Envejecer a tu lado (capítulo final)

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Una semana después quedé con Claudia para contárselo todo. Hasta ese momento no me había atrevido a hablar con nadie fuera de Denis o mis hijos.

Enseguida vino a verme. Estuvimos hablando un buen rato. Hasta llegué a reírme. Me sentí un poco más yo misma. Incluso cené algo, llevaba días sin a penas comer. Denis me miraba desde su despacho. Estaba feliz. Yo estaba feliz.

Después de yo contarle todo, ella me dijo que iba a dejar a su marido. Así que le hablé de Malena y le di su contacto para que la ayudara con todos los tramites, le dije que era un favor y que se lo haría gratis pero sé lo pagué yo. Sabía cómo era acabar con una relación con una mano por delante y otra por detrás y la iba a ayudar. Y más porque tras incorporarse al trabajo, a las dos semanas la echaron.

— AL final he decidido dejar a mi marido—

— ¿Y cómo estas?—

— Bien... bien, es lo mejor. Lo hemos hablado y los dos estamos de acuerdo. Va a ser una divorcio fácil....—

— Si es lo que quieres... em alegro mucho por ti—

— Ruben aun no lo sabe— dijo.

— ¿Se lo vas a contar?—

— Si... pero no quiero que piense que lo dejo por él.. a ver, estoy bien con él, pero no quiero empezar una relación ahora. Quiero estar sola un tiempo...—

— Haces bien—

— Eso no quita que de vez en cuando quedé con él...— dijo riendo.

— Hombre... una tiene necesidades— dije riéndome también.

Estaba segura de que Denis nos oía.

— Aunque tu vas bien servida ¿no?—

— No me puedo quejar— dije.

— Nunca te lo he dicho pero... tu marido me pone— Le pegué en el hombro suave.

— Claudia....—

— ¿Que?... es verdad... joder... está de muy bien ver...—

— Lo se, lo se...— Miré a Denis, no nos estaba mirando, seguía con los ojos clavados en su ordenador, pero le vi una leve sonrisa en su labios. Si que nos había oído.

Su divorcio finalmente acabó bien. Juan era un buen hombre. Él se quedó con la casa y ella se buscó un piso. Hicieron custodia compartida pero aun así él la ayudaba con los gastos, le dijo que al menos hasta que encontrara algún trabajo.

Le ofrecí ayuda. Le dije que podía meterla en mi hotel, pero me dijo que primero quería intentar hacerlo ella sola. Y no tardó en conseguir un trabajo en una pequeña tienda de costura del centro. La dueña era una señora mayor que ya apenas podía ponerse en pie y ella se encargaba totalmente de la tienda. No era un gran sueldo pero si le daba para vivir y para conciliar y poder estar con su pequeña Sofía.

— No te he visto muy convencida hoy cuando el decías a tu amiga que ibas bien servida conmigo— me dijo Denis esa noche mientras nos duchábamos juntos.

— Así que estabas escuchando...—

— Habláis muy fuerte... dime... ¿necesitas más?—

— ¿Más sexo?..— Me reí.

— Denis... parecemos dos adolescentes alocados. De verdad que voy bien servida...—

— Hoy quizá podemos hacerlo otra vez— dijo mientras ya solaba una de sus manos entre mis piernas.

— Y ya serán tres veces...—

— Es pronto, aun podría haber una cuarta...— Gemí al sentir sus dedos dentro de mi.

Mi silencio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora