Curando heridas

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El doce de Agosto mi pequeño Max cumplía dieciocho años. Llevaba semanas planeando su regalo. Estaba entusiasmada. Estaba eufórica. Él se había organizado una fiesta con sus amigos. Pero yo la llevé más allá...

— Max cariño— Estaba recogiendo los platos. Y él estaba sentado en uno de los taburetes de la cocina junto a la isla. Miraba algo en su móvil.

— Dime mamá...—

— Este fin de semana cumples 18...—

— Vaya.. no se te escapa una— Me dijo.

— ¿Qué plan tienes?—

— Saldré con los amigos... —

— ¿Nada más?— Se encogió de hombros...

— Quizá te apetece invitar a unos cuantos a la casa de campo... podeís pasar allí el fin de semana— Yo le estaba mirando, pero él no había despegado los ojos de su móvil, no hasta que le dije eso.

— ¿Enserio?—

— Siempre y cuando me prometas cuidar la casa y tener cuidado—

— ¿De verdad mamá?... ¿Denis está de acuerdo?—

— Por supuesto... fue idea suya—

— Joder mamá... buaaa... va a ser el mejor cumpleaños de mi vida—

— Eso espero... pero oye... La fiesta empezará el sábado por la mañana... el viernes por la noche quiero que cenemos todos en casa...—

— El viernes he quedado con papá... — Vaya... qué casualidad. Justo después de haber discutido planea algo la noche que yo le había comentado que iba a organizar algo con Max.

— Bueno pues.... ¿Podríamos comer juntos el Viernes?—

— Bueno... llamaré a papá...—

— Es tu cumpleaños... pasa el día conmigo y la noche con él... y el fin de semana con tus amigos.

— Si ahora lo llamo...—

En cuanto Max desapareció para llamar a su amigos como loco para explicarles lo de la fiesta, Denis apareció por la otra puerta y me agarró de las caderas desde atrás.

— Porque no invitas a Marcos a cenar... el viernes...— Me giré para mirarle. Desde que vivíamos juntos no nos habíamos separado ni un solo momento.

— Discutí con él...—

— No me lo habías contado...— enarcó una ceja.

— Bueno... me llamó el otro día...no... no le gustó que me mudara aquí contigo...—

No iba a contarle la conversación al pie de la letra porque Marcos se pasó. Volvió a ser el Marcos de siempre y dijo cosas realmente feas. Yo le dije que me dejara en paz y que mejor que le diera esa niña a sus abuelos, lo sé... me pasé.

— Entiendo...— levantó las cejas y se cruzó de brazos— ¿No ibas a contármelo verdad?—

— Intentaba evitarlo, la verdad—

— En todo caso cariño... no voy a enfadarme contigo porque discutas con él... me enfadaría con él—

— Lo sé... pero tampoco quiero empezar una guerra—

— ¿Qué te dijo?—

— Nada... que yo tenía mi casa—

— ¿Se acuerda de que estamos casados?—

— Se lo recordé yo...—

— Hablaré con él...—

— No...— dije enseguida— No... ya está arreglado—

Mi silencio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora