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Hielo, patines y pasión.
Eso era lo que más amaba en la vida dos chicos muy diferentes, dos personas que aman patinar sobre hielo, tienen real pasión por lo que hacen.
Uno ama el patinaje artístico.
Otro ama el hockey.
Sin embargo, un accid...
- Hola, mamá, papá - Sonrió el Omega - Perdón por no venir antes, estuve trabajando mucho en esta temporada. Ya saben... El campeonato se acerca y muchos chicos están comprando nuevos patines y trajes... - Sonrió con melancolía el menor - Trabajar en la tienda del señor Kim me distrae mucho, aunque... Me trae demasiados recuerdos que deseo alejar. Hace... Un año que no están conmigo y no saben... - Rodó una lágrima por la mejilla del menor - Cuanto los extraño, mi vida sin ustedes ha sido un poco dura y muy diferente.
El Omega se arrodilló frente a la lápida de sus padres y los arreglos con las hermosas flores que llevaba para ellos y aunques sabía que estás no durarían mucho por la nieve, le gustaba llevarles flores naturales todo el tiempo.
Justo hacía un año, los Park partieron de este mundo, dejando a su único hijo solo, mientras esté luchaba día a día para seguir adelante. Hace un año que Jimin se alejó completamente del patinaje artístico, aunque claro, lo practicaba de vez en cuando, en el hielo frente a su casa, más como hobby que como algo que ame o le apasione.
Los Park se habían encargado de dejar bien económicamente a su hijo, sin que esté se diera cuenta, le dejaron una pequeña herencia que acomodo un poco la vida de su hijo, lo cual sería para un futuro, pero la muerte se les adelanto y decidió adelantar sus futuros planes.
Tanto Hyung Sik, como Bo Young, habían comprado una cabaña a las afueras de Daegu, un poco alejada del centro de Daegu, era como una zona privada, donde sobre salía el bosque, la naturaleza, el aire libre y fresco del centro de la ciudad. La casa era medianamente grande, lo suficiente para Jimin, quien era el único que vivía en aquel lugar.
Frente a la casa, había un lago que hacía muchísimos años era solamente hielo, estaba totalmente congelado, era perfecto para el ambiente de Daegu y sobre todo para Jimin, quien de haber conocido aquel paraíso antes de la muerte de sus padres, sin duda, lo habría disfrutado día con día, sin descanso.
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Sin embargo, ver el hielo diariamente era casi recordarle que la razón por la que amo el patinaje, ya no están en este mundo y le dejaron bellos recuerdos, pero que duelen como el primer día que lo dejaron.
Ahora el dulce Omega tenía 19 años y sentarse frente a su cabaña y observar el hielo todas las tardes, era su nueva pasión pues desde que vive ahí, solamente la ha usado cinco veces y de esas únicas cinco veces, tres de ellas se ha lastimado el tobillo, nada grave, pero si golpes que le dejan hematomas y no lo dejan caminar tranquilamente un par de días.
Con ello el chico se llegó a dar cuenta, que su pasión y amor por el patinaje desapareció y desde entonces decidió no volver a tocar el hielo. El Omega pensaba que algo le decía que se alejará definitivamente de su sueño de ser un patinador profesional, que participe en grandes campeonatos fuera del país, con grandes artistas del hielo.
