui a despertarlo. Su mal humor se hizo evidente en cuanto le abrí la persiana. Salí corriendo de ahí, no quería tener que lidiar con él. Volví a mi habitación para vestirme y en la mesita vi una nota de Marcos.
Te espero en nuestro restaurante a la una para comer, tenemos que hablar.
Se me aceleró el corazón de inmediato. Esas tres palabras juntas, de toda la vida de dios, significaban algo malo. O te dejo. O ...si mira Rocio me hace feliz. O... a saber, pero nada bueno.
Pasé la mañana distraída y nerviosa. Por suerte estuve sola para no tener que disimular mi actual estado. Me vestí sin prestar mucha atención a lo que me ponía y cogí el coche medio temblando. Por suerte en mi coche me calmaba. Porque era lo más mio que había tenido jamás. Me había pasado toda mi vida eligiendo todo en torno a los demás. Lo que haría felices a mis padres, a mis amigos e incluso todo mirando por mis hijos y mi marido. Pero el coche lo elegí para mí. Lo escogí pensando solo en mí, en mis gustos y en mis trayectos. Y además lo pagué yo con mis ahorros. Ahorros que me costó bastante dado que Marcos no me dejaba trabajar y que solo tenía gracias a unas pequeñas clases de baile que daba en el gimnasio, sin que él lo supiera claro. Por suerte fue de segunda mano y de una pareja de ancianos muy agradable que me lo dejó a buen precio. Tres mil doscientos euros. Y encima era descapotable. Un New Beatle del año 2001.
Llamé a Adam de camino al restaurante. Los viernes él venía a comer y tenía que saber que no iba a estar en casa.
De mi casa al restaurante donde había quedado con Marcos para comer, me separaban unos 7 kilómetros, 12 minutos en coche entre semáforos y tráfico. 12 minutos eternos. Me di cuenta que estaba apretando con fuerza el volante. La tensión se me subía a los hombros y estaba algo engarrotada. Subí el volumen de la radio con la esperanza de que la música lograra distraerme. Necesitaba entender cómo habíamos llegado a eso. Cuál fue el momento exacto en el que Marcos y yo empezamos a distanciarnos, a caminar en diferentes direcciones. Cuando dejamos de decirnos te quiero al despedirnos, o a esperarnos para cenar. Cuando dejamos de ducharnos juntos y de contemplarnos mientras el otro dormía. Sabía que el tiempo era el primer indicio. No era lo mismo el primer enamoramiento que como seguía con el paso de los años. Pero... lo nuestro se enfrió demasiado deprisa. Quizá fue la llegada de Adam, no estábamos preparados, él mucho menos que yo. Yo tuve 8 meses para concienciarme de que mi vida nunca más iba a ser la misma. Marcos hasta que no lo vio nacer y lo sostuvo en brazos no entendió la magnitud del asunto. Éramos padres y se acabó ser unos adolescentes alocados que quedaban para hacer el amor en el coche a escondidas de sus padres.
Estaba absorta en mis pensamientos cuando parada en el semáforo de la calle rivera me fijé en que unos adolescentes garrulos, porque no se les podía llamar de otra manera, estaban incordiando y riéndose de una señora mayor. Les pité para ver si así la dejaban en paz. Uno de ellos me miró pero solo fue un momento. Me mostró una sonrisa y siguió a lo suyo junto a sus compañeros. Miré a mi alrededor. No había nadie. Nadie caminando por la calle que pudiera ayudar a esa anciana. Tampoco había ninguna tienda cerca ya que justo esta calle estaba en frente de un parque. Así que sin pensármelo dos veces, eché el coche a un lado, puse los cuatro intermitentes y me bajé.
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Mi silencio.
RomanceSINOPSIS Julieta es una mujer casada con dos hijos y una vida perfecta a los ojos de los demás, pero nadie sobre lo que sus ojos callan. Mi silencio habla de amor, desamor, sexo, deseo, miedos y de mucha soledad. Esa soledad que sentimos aunque este...