Epílogo

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— Abuelaaaa— Escuché a Hyo llamarme a gritos desde la planta de abajo así que me apresuré a bajar. Ya estaba despierta y vestida pero aun me quedaba peinarme un poco.

Denis aun dormía.

Mientras bajaba escuché a Hyo trastear por la cocina.

— Abuela... — me dijo al oírme entrar en al cocina— ¿para qué me haces venir a las siete si luego aun no estás lista?—

— Buenos días rey— le dije, entonces se giró y me dio un beso en la frente mientras me abrazada.

Hyo era alto, moreno y con sus característicos ojos rasgados. Llevaba el pelo ligeramente largo y se lo solía peinar para atrás.

— ¿Quieres desayunar?— Le pregunté.

— Abuela es tarde...—

— Bueno pues venga vámonos—

— Yo te compro uno de esos cruasanes que tanto te gustan por el camino, pero vámonos—

— ¿Vas a irte sin decirle nada a tu abuelo?— Justo cuando íbamos a salir por la puerta Denis apareció.

— ¿Te he despertado abuelo?—

— Con esos gritos...— Hyo se acercó y le dio un abrazo a su abuelo, luego Denis se acercó a mi y me dio un beso en la boca.

— Si no la abuela no me oye—

Hacía cinco años tuve una infección en el oído que me llegó hasta el tímpano y perdí audición del oído derecho.

— Cuidado con el coche Hyo— le dijo Denis.

— Que si... abuelo... por cierto dice papá que luego vendrá a echarte una mano—

— Estupendo—

Volví a darle otro beso a mi marido antes de salir por la puerta con Hyo.

Hyo quería a su coche más que a nada en el mundo. Tanto que ya sabía yo que antes de sentarme debía sacudirme bien los pies y cerrar la puerta lo más suave posible. Lo cuidaba tanto que me sentí muy cómoda cuando le regalé el porche 911 que siempre había querido, porque sabía, que lo iba a cuidar.

— ¿Lista abuela?— me preguntó cuando ya me había atado el cinturón.

— Si.. pero hasta que no cruces la calle no le pises a fondo que ya sabes que a tu abuelo no le gusta que corras—

— Que si abuela...— dijo riendo.

Mi nieto era un muy buen chico. Todos los miércoles me venía a buscar a las siete de la mañana a casa y me llevaba él mismo hasta mi hotel. Yo podía conducir. Yo podía ir sola y llevar mi coche. O podía llamar a Travis, mi chofer, pero era nuestro día. Me llevaba al Hotel, él se iba a hacer unos recados, después me recogía, comíamos juntos y volvíamos a casa a toda velocidad por una carretera de curvas. Aunque esto ultimo era nuestro pequeño secreto.

— ¿Cómo te va con la chica esa?— Le pregunté.

— ¿Con Chloe?—

— Si... ¿acaso hay otra?—

— Hay muchas abuela— dijo riéndose— aunque Chloe es la que más me gusta.

— De verdad que no entiendo estas modas de ahora de salir todos con todos...—

— No es una moda abuela, se llama relación abierta—

— Bueno, mientras los dos estéis de acuerdo...—

— Te aseguro que si, Chloe también disfruta mucho con otros hombres y mujeres—

— ¿Nunca vas a darme un bisnieto eh?—

Mi silencio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora