Capítulo veintidós

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Momentos después de que Kyle subiera, Gaelle vio que alguien inmediatamente cerró la escotilla por la que ingresaron y sus pupilas se dilataron; su respiración se aceleró vertiginosamente y escaló de manera estrepitosa las escaleras que daban a la escotilla ahora cerrada. Dio fuertes, repetidos y sonoros golpes para que la abrieran, pero pronto su imaginación traumatizada la hizo creer que estaba de nuevo en el nosocomio. Su mente se nubló y pudo sentir como si una pesada bruma inundara el espacio en el que se encontraba. El pelo en su nuca se crispó y lentamente se giró hacia el interior del búnker, donde ella ahora lo único que veía eran baldosas blancas, personal del hospital psiquiátrico y, en lo alto del rincón izquierdo, una mancha de sangre negra comenzaba a brotar de la pared. «Ella» había vuelto.

Fue entonces cuando sintió pánico y empezó a arañar la escotilla con tanta fuerza que un par de sus uñas se desprendieron.

–¡Aléjate! –le gritó a lo que solo ella veía.

Pronto la mancha se tergiversó a sí misma, adaptando la apariencia de un garabato, en primera instancia, y luego cayó pesadamente hacia el suelo, donde se comenzaron a formar dedos, después las manos que poseían esos dedos para dar paso después a los brazos y al resto del cuerpo de «Ella».

–¡No, no, no, no! –exclamaba una y otra vez mientras sus puños seguían deshaciéndose en golpes contra la escotilla– ¡Ya escapé de ahí una vez, maldita sea! ¡Quédate lejos! ¡Apártate!

Finalmente apareció «Ella» en cuerpo completo y comenzó a arrastrarse y luego a gatear en dirección a Gaelle. Primero con movimientos parsimoniosos, después se detuvo por unos instantes para luego gatear terroríficamente lento en dirección a Gaelle. Ella, por su parte, negaba una y otra vez con la cabeza mientras se sentaba en la escalera viendo ya de frente a su pesadilla.

–¿Es que no lo entiendes? Ya no estamos ahí, estamos afuera. ¡Somos libres! –le espetó al oscuro ente que se hallaba al pie de la escalera. Poco a poco, «Ella» alzó la cabeza para que Gaelle pudiera contemplar su semblante triste. Por su horroroso rostro corrían lágrimas de sangre y Gaellle pudo entender de que había una razón en específico para que se sintiera triste otra vez; se sentía atrapada.
«Ella» giró lentamente su cara hacia los tripulantes que se hallaban dentro del búnker y que habían estado ignorando solo por unos momentos, pero cuando Gaelle los volteó a ver no tenían finta de tripulantes, sino más bien de los doctores que había asesinado en su huida.

Las lágrimas comenzaron a correr por el rostro de ella mientras contemplaba el marco de su imaginación y sentía nuevamente la frustración, la furia y la tristeza de volver a verse inmersa en el manicomio.

–Ya los había matado –sollozó Gaelle, presa de sus pensamientos. Volvió la cara para mirarla a «Ella» y su sorpresa fue que estaba subiendo ya la escalera hasta que llegó a estar su rostro a centímetros de distancia del de Gaelle–. Para, ya.

Pero era muy tarde.

Ya se estaban mirando a los ojos.

Las aguas profundas que retenía Gaelle en sus iris desembocaron en las cavidades negras y rotas de «Ella».

Kyle la había abandonado.

Una vez más.
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Eden estaba trabajando mano con mano con Russ porque, el que alguna vez fue un timón maleable, en esos momentos estaba inamovible y los estaba conduciendo hacia el ojo de la tormenta.

Veía que los demás marineros estaban realizando cosas con prisa y fuerza en demasía, lo cual alentaba la adrenalina que había comenzado a sentir desde que dejó a Gaelle dentro del búnker. Deseaba que todo estuviera bien allá abajo.

Forgive-him-notDonde viven las historias. Descúbrelo ahora