Capítulo quince

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Kyle daba vueltas en el mullido colchón sin poder dormir. Había vuelto a perder la noción del tiempo, dejándolo sin alguna idea de cuánto faltaba para llegar.

Desde su cama podía escuchar la respiración de Gaelle: lenta, tranquila e irregular.

Llevaba días sin poder dormir, y la peor parte de todo eso era que cuando le llegaba el sueño eran aproximadamente las cuatro o cinco de la tarde. Sólo un par de días durmió a esas horas, pero una vez que reparó que en cuanto él no estaba Gaelle salía a reunirse con el sujeto de las mejillas carnosas, hizo guardia y la siguió a todas partes. Muerto de sueño, pero la seguía.

Él admitía que toda su vida había sido un imbécil. Y uno grande. Pero no podía siquiera pensar en lo que había sido de él el tiempo que no estuvo con Gaelle. Ella era... Era una santa. Tan pura... Tan inocente... Tan estúpida que definitivamente no se lo creerías.

Miró la hora en su reloj y vio en que eran pasadas las tres de la mañana.

Si se concentrabas bien, podía sentir cómo se mecía el barco suavemente, y si llegaba a un nivel de concentración superior incluso se escuchaban las olas.

Él cerró los ojos, pero al darse cuenta de que no dormiría, se giró en la cama y sacó de abajo de ésta un libro que había encontrado.

Nope, no fue la mejor opción. No había la suficiente iluminación.

Se giró en la cama hasta quedar sobre su costado y observó a su amor. Él sabía que en el primer minuto que se acostara con ella dormiría plácidamente, en cambio era un gusto que no podía concederse. Después de tanto daño que le haces a alguien, no crees ser siquiera digno de mirar en dirección a ellos.

Cerró los ojos en un último intento por conciliar el sueño. No funcionó.

Al abrir los ojos, se topó con otro par mirándolo desde la otra cama. Lo miraba tan fijamente, sin parpadear y tan impasibles, que lo primero que despertó en Kyle fue esperanza. Le regaló una sonrisa, pero Gaelle no hizo nada que no fuera mirarlo con los ojos bien abiertos.

Pasaron varios minutos antes de que Kyle se diera cuenta de que ella no había parpadeado en mucho tiempo y su respiración no se escuchaba. Él se levantó de su cama y puso sus manos sobre el pecho de Gaelle, a lo cual ella no respondió.

—Gal —la sacudió suavemente. Dejó sus manos un rato en el cuerpo de ella para sentir su calidez y para confirmar si seguía respirando. Sí, lo hacía, pero cada vez lo hacía más y más lento——. Gaelle, ¿me escuchas? —Entonces ella comenzó a respirar rápido; como si el oxígeno no le fuera suficiente, como si necesitara siempre más. Su respiración se aceleraba y lo que hizo Kyle fue sentarla——. Gaelle, mírame. ¿Me estás mirando? Necesito que lo hagas. —La mirada de ella se encontraba perdida en algún lugar del cosmos, mirando y a la vez no haciéndolo. Él se preguntó si debería despertarla o no—. Por favor —suplicó.

De repente, un quejido afloró de lo más profundo de la garganta de ella. Comenzó como un quejido y fue evolucionando. Pasados varios segundos, ya sonaba como un grito.

——¡Gaelle, tienes que despertar! —Lo único que se le ocurrió hacer use abrazarla muy fuerte. De alguna manera ella tenía que sentir que había alguien con ella, alguien que ya jamás la abandonaría——. Estoy aquí —se separó lo suficiente de ella para mirarle el rostro y notar las lágrimas que ya no pugnaban por salir, sino que ya estaban fuera.

Kyle le acarició el rostro sin temor alguno. Eso era para que al menos se confundiera, pero no él. No Kyle. Él cargaba sobre sus hombros el peso de todo lo malo que le había ocurrido a Gaelle desde el primer minuto en el que la conoció.

Forgive-him-notDonde viven las historias. Descúbrelo ahora