Un verano raro

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Fue el verano más raro de toda mi vida.

Tuve que reencontrarme conmigo misma. Era la primera vez que estaba sola.

Max vivía con su padre. Adam se había independizado y Denis y yo nos habíamos distanciado. Por decisión mía, claro.

No le volví a ver. Tampoco nos llamamos. Entendió que no quería verle, entendió que era lo mejor... y aunque esa fue una de las cosas que me enamoró de él, su capacidad de comprensión... en ciertos momentos de la noche, cuando el llanto casi me ahogaba, deseaba con todas mis fuerzas que viniera a tirar la puerta abajo y a buscarme de nuevo. Pero no... no lo hizo.

Y así fueron pasando los días. Días que decidí centrarme totalmente en mi trabajo. Me reunía casi a menudo con Oscar y Gloria, dos de mis asesores. Mis manos derechas en el Hotel.

Me centré en mi. Y volví a aparentar.

Me había jurado a mí misma después de una vida con Marcos que iba a dejar de esconderme tras una sonrisa. Pero ahí estaba, llorando cada noche y sonriendo durante el día.

La noche de la verbena de San Juan me encontraba sola. A pesar de que siempre había sido mi noche preferida del año. Había decidido quedarme en el Hotel. Estábamos a tope. Un Hotel, con buenas criticas y a pie de playa... además de que habíamos organizado una cena con musica en directo para todos los huéspedes, con fuegos artificiales incluidos.

Eran las 11 de la noche. Las mesas estaban repletas de gente feliz, sonriendo, bebiendo y con los estómagos llenos, esperando a que llegara el momento de bailar y de los fuegos. Yo... desde la terraza de mi habitación los observaba. Me había puesto un vestido negro precioso del que me había enamorado nada más verlo en la tienda Versace. Estaba descalza y tenía una copa de vino tinto en la mano. Miraba la luna. Preciosa. Me dije que esa noche no iba a llorar. Y lo estaba consiguiendo.

Y entonces me llamó... No me lo esperaba. Llevaba meses sin hablar con él.

— ¿Marcos?—

— Julieta... no... no sé que hacer... no sabía a quien llamar— Estaba alterado. Me preocupé al instante.

— ¿Qué pasa?—

— Yo... es que no se que hacer...—

— Cuéntame Marcos...—

— Rocio ha tenido un accidente— se me paró el corazón al momento. Me caía mal pero jamás le había deseado el mal a esa mujer— Y... y... joder Julieta... ya no está...—

Me puse de pie. Rocio había muerto... y... ¿la niña? ¿Qué pasaba con la niña? A principios de Julio le tocaba nacer. ¿Había muerto? Dios mío.

— ¿Dónde estas?—

— En.. en el hospital. He venido en cuanto me han llamado pero... Gina... — supe que se refería a su hija, Max lo había mencionado en alguna ocasión que ese iba a ser su nombre— ella... yo...no voy a poder yo solo con esto—

— Marcos... tranquilízate... por favor. Siéntate. Y... espérame. Enseguida estoy ahí contigo—

— Julieta... yo... no puedo con esto—

Conduje lo más rápido que pude. Marcos estaba hundido. Le conocía lo suficiente como para saber que estaba en uno de sus peores momentos. Él y Rocio no estaban juntos pero... su hija. Perder a un hijo nunca era fácil, aunque aun no hubiera nacido y... no podía dejarlo solo.

No podía porque a pesar de todo, Marcos era mi familia y con un familiar aunque lo reniegas, siempre será parte de ti. Marcos había sido parte de mí más de la mitad de mi vida, además de que era el padre de mis hijos. Y por un tiempo, lo amé con todas mis fuerzas.

Mi silencio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora